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Mientras los hombres continuemos naciendo con pene y las mujeres con vagina, será al ñudo que hablemos de igualdad de géneros

Podremos sí hablar de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres o de equidad de géneros. Aún las encuestas dicen que en Argentina y en el mundo entero se paga menos por igual tarea a mujeres que a hombres, este es un tema básico a tratar en las empresas.

Por otro lado un indicador elemental de género puede ser el de cantidad de empleados hombres versus cantidad de empleadas mujeres. Si encontráramos una empresa con exacta cantidad de hombres y mujeres, podríamos tomar un segundo indicador que muestre cuantos hombres y cuantas mujeres están en posiciones de toma de decisión y encontraremos otra realidad. De este modo podemos transitar capas más profundas encontrando otros indicadores a modificar persiguiendo la igualdad de oportunidades.

Sin tanto medir podemos hablar de empresas que se abren a la experiencia de dar igual oportunidades a hombres y mujeres sin importar que ellos y ellas acepten la oportunidad brindada. Aparentemente abierto a la posibilidad, muchas veces entrevisté a mujeres que se postulaban para cubrir el puesto de técnico informático. Al escuchar ellas la descripción de las tareas que debían realizar, solas desistían, si bien hubiesen podido realizarlas sin ningún problema, no se sentían atraídas a la propuesta. Diferente hubiese sido si al recibir su CV les hubiese negado la posibilidad de una entrevista.

Si hablamos de equidad de género, debemos detenernos en este concepto. En un sistema equitativo todos sacan de igual manera pero las cargas, tareas y responsabilidades también se reparten de igual forma. Dicho de otro modo, cuando hablamos de equidad no solo hablamos de obtener los mismos beneficios de un sistema, sino que también hablamos de aportar cosas similares repartiendo las responsabilidades. En organizaciones empresariales, aunque con mayor frecuencia en organizaciones gubernamentales se utilizan los mentados sistemas de cupos para equilibrar en cantidad las bancas ocupadas por hombres y mujeres, sistema que a mí entender también pone en un escalón de inferioridad a la mujer que ingresa por una cuestión de igualdad de cupo y no se valora su capacidad.

Hoy, cuando estamos hablando de sociedades matriarcales, creo que ya hay canales abiertos para que las mujeres lleguen a puestos de decisión por capacidad y no por cupo. Si bien por ser hombres y mujeres podemos tener mayores o menores aptitudes para realizar tareas, creo que hoy en las familias modernas, salvo el dar la teta, tanto padres como madres podríamos realizar cualquier tarea doméstica. No digo que en toda casa se cumpla, pero claro está que antes los niños crecían fuera de casa jugando al futbol y las niñas aprendiendo las tareas del hogar. Hoy niños y niños ven a su padre y madre trabajar como así también repartirse las tareas del hogar de modo cada vez más equitativo.

En las empresas, salvo tareas muy puntuales pueden ser realizadas por ambos géneros. Al hablar de flexibilidades, también hay mucho por hacer en un sentido y en otro y las necesidades no son iguales. En temas de maternidad, debemos incluir a ambos ya que socialmente los hombres cumplimos roles de mayor relevancia en el acompañamiento a la mujer embarazada, la presencia en el parto como en el cuidado de los niños. La ley es rígida y las empresas poco flexibles con los hombres que cada vez nos permitimos un mayor involucramiento como así también manifestar más emociones durante el embarazo de la mujer y la llegada de nuestros hijos. Muchos libros hay escritos para acompañar a la mujer y el hijo por nacer mientras los hombres estamos más presionados a involucrarnos sin encontrar mucha orientación y apoyo al respecto. Otorgar flexibilidades de horarios a los hombres u ofrecer algún tipo de contención pueden ser excelentes acciones de RSE.

Dentro de temas de género está el de la violencia, generalmente asociamos este término a la violencia del hombre sobre la mujer. Justamente por nuestras diferencias, hombres y mujeres no manifestamos de igual modo nuestra violencia, siendo que ninguna es admisible en las empresas. Hombres en general ejercemos violencia física, explosiva, tendemos a insultar, en referencia a la mujer tendemos a reducirla, despreciarla, minimizarla, cosificarla, degradarla, no valorarla, en el peor de los casos podemos hablar de acoso sexual o en un caso extremo cometer un femicidio.

Por otro lado también hay que revisar los casos en que mujeres en situaciones de poder con respecto al hombre ejercen violencia sicológica, no es tan visible pero también desvaloriza al hombre que frecuentemente es tratado como un boludo, degradándolo sistemáticamente y desvalorizando todo lo que hace, pueden incurrir incluso en acciones de despotismo. Esta violencia se observa no solo en empresas, sino también en matrimonios donde la mujer aporta mucho más que el hombre. Se puede trabajar desde las empresas casos de violencia de género que se dan en el trabajo como así también involucrarse en casos familiares de los empleados dando apoyo en el empoderamiento de la mujer o el hombre según corresponda.

Podríamos complejizar un poco más el tema de género si consideramos que en congreso Mundial sobre La Mujer realizado en Beijing en 1995, se planteó que toda estructura de la sociedad debe ser reevaluada corriéndose de la categoría de mujer al concepto de género. Aceptando la existencia de cinco géneros a los cuales hay que incluir en las empresas y dar igualdad de oportunidades sin importar como elijan experimentar la sexualidad.

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