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Sí, vale, antes de nada, querido lector, quizás tienes razón, puedo haberme excedido un poco con la “gran extinción”, pero seguro que dentro de unas líneas entiendes mis porqués. Necesitaba un rato de tu atención y, ahora que ya cuento con ella, debo ser directo para decirte que aquellos inversores que no sigan criterios ESG (Environmental, Social & Governance) lo tendrán muy difícil para sobrevivir en el medio-largo plazo.

Los inversores que van a sobrevivir, evitando su extinción, serán aquellos con mayor capacidad para adaptarse al cambio social y empresarial que estamos viviendo y, en ese cambio, los factores ESG en los criterios de inversión van a ser más relevantes porque en las compañías el desempeño ESG ya “lo es” y no va a hacer sino ver incrementada su importancia en el futuro.

Este cambio que se está produciendo entre los inversores está plenamente alineado con cómo el concepto de “valor” de una compañía ha sufrido una transformación en los últimos 30 años y que se ha acentuado de forma notable en la última década. Por hacer un breve repaso, en los años 70, el 80% del valor de una compañía lo explicaban los activos tangibles (activos físicos y financieros) mientras que el 20% restante eran activos intangibles (activos como la innovación, la cultura corporativa, la estrategia, etc.). El peso de cada uno de los dos aspectos (el espectro tangible y el intangible) ha ido modificándose y ahora los activos intangibles suponen más del 80% del valor de una compañía y las perspectivas es que se mantengan o incluso puedan incrementarse en el futuro.

Para explicar, medir y entender los activos tangibles tenemos claras las herramientas. Están las cuentas de resultados, las tasaciones, instrumentos financieros, etc.,  pero cuando tenemos que entender y descifrar los activos intangibles es cuando pasamos a una nueva dimensión para la cual necesitamos herramientas que nos ayuden a descifrarlos, y la mejor herramienta que existe son los principios ESG. Este concepto, que suena muy etéreo, muy intangible, hay que ir desgranándolo en una componente cualitativa (ej: estrategia de la compañía para atraer talento, ventajas competitivas en innovación, etc.) y en otra componente cuantitativa, y aquí hablamos de indicadores clave de desempeño no financiero que influyan (o puedan influir en el futuro) sobre el desempeño global de la compañía.

En los últimos 15 años hemos ido recorriendo etapas en este ámbito, puesto que ya existían índices y ratings de sostenibilidad como DJSI, CDP y muchos otros más, pero la gran noticia es que, como destacaba el Financial Times hace unos días (puedes leer el artículo aquí: Credit rating agencies join battle for ESG supremacy”), las grandes agencias de rating financiero como Moody´s, S&P, y también Fitch, están luchando por posicionarse como referentes en rating ESG, y lo más interesante de esto es que el rating ESG no es una valoración aparte, sino que tiene capacidad para influir en el rating financiero, y aquí es cuando transforma el paradigma actual, pues supone romper los silos separados en los que, aparentemente y de forma incorrecta, se ha encontrado habitualmente la “parte financiera” y la “parte no financiera”.

Y esto es una gran noticia para todos, pues la vinculación cada vez más estrecha entre la parte financiera y la parte ESG va a ser sin duda un impulso para los factores ESG entre la comunidad inversora y, por extensión, la comunidad empresarial y la sociedad. Va a ser otro importante hito en el camino y evolución de la ESG,  porque los inversores que no tengan en cuenta criterios ESG en sus análisis van a omitir una parte relevante de la información, al igual que las agencias de rating e índices que no los tengan presentes. Se trata de tener una visión integral de la compañía, de identificar factores de riesgo, oportunidades, prever como va a crecer en el futuro, cómo va a posicionarse en mercados cada vez más competitivos y es en esos pequeños detalles donde se marcan las diferencias.

En todo gran cambio surgen nuevas oportunidades y aquellos que consigan adaptarse serán los que sobrevivan, condenando a los que no sean capaces a su extinción o supervivencia asilada y casi marginal, porque como dijo Darwin, después de todo, “No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio”, y si en algo se caracteriza el momento en el que estamos es porque el cambio ha dejado de ser la excepción para convertirse en la regla. Y yo te pregunto para terminar, ¿estás preparado para afrontar el cambio?

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OpiniónInversión ISRcriteriosESG

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