
Casi diez años después de la firma del histórico Acuerdo de París, el mundo continúa lejos de cumplir sus promesas climáticas. Según el último Informe sobre la Brecha de Emisiones publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las políticas actuales y los compromisos de reducción de emisiones de los países no son suficientes para mantener el calentamiento global por debajo de los 2 °C, ni mucho menos dentro del umbral de 1,5 °C.
El estudio, difundido días antes de la COP30, que se celebrará en Belém (Brasil), pone de manifiesto que las proyecciones de aumento de temperatura para finales de siglo se sitúan entre 2,3 y 2,5 °C incluso si se implementan plenamente las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés). Estas cifras apenas suponen una mejora respecto al año pasado, cuando las previsiones oscilaban entre 2,6 y 2,8 °C.
Las NDC representan los planes nacionales que cada país presenta cada cinco años para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, en esta tercera ronda —que abarca hasta 2035— menos de un tercio de las partes (60 países) presentaron nuevas contribuciones antes del plazo fijado a finales de septiembre.
El informe señala que la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París neutraliza parte de los pocos avances logrados, restando 0,1 °C de las mejoras previstas. En consecuencia, las emisiones globales deben reducirse en un 35 % para cumplir con el objetivo de 2 °C y en un 55 % para no superar los 1,5 °C respecto a los niveles de 2019.
“Los planes climáticos nacionales han avanzado, pero no al ritmo ni a la escala que necesitamos”, afirmó Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA. “Todavía estamos a tiempo, las soluciones existen, pero debemos actuar con urgencia y decisión”. El informe recuerda que cada décima de grado cuenta: reducir el calentamiento evita daños más graves sobre la salud, los ecosistemas y las economías, especialmente en los países más vulnerables. Además, advierte del riesgo creciente de alcanzar puntos de inflexión climáticos irreversibles, como el deshielo masivo o la degradación de los bosques tropicales.
Desde la adopción del Acuerdo de París en 2015, las previsiones de temperatura se han reducido ligeramente —de entre 3 y 3,5 °C a unos 2,5 °C—, un progreso que demuestra que la acción climática funciona, pero aún está lejos de ser suficiente.
El PNUMA subraya que las herramientas para revertir la tendencia ya están disponibles: energías renovables más baratas, como la solar y la eólica, junto con medidas para reducir las emisiones de metano y mejorar la eficiencia energética.
“Ahora es el momento de que los países inviertan en su futuro con una acción climática ambiciosa. Una acción que impulse un crecimiento más sostenible, mejore la salud, genere empleo y refuerce la seguridad energética”, insistió Andersen.
El mensaje del organismo de la ONU es claro: la ciencia y la tecnología ofrecen soluciones, pero lo que falta es voluntad política. El planeta no puede permitirse más retrasos.