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Mis padres me inculcaron verdadera reverencia por el saber. Recuerdo cómo hablaban con respeto de personas llegadas al pueblo y de las que decían que “eran gente estudiada”. He mantenido siempre esa admiración y, cuando llegué a Madrid, recuerdo cómo me asombraba ante las biografías de los integrantes de los altos departamentos de algunas empresas.

Me sentía pequeño y sencillo (lo soy) ante aquellos habitantes del Gran Reino De Las Mayúsculas, en el que todos sus ciudadanos eran Director Adjunto de la Subdirección Asociada al Coordinador de Informes para la Gerencia o cosas similares. Y todavía más al leer su historial académico y comprobar que todos eran MBA de no se qué universidad americana o MLB de los Yankees de Nueva York y otros largos etcéteras.

Pero todo eso entró en un eterno atardecer cuando comencé a trabajar y a recibir toneladas de documentación procedentes de esos departamentos y comprobé con sorpresa que su nivel ortográfico y redaccional no era muy alto. No he realizado un estudio estadístico, ni tengo ningún método que pueda ser científico, pero mi experiencia personal no me deja resquicio a ningún tipo de duda: es claro que su nivel ortográfico (y de expresión escrita en general) no está a la altura del nivel técnico o profesional que sin duda tienen en su área de responsabilidad.

ortografiaComo decían en Blade Runner “He visto cosas que ustedes no creerían”: cosas como “haber si me puede usted sugerir textos que se puedan destacar” o un terrible “por favor compruebe el número de páguinas” procedentes de lugares corporativos que están más allá de Orión.

Supongo que esto entra en el contexto general del desprestigio de las Humanidades y puede tener como base común algo tan extendido como la escasez de lecturas de peso en favor de lecturas de aeropuerto y, quizás, cierta preeminencia exagerada del inglés en los estudios. Pero tengo algo claro: si las élites culturales y corporativas de un país no saben escribir su propio idioma y expresarse a la perfección en él no iremos muy lejos o al menos no iremos a ningún lugar que sea de mi gusto.

Un amigo filólogo latino me dijo una vez que en cientos de años de civilización romana era imposible encontrar una falta de ortografía en una estela funeraria, pero que en el último siglo, entrando en su decadencia, ya eran como una epidemia que se había extendido a todo el Imperio. ¿No estaremos asistiendo a algo similar? ¿No serán las faltas ortográficas por doquier un signo de fiebre que debe alertarnos?

Sea como fuere pido a todos un pequeño esfuerzo de amor por las letras y las palabras. Son el medio que tenemos para comunicarnos, para entendernos, para amarnos. Cuiden sus palabras. Quizás toda la civilización hoccidental está en peligro. ¡Ops! perdón, occidental!

@xayme

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