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En un contexto de creciente desconfianza institucional y crisis planetaria, las Naciones Unidas impulsan la Iniciativa ONU80, una ambiciosa hoja de ruta para reformar su estructura, modernizar sus procesos y reforzar su papel como garante del multilateralismo y la sostenibilidad global.
La ONU se reinventa para afrontar los retos globales del siglo XXI

La ONU se somete a una profunda revisión interna con el objetivo de ganar agilidad, eficacia y legitimidad en un mundo marcado por la desigualdad, el cambio climático y la fragmentación política. Esta transformación, presentada en marzo por el Secretario General António Guterres, lleva por nombre Iniciativa ONU80, en referencia al 80º aniversario de la organización que se celebrará en 2025.

Según informa Naciones Unidas, el plan se articula en torno a tres grandes ejes: racionalización administrativa, revisión de mandatos y posibles cambios estructurales en el sistema multilateral. “Es un buen momento para examinarnos a nosotros mismos”, declaró Guy Ryder, Secretario General Adjunto de Política y presidente del grupo de trabajo encargado de coordinar la iniciativa.

Uno de los pilares fundamentales de ONU80 es la revisión exhaustiva de los cerca de 40.000 mandatos que rigen actualmente la labor de la organización, muchos de los cuales se solapan o han quedado obsoletos. A diferencia de intentos anteriores, como el realizado en 2006 sin éxito, esta vez el proceso se apoya en herramientas de inteligencia artificial y análisis de datos para proporcionar evidencia clara a los Estados miembros.

“Al final, son ellos quienes deciden qué se mantiene, qué se prioriza y qué se elimina”, explicó Ryder. Aun así, recalcó que la ONU se limita a facilitar la información necesaria para un debate productivo.

La segunda vía de trabajo se orienta a reducir la burocracia y mejorar la eficiencia interna, trasladando determinadas funciones a lugares más rentables y eliminando duplicidades administrativas. Esta apuesta por una gestión más ágil y sostenible pretende optimizar los recursos en un contexto de restricciones presupuestarias crecientes. Naciones Unidas advierte que el próximo presupuesto bienal incluirá importantes recortes, reflejo de las tensiones financieras derivadas de contribuciones estatales irregulares.

La tercera línea plantea una posible reestructuración del propio sistema de Naciones Unidas, hoy complejo y fragmentado. El objetivo: adaptar su arquitectura institucional para responder mejor a las crisis actuales, desde los desplazamientos forzados hasta las amenazas climáticas. Para ello, se han creado siete grupos temáticos compuestos por responsables de alto nivel de todo el sistema, que están generando propuestas para mejorar la coordinación, reducir la fragmentación y rediseñar funciones cuando sea necesario. Las primeras conclusiones se presentarán entre junio y julio, con la expectativa de que se consoliden como insumo para un futuro proceso intergubernamental.

Aunque algunos sectores han expresado preocupación por los posibles recortes y la reducción de personal, Naciones Unidas insiste en que no se trata de una estrategia de ahorro, sino de fortalecimiento. “Queremos que la ONU sea más fuerte, más útil y más conectada con las necesidades reales de la gente”, afirmó Ryder.

Y es que, más allá de tecnicismos institucionales, el verdadero impacto de ONU80 se medirá por su capacidad para mejorar la vida de millones de personas en situaciones de vulnerabilidad, ya sea proporcionando alimentos, garantizando vacunas, protegiendo derechos humanos o mediando en contextos de conflicto.

“Se trata de tomarse en serio nuestra responsabilidad hacia quienes servimos”, concluye Ryder. En palabras del propio organismo, una ONU más eficiente, coherente y moderna es clave para afrontar los desafíos de un planeta en transformación.

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