. En este contexto, el rol de los aliados es clave. No se trata solo de apoyar la causa desde la teoría, sino de convertir el compromiso en hechos tangibles que generen impacto real. La construcción de una cultura laboral inclusiva requiere precisamente eso: intención clara y acción decidida.Uno de los enfoques más efectivos ha sido la generación de espacios de empoderamiento para las mujeres en negocios y tecnología, impulsando programas de mentoría, el networking y la visibilidad del talento femenino. Pero la mentoría, aunque fundamental, no es suficiente.
El verdadero cambio ocurre cuando pasamos del apoyo pasivo al patrocinio activo. Ser un aliado implica abogar por las mujeres incluso cuando ellas no están presentes, asegurando que sus voces sean escuchadas, sus logros reconocidos y sus oportunidades de crecimiento garantizadas. Es un compromiso de liderazgo, que va desde la contratación hasta la toma de decisiones estratégicas. Los datos hablan por sí solos.
Según el Foro Económico Mundial, cerrar las brechas de género en el empleo y la iniciativa empresarial podría aumentar el Producto Interno Bruto (PIB) mundial en un 20%. Sin embargo, al ritmo actual, podrían necesitarse 134 años para alcanzar la paridad de género en todo el mundo. En España, la brecha salarial de género se redujo del 18,7% en 2012 al 8,7% en 2022, aunque las mujeres siguen asumiendo la mayor parte de las responsabilidades de cuidado de hijos y dependientes, con un 37,1% frente al 5,6% de los hombres. En el ámbito empresarial, las mujeres ocupan el 40% de los cargos directivos en empresas medianas, aunque su presencia en roles de consejeras delegadas sigue siendo limitada.
Uno de los grandes aprendizajes en este recorrido ha sido que la inclusión no se decreta, se construye. Iniciativas como 'Alza tu Voz', NEOWoman y Academia Morada han demostrado que generar espacios de visibilidad y empoderamiento puede transformar la realidad de muchas mujeres en distintos ámbitos. Por eso, es fundamental impulsar campañas y espacios de diálogo que otorguen visibilidad a las voces femeninas en la industria. Lo que comienza como una iniciativa puntual puede convertirse en un movimiento global con acciones permanentes, eventos anuales y espacios de conversación abiertos. Además, se ha demostrado que integrar la perspectiva de diversidad en la relación con socios y clientes fortalece no solo la cultura organizacional, sino también el impacto en la sociedad. Las empresas que han promovido activamente la equidad de género han visto mejoras significativas en productividad, innovación y satisfacción laboral, demostrando que la diversidad es una ventaja estratégica y no solo un valor ético. Un aspecto clave para impulsar este cambio es fomentar el networking entre mujeres y aliados, ya que la creación de redes de apoyo es una de las estrategias más efectivas para acelerar la equidad de género.
Participar en comunidades activas, asistir a eventos donde se visibilicen los logros de las mujeres y generar espacios de intercambio profesional son prácticas fundamentales. Estos espacios no solo permiten compartir experiencias y conocimientos, sino que también facilitan el acceso a oportunidades laborales, promueven el desarrollo de nuevas habilidades y refuerzan la confianza de quienes participan en ellos. Porque la inclusión real no ocurre en aislamiento: solo al extender estas prácticas más allá de las fronteras empresariales se puede generar un cambio cultural significativo. Ser un aliado de las mujeres es una responsabilidad que requiere consistencia y compromiso diario. Algunas acciones clave para generar un impacto realpasan por ejercer un patrocinio activo, y no limitarse únicamente a la mentoría , usar la influencia para abrir puertas, recomendar mujeres para oportunidades clave y asegurar que sus contribuciones sean reconocidas. También es fundamental crear espacios seguros donde las mujeres puedan expresarse sin temor, impulsar políticas de tolerancia cero contra la discriminación y desafiar sesgos en tiempo real, cuestionando frases como “No está lista para ese rol” o “No encaja con el perfil”, promoviendo decisiones basadas en talento y desempeño.
Otra acción concreta es amplificar voces. Si una mujer es ignorada en una reunión, es importante asegurarse de que su punto de vista sea retomado y reconocido. Además, la inclusión debe estar presente en cada proceso de contratación, ascenso y planificación estratégica, garantizando que haya equidad en la toma de decisiones. El verdadero liderazgo se mide por la capacidad de construir entornos donde todas las personas puedan crecer y aportar su talento sin barreras. Un ejemplo claro de éxito en la promoción de la equidad de género es el impacto de programas de mentoría y patrocinio que han impulsado a mujeres a alcanzar posiciones de liderazgo, lo que a su vez ha enriquecido la toma de decisiones empresariales con perspectivas más diversas. Ser un aliado de las mujeres no es un gesto puntual, sino un compromiso continuo que impacta la cultura organizacional y la sociedad en su conjunto. No se trata solo de intención, sino de formación constante: educarse en temas de sesgos inconscientes, leer sobre liderazgo inclusivo y participar en programas de mentoría y networking son pasos fundamentales para ser un aliado efectivo.
La equidad de género no es unprivilegio, es una necesidad. Cuando priorizamos la inclusión, no solo mejoramos nuestras empresas, sino que creamos ecosistemas más dinámicos, innovadores y preparados para el futuro. Y en esa construcción, cada uno de nosotros tiene un rol que jugar. Ser un aliado es una elección diaria. Como dijo Verna Myers: 'La diversidad es que te inviten a la fiesta. La inclusión consiste en que te saquen a bailar.' La verdadera equidad no se logra solo con representación, sino con acciones que garanticen la participación activa de todas las personas en el desarrollo y crecimiento de las organizaciones. ¿Qué acciones vas a tomar hoy?