La desigualdad ha experimentado un alarmante incremento a nivel global en los últimos tiempos. En varios rincones del mundo, nos enfrentamos a una crisis alimentaria en constante crecimiento y de consecuencias devastadoras. Los conflictos, las crisis económicas, los estragos del cambio climático y el aumento en los precios de los alimentos convergen para dar lugar a una emergencia alimentaria sin precedentes, agudizando las crisis humanitarias en todas partes y dejando a millones de familias en una situación desesperada. Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), alrededor de 783 millones de personas padecen hambre crónica.
Los números que reflejan esta realidad son desgarradores:
Expertos explican que a nivel global, los conflictos, los efectos del cambio climático y las crisis económicas se retroalimentan en una espiral que agrava las crisis humanitarias y deja a millones de personas necesitadas de asistencia. A esto se suma el constante incremento en los precios de los alimentos, lo cual ejerce una presión adicional. Por ejemplo, el PMA ahora gasta un 44% más para adquirir la misma cantidad de alimentos que antes de la pandemia, lo que significa que, con el mismo presupuesto, antes podían alimentar a cinco personas y ahora solo a tres.
Los países más pobres son los más afectados por este aumento, especialmente aquellos que sufren conflictos violentos, eventos climáticos extremos y desplazamientos forzados. Según el informe "Price Shocks" de World Vision, una cesta básica de alimentos que requeriría 1,5 horas de trabajo en Australia, Irlanda o Singapur, implicaría para un trabajador promedio 36 días de trabajo en Burundi y 25 días en la República Centroafricana.
La subida de precios de los alimentos tiene consecuencias devastadoras, especialmente para los más vulnerables. "Los niños y niñas expuestos al hambre tienen más probabilidades de ser forzados al matrimonio infantil o al trabajo infantil, mientras luchan por encontrar suficiente comida cada día. Los alimentos básicos como la leche, los huevos o el pollo no deberían ser considerados un lujo, sino accesibles para todos como parte de una dieta equilibrada", señala Eloisa Molina, directora de Comunicación de World Vision.
Las mujeres y las niñas son las más vulnerables a los efectos de la inseguridad alimentaria. "Las causas y consecuencias de la inseguridad alimentaria están estrechamente ligadas al género: los países con mayores niveles de inseguridad alimentaria son aquellos con una mayor desigualdad de género", explica Fernando Álvarez, director de Marketing y Fundraising de Plan International.
Las normas de género preexistentes hacen que las mujeres y las niñas sufran de manera desproporcionada los impactos directos e indirectos de la inseguridad alimentaria. Los hogares liderados por mujeres o niños y niñas, especialmente en comunidades desplazadas, así como las mujeres y niñas con discapacidades, enfrentan barreras más altas para acceder a los alimentos.
La realidad es que casi el 30% de las mujeres en todo el mundo sufren inseguridad alimentaria de moderada a grave. "La promesa de acabar con el hambre se aleja en un mundo donde la ayuda oficial al desarrollo se estanca", advierte Pilar Orduña, responsable humanitaria de Oxfam Intermón. "Además, la desigualdad aumenta y vemos cómo los mil millonarios acumulan cada vez más riquezas a expensas del resto de la población".
Ante esta situación, organizaciones como el Comité de Emergencia, Aldeas Infantiles SOS, Educo, Médicos del Mundo, Oxfam Intermón, Plan International y World Vision, urgen a un liderazgo internacional y una voluntad política para abordar de manera inmediata las causas profundas del hambre, ofreciendo soluciones sostenibles y colaborativas. Porque más allá de las graves consecuencias en la salud, el hambre también afecta el acceso a la educación y viola derechos fundamentales, especialmente para los más vulnerables, como la infancia y las mujeres.
Para colaborar con el Comité de Emergencia:
Ahora más que nunca, la ayuda que está brindando el Comité de Emergencia Español y sus ONG miembros es imprescindible para asegurar y proteger a las personas afectadas por las consecuencias de la crisis del hambre. Se puede colaborar por diferentes vías: