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En los últimos seis años, casi el 70 % de los países en desarrollo que contrajeron deuda externa con el FMI enfrentaron dificultades para sostener su crecimiento. En 2023, destinaron en promedio el 16 % de sus ingresos por exportaciones al pago de la deuda, según la titular de la entidad para comercio y desarrollo, quien insta a reformar el sistema financiero global para priorizar el bienestar de las personas y el desarrollo sostenible.
La deuda externa pone en jaque la sostenibilidad económica en Latinoamérica

Durante la inauguración de la 14ª Conferencia sobre Gestión de Deuda, la secretaria general de la UNCTAD, Rebeca Grynspan, advirtió sobre la creciente crisis financiera que afecta a los países en desarrollo. Destacó que la deuda, en lugar de ser un motor para el progreso económico y social, está sofocando las economías nacionales y limitando su capacidad de inversión en sectores clave como la salud, la educación y la acción climática.

De acuerdo con los datos presentados por la UNCTAD, aproximadamente 3300 millones de personas viven en países que destinan más recursos al servicio de su deuda que a sectores fundamentales para el bienestar de la población. En casi todos los países en desarrollo, los pagos de intereses han superado a las inversiones climáticas, lo que evidencia la creciente presión financiera que enfrentan estos gobiernos.

Grynspan alertó que, en los últimos seis años, dos tercios de los países en desarrollo han visto deteriorarse la sostenibilidad de su deuda externa. En 2023, el promedio de estos países destinó el 16% de sus ingresos por exportaciones al pago de la deuda, lo que limita sus posibilidades de crecimiento y desarrollo sostenible.

La responsable de la UNCTAD señaló que, aunque las crisis de deuda han sido siempre un problema grave, el actual sistema financiero global no cuenta con herramientas adecuadas para responder a la magnitud y complejidad del problema. Subrayó la importancia de asegurar que los préstamos sean utilizados para generar valor a largo plazo, permitiendo así su propio repago.

Para lograrlo, enfatizó la necesidad de transparencia, buena gestión, lucha contra la corrupción y la correcta asignación de prioridades nacionales como elementos fundamentales para una administración financiera responsable.

Uno de los factores que agrava la situación es la creciente participación de acreedores privados en la deuda de los países en desarrollo. Actualmente, casi dos tercios de estos compromisos financieros están en manos de inversores privados, quienes operan con lógicas de rentabilidad distintas a las de los organismos multilaterales o los acreedores bilaterales tradicionales.

Grynspan explicó que, en el sistema vigente, algunos bonistas privados han adquirido un rol de acreedores principales, ubicándose incluso por encima de los prestamistas multilaterales y estatales. Esta situación ha llevado a litigios agresivos por parte de algunos de estos tenedores de bonos, dificultando la reestructuración de la deuda de los países en dificultades.

Una urgencia: repensar la arquitectura financiera global

En la actualidad, no existe un mecanismo que permita suspender pagos de deuda mientras se negocian mejores condiciones financieras, lo que obliga a los países a recortar o incluso paralizar sus programas de desarrollo para evitar el impago de sus obligaciones crediticias.

Para abordar este problema, se han propuesto medidas como la suspensión de los intereses mientras se desarrollan negociaciones, pero estas iniciativas aún no han logrado implementarse a gran escala. Desde la UNCTAD, se enfatizó la necesidad de avanzar en reformas estructurales que permitan una gestión más equitativa y sostenible de la deuda global.

En este contexto, la secretaria general instó a los asistentes a la próxima Conferencia Internacional de Financiamiento al Desarrollo, que se celebrará en Sevilla en junio, a presentar soluciones concretas que permitan transformar el actual sistema financiero. "Detrás de nosotros queda un modelo que necesita reformas urgentes; frente a nosotros, la oportunidad de construir una estructura que beneficie a las personas y a la estabilidad económica, en lugar de alimentar la especulación y los impagos recurrentes", concluyó Grynspan.

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