Publicado el
Mientras la agricultura convencional acelera el calentamiento global, las algas marinas emergen como una alternativa sostenible y versátil. No requieren ni tierra ni agua dulce, absorben CO₂ a gran escala y, además, están transformando la vida de comunidades costeras. Según Naciones Unidas, este “bosque submarino” podría ser clave para afrontar los grandes desafíos ecológicos del siglo XXI.
 La revolución de las algas

En la costa de Bretaña, al norte de Francia, los primeros rayos del sol iluminan el pequeño puerto de Lesconil. Allí, entre las aguas tranquilas del Atlántico, Vincent Doumeizel se adentra en un bosque de algas con su vadeador amarillo. Levanta una hoja de Saccharina latissima como si se tratara de una bandera de cambio. “No es viscosa, es magnífica”, afirma, mientras el alga reluce entre sus dedos.

Doumeizel, asesor principal del Pacto Mundial de Naciones Unidas y autor de La revolución de las algas, no es biólogo ni ingeniero, sino experto en políticas alimentarias. Según cuenta a Noticias ONU, fue durante una misión humanitaria en África cuando tomó conciencia del hambre en el mundo. Más tarde, un viaje a Okinawa, donde descubrió que las algas formaban parte de la dieta de una población longeva y saludable, terminó de encender su compromiso con este recurso.

Desde entonces, las algas se han convertido en el centro de su cruzada: una apuesta por un futuro más verde, justo y resiliente. En 2020 coescribió el Manifiesto de las Algas Marinas, respaldado por la FAO y el Banco Mundial, que plantea utilizar este organismo marino para responder a cuatro crisis simultáneas: climática, ambiental, alimentaria y social.

Un cultivo sin huella hídrica ni agrícola

A diferencia de la agricultura intensiva, responsable de cerca del 25% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, el cultivo de algas no requiere deforestación, fertilizantes ni agua dulce. Además, los océanos —que generan más de la mitad del oxígeno que respiramos y absorben un tercio de las emisiones humanas— encuentran en las algas una aliada estratégica: estos organismos capturan más carbono por hectárea que los árboles terrestres y pueden crecer hasta 60 centímetros por día.

Pero su potencial no acaba ahí. Algunas especies, como las rojas, podrían reducir hasta un 90% las emisiones de metano del ganado si se incluyen en su alimentación, según estudios recientes. Y en el plano industrial, las algas ya están siendo transformadas en bioplásticos, textiles, cosméticos e incluso medicinas.

“Podemos cambiar el paradigma fomentando su cultivo responsable”, afirma Doumeizel. Un ejemplo es Algolesko, una de las mayores granjas de algas ecológicas de Europa, que se extiende sobre 150 hectáreas en la costa bretona. La producción mundial de algas marinas se ha triplicado desde el año 2000, alcanzando los 39 millones de toneladas anuales, según un documento conceptual de la ONU. Este mercado, que ya mueve 17.000 millones de dólares, podría sumar otros 12.000 millones para 2030 gracias a innovaciones en bioestimulantes agrícolas, alimentación animal o productos ecológicos.

Sin embargo, la falta de regulación es una asignatura pendiente. No existen normas del Codex Alimentarius que garanticen la seguridad alimentaria en este sector, y la industria sigue muy concentrada en Asia. Doumeizel insiste en que es hora de internacionalizar y democratizar esta revolución azul.

Mujeres al timón: el impacto social del cultivo de algas

Más allá de su potencial medioambiental, las algas están contribuyendo a reducir desigualdades. Cerca del 40% de las nuevas empresas del sector están lideradas por mujeres. En Zanzíbar, Tanzania, el cultivo de algas ha transformado comunidades enteras: mujeres que antes no tenían ingresos ahora financian escuelas, envían a sus hijas a estudiar y acceden a mercados e infraestructuras.

No obstante, el cambio climático complica el acceso a los bancos naturales de algas, empujando la actividad mar adentro. Muchas mujeres, sin saber nadar ni manejar embarcaciones, quedan en desventaja. Por eso, desde la Coalición Mundial de Algas Marinas, se están impulsando programas de formación en navegación y seguridad marítima. “Tenemos que asegurarnos de que esta revolución no deje a nadie atrás”, sostiene Doumeizel.

Las algas marinas no sólo ofrecen soluciones al cambio climático; también lo sufren. El calentamiento y la acidificación de los océanos están provocando su desaparición a un ritmo alarmante. En regiones como California, Noruega o Tasmania, se ha perdido más del 80% de sus extensiones, según datos recogidos por Noticias ONU.

Doumeizel prefiere hablar de “bosques marinos” en lugar de algas, para subrayar su papel ecosistémico y desterrar la visión occidental que las considera residuos molestos. “Protegerlos es tan vital como salvar la Amazonía”, advierte en su libro.

Durante la Tercera Conferencia de la ONU sobre los Océanos (UNOC3), celebrada en Niza, Doumeizel anunció la creación de un Grupo de Trabajo de la ONU sobre Algas Marinas. La iniciativa, respaldada por seis agencias de Naciones Unidas, busca establecer estándares globales y consolidar el desarrollo del sector con criterios de sostenibilidad e inclusión.

Cultivar el mar, no para explotarlo, sino para sanarlo

En primavera de 2025, una gigantesca floración de sargazo —un tipo de alga parda flotante— cubrió vastas zonas del Atlántico, afectando costas desde el Golfo de México hasta África Occidental. Lo que para muchos fue una catástrofe turística, Doumeizel lo interpretó como una oportunidad: “Estas floraciones son consecuencia del cambio climático, pero si las gestionamos bien, pueden convertirse en recursos útiles para fabricar fertilizantes, ladrillos o tejidos sostenibles”.

Su visión es clara: no se trata de volver al mar como cazadores-recolectores, sino de aprender a cultivarlo con responsabilidad. Como escribe en su libro, mientras en tierra hemos evolucionado hacia una agricultura compleja, en el mar seguimos actuando como en la Edad de Piedra.

El reto está lanzado: ¿y si en vez de explotar los océanos, los cultiváramos para curarlos?

¡Comparte este contenido en redes!

Este sitio utiliza cookies de terceros para medir y mejorar su experiencia.
Tu decides si las aceptas o rechazas:
Más información sobre Cookies