El cambio climático es uno de los desafíos más críticos que enfrenta la humanidad en el siglo XXI. Provocado principalmente por la emisión de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono y el metano, el calentamiento global está alterando drásticamente los patrones climáticos de nuestro planeta. Los efectos de esta crisis son numerosos y preocupantes: desde el aumento de la temperatura media global y la fusión acelerada de los glaciares, hasta fenómenos meteorológicos extremos como huracanes, sequías y olas de calor. Estos cambios no solo amenazan la biodiversidad y los ecosistemas, sino que también ponen en peligro la salud, la seguridad alimentaria y la infraestructura de millones de personas en todo el mundo. A medida que los impactos del cambio climático se intensifican, la necesidad de acciones inmediatas y efectivas se vuelve cada vez más urgente.
A pesar de la abundancia de investigaciones que subrayan la urgencia de proteger el planeta, la acción efectiva sigue siendo insuficiente. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha informado recientemente que existe un 47% de probabilidades de que la temperatura media mundial durante el quinquenio 2024-2028 supere en 1,5 °C la de la era preindustrial, frente al 32% del informe del año pasado para el período 2023-2027.
Según el informe anual de la OMM sobre el estado del clima mundial, esa probabilidad aumenta al 80% cuando se considera que la temperatura media anual del planeta supere “temporalmente” los 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales durante al menos uno de los próximos cinco años. Además, hay un 86% de probabilidades de que al menos uno de estos años establezca un nuevo récord de temperatura, superando a 2023, el año más cálido registrado hasta ahora. De hecho, la temperatura media mundial de junio de 2023 a mayo de 2024 fue la más alta registrada, con 1,63 °C por encima de la media preindustrial de 1850-1900, según el conjunto de datos ERA5 de Copernicus Climate Change.
Ante esta preocupante situación, surge la pregunta: ¿Cuál es el problema? Los líderes mundiales se comprometieron en el Acuerdo de París a mantener la temperatura media mundial por debajo del umbral de los 2 grados centígrados, ya que superar esa cifra haría que el cambio climático sea cada vez más peligroso para la humanidad y la supervivencia del planeta. En el mismo acuerdo, se comprometieron a continuar los esfuerzos para limitar el aumento a 1,5 grados.
Las primeras consecuencias, visibles en los últimos años y meses, son claras. Con los niveles actuales de calentamiento global, ya se están produciendo efectos devastadores sobre el clima: olas de calor, precipitaciones y sequías más extremas; reducción de las capas de hielo, del hielo marino y de los glaciares; aceleración de la subida del nivel del mar y calentamiento de los océanos.
La diferencia entre 1,5° y 2° podría determinar la extinción o supervivencia de algunas comunidades costeras y pequeños Estados insulares, y destruir los medios de subsistencia de 300 millones de personas. Los expertos lo explican con claridad: los 1,5° no son una meta ni un objetivo, sino un límite físico. “Detrás de estas estadísticas se esconde la sombría realidad de que estamos muy lejos de cumplir los objetivos fijados en el Acuerdo de París”, afirmó el Secretario General Adjunto de la OMM, Ko Barrett.
Barrett comentó que "debemos hacer urgentemente más para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, o pagaremos un precio cada vez más alto en términos de billones de dólares en costes económicos, millones de vidas afectadas por un clima más extremo y grandes daños al medio ambiente y la biodiversidad." A pesar de los preocupantes datos del informe, la inacción sigue siendo una constante en gran parte del mundo. Tras conocer los detalles del informe, el Secretario General de la ONU afirmó que “estamos jugando a la ruleta rusa” con el planeta.
Por su parte, Carlo Buontempo, director del Servicio de Cambio Climático de Copernicus, reconoció que vivimos tiempos sin precedentes. Sin embargo, destacó que también “disponemos de una habilidad sin precedentes para vigilar el clima y esto puede ayudar a informar nuestras acciones”. Buontempo añadió que “esta serie de meses más calurosos se recordarán como comparativamente fríos, pero si conseguimos estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera en un futuro muy próximo, podríamos volver a estas temperaturas 'frías' a finales de siglo".
