Son las 6 de la mañana. Me encuentro en el primer piso del Starbucks situado en Harvard square, el lugar donde he desayunado los últimos 8 días. El lugar donde se acomodan, adormilados, media docena de personas sin techo. El suelo y los muebles son de madera y en escasos metros conviven unos cuantos estudiantes de Harvard preparando su próxima clase mié tras en uno de los sillones de orejas del establecimiento, encogida como un pajarillo a la intemperie se encuentra una mujer que conserva rasgos de una belleza olvidada que acoge entre sus manos un humeante café como si fuera su último bote salvavidas. Esto es América.
Kofi Annan: la estrella del rock de la democracia
Esta es la definición con la que John Ruggie, creador de los Principios Rectores sobre empresas y derechos humanos, arrancó la primera sesión del seminario centrado en el análisis de la sociedad civil global celebrada en el Harvard Kennedy School y organizada por la Fundación Rafael del Pino con la colaboración el Real Colegio Complutense en la Universidad de Harvard.
Ruggie recuerda el entierro de su amigo y jefe no con tristeza sino como un momento de celebración. El habitual interrogatorio al que le somete la agente de aduanas al llegar al aeropuerto de Kotota en Acraa se convierte en un recibimiento lleno de gratitud a quien va a despedir a Annan. Hablamos del hombre que ha conseguido que desde la reunión de Davos celebrada en 1990 más de 170 países y 1800 organizaciones se pongan de acuerdo en que esto o puede seguir así y que la solución no es unilateral, es interdependiente. Precisamente eso es lo que tienen los Objetivos de Desarrollo (ODS) -de los que este próximo 25 de septiembre cumplen tres años - que son como las patatas Pringles,- “cuando haces pop ya no hay stop”- están todos interconectados.
El recientemente fallecido Premio Nobel y su aliado austriaco pueden estar bien contentos. Los 10 principios que nos parecían utópicos hace 20 años se están tangibilizando en acciones concretas enmarcadas en la Agenda 2030 o lo que es igual de importante, en el nacimiento de empresas como Arabesque, fundada en 2013, que ha sido pionera en un nuevo enfoque de la gestión de activos mediante la integración de “big data” de criterios ESG ( económicos, sociales y de gobernanza por sus siglas en inglés) con estrategias cuantitativas de inversión. Ahí queda eso.La evidencia es la madre de la ciencia
“Usando evidencia para la toma de decisiones” Este es el tema sobre el que versó la segunda clase en el Harvard Kennedy School of Governance y que fue impartida por el siempre elegante Dan Levy Senior Lecturer in Public Policy,
Repito el nombre de la “facultad” no por fardar si no para que quede constancia de que si alguno de los asistentes al susodicho seminario fallece, los únicos responsables serán los encargados de mantenimiento de este edificio, que nos han sometido a unas temperaturas similares a las del inexistente cadáver de Walt Disney. Esto es evidencia. Hemos pasado mucho frío.
Levy mostró a través de la evidencia empírica que la mayoría de las decisiones que tomamos están llenas de incertidumbre y nuestra intuición falla. En muchas ocasiones nos encontramos con que existen argumentos válidos para diferentes grupos de acción, por lo que es necesario tener evidencias de cada opción y después poder comparar y decidir. Pero, ¿cómo podemos evaluar el impacto de un programa?
Hay que tener un entendimiento claro del problema , es necesario analizarlo en profundidad ya que es común confundir el síntoma con el problema.
Las personas que trabajamos en temas sociales tenemos un sesgo al pensar que las iniciativas que hacemos tienen un impacto positivo. Lo hacemos, porque partimos de la premisa de que la mayoría de los programas sociales tienen una intención genuina de mejorar las condiciones de vida de los beneficiarios.
A la tarde y a la carrera nos acercamos al MIT a conocer a otros emprendedores, pero esto y lo he contado en este post.
La aventura continúa y pronto haré llegar el siguiente episodio..