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El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en un informe presentado el pasado martes 7 de febrero advierte que la principal rebaja debe venir de la industria farmacéutica, sanitaria y agrícola. De no conseguirse, se perderán diez millones de vidas en un cuarto de siglo, habrá una caída del PIB de 3,4 billones de dólares anuales y un aumento de la pobreza extrema de 24 millones de personas.
Reducir la contaminación, fundamental para combatir las bacterias y prevenir enfermedades

Las enfermedades han ido mutando a lo largo del tiempo y cada vez son más frecuentes la aparición de nuevas patologías, dolencias y hasta pandemias. Según un informe publicado recientemente por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), hasta diez millones de personas podrían morir anualmente de aquí a 2050 debido a la resistencia a los medicamentos que han desarrollado algunas bacterias y otros microbios.El estudio se centra en las dimensiones medioambientales de los antimicrobianos, que es como se conoce a las bacterias, virus, hongos y parásitos que dejan de responder a los medicamentos.

Para reducir esas alarmantes cifras, el documento destaca la necesidad de reducir la contaminación, especialmente la generada por los sectores farmacéutico, sanitario y agrícola. La situación es preocupante y los expertos afirman que no hay tiempo que perder. En este escenario, el PNUMA pide que se refuercen las medidas para reducir la aparición, transmisión y propagación de "superbacterias" (cepas de bacterias que se han hecho resistentes a todos los antibióticos conocidos) y otros casos de antimicrobianos, que ya se están cobrando un grave tributo en la salud humana, animal y vegetal.

La publicación explica que el creciente uso y abuso de antimicrobianos y otros factores de estrés microbiano (por ejemplo, la presencia de metales pesados y otros contaminantes) crean condiciones favorables para que los microorganismos desarrollen resistencia. Esto, a su vez, plantea graves amenazas para la salud humana, animal, vegetal y medioambiental, la inocuidad de los alimentos, la seguridad alimentaria y la prevención, preparación y respuesta ante pandemias. Los sectores farmacéutico, agrícola y sanitario son los principales impulsores del desarrollo y la propagación de los antimicrobianos en el medio ambiente, junto con los contaminantes procedentes de sistemas deficientes de saneamiento, alcantarillado y residuos municipales.

Como siempre, la desigualdad está a la orden el día. Tal como ocurre en otras problemáticas, la injusticia atraviesa también la salud. Los investigadores afirman que la resistencia de los microbios afecta de manera desproporcionada a los países de renta baja y media y contribuye a casi cinco millones de muertes al año.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los antimicrobianos se encuentran entre las diez principales amenazas mundiales para la salud. En 2019, se estima que 1,27 millones de muertes en todo el mundo se atribuyeron directamente a infecciones resistentes a los medicamentos. En general, casi cinco millones de muertes se asociaron con esa resistencia. Si el panorama no cambia, se espera que para 2050 se produzcan unos 10 millones de muertes directas adicionales al año, lo que equivale al número de muertes causadas globalmente por el cáncer en 2020.

Hacer frente a los antimicrobianos requiere una respuesta multisectorial que reconozca que la salud de las personas, los animales, las plantas y el medio ambiente están estrechamente relacionados y son interdependientes. En este sentido, el documento contiene medidas para hacer frente tanto al deterioro del entorno natural como al aumento de la resistencia a los antibióticos, centrándose en abordar las principales fuentes de contaminación derivadas de un saneamiento deficiente, las aguas residuales y los residuos comunitarios y municipales.

Las recomendaciones incluyen:

  • La creación de marcos sólidos de gobernanza, planificación, reglamentación y legislación a nivel nacional
  • El aumento de los esfuerzos mundiales para mejorar la gestión integrada del agua
  • El establecimiento de normas internacionales sobre lo que constituye un buen indicador microbiológico de antimicrobianos a partir de muestras ambientales
  • La exploración de opciones para reorientar las inversiones, incluso para garantizar una financiación sostenible

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