El mundo es un lugar cada vez más hostil para muchos. La injusticia se ha propagado como un virus imparable y las múltiples crisis son moneda corriente en diversas latitudes. En este escenario, por primera vez en los 32 años que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lleva calculándolo, el Índice de Desarrollo Humano, que mide la salud, la educación y el nivel de vida de una nación, disminuyó a nivel mundial durante dos años consecutivos. El Desarrollo Humano ha retrocedido a niveles de 2016, revirtiendo gran parte de los avances hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Este dato refleja una crisis cada vez más profunda para diversas regiones, especialmente para América Latina y el Caribe, el África subsahariana y el sur de Asia. Los expertos vaticinan que, si no se produce un drástico cambio de rumbo, puede que nos dirijamos hacia un futuro con aún más privaciones e injusticias.
El último Informe sobre Desarrollo Humano, “Tiempos inciertos, vidas inestables: configurar nuestro futuro en un mundo en transformación”, presentado ayer, 8 de septiembre, por el PNUD, advierte de la existencia de múltiples capas de incertidumbre interconectadas entre sí que están provocando una desestabilización sin precedentes. Según los datos recabados en la investigación, los últimos dos años han resultado devastadores para miles de millones de personas en todo el mundo, con la pandemia de la COVID-19 seguida por la guerra en Ucrania y su interrelación con enormes transformaciones sociales y económicas, amenazantes cambios a nivel planetario, y un extraordinario avance de la polarización.
Entre las principales razones de la crítica situación que atravesamos como humanidad, el equipo de expertos del PNUD destaca: en primer lugar, las oleadas de nuevas variantes de COVID-19 y las transformaciones que esto trae consigo, en segundo lugar, el colapso de la biodiversidad y, por último, los conflictos armados. Las tres capas que plantea el actual “conjunto de incertidumbres" son: los peligrosos cambios planetarios, la transición a nuevas formas de organización de las sociedades industriales y la agudización de la polarización política y social.
El documento afirma que, si bien hay países más afectados que otros, no se trata de una problemática de una región en particular, más bien todo lo contrario: el retroceso es prácticamente universal. La publicación estima que más del 90 por ciento de países registran un deterioro de los niveles de su IDH en 2020 o en 2021, y más del 40 por ciento en ambos años, una demostración de que la crisis sigue empeorando para muchos. Si bien se observa que algunos países están empezando a recuperar el terreno perdido, lo cierto es que la recuperación es parcial y desigual, lo que amplía aún más las brechas en el desarrollo humano a nivel global. América Latina, el Caribe, África Subsahariana y Asia Meridional se han visto especialmente impactadas según el informe.
Al respecto, Achim Steiner, Administrador del PNUD explicó: “El mundo trata desesperadamente de responder a las sucesivas crisis. Con las crisis inflacionaria y energética hemos visto que, si bien es tentador adoptar medidas de corto plazo, como los subsidios a los combustibles fósiles, tales respuestas están retrasando los cambios sistémicos a largo plazo que es preciso adoptar. Nos encontramos paralizados a nivel colectivo para realizar estos cambios. En un mundo definido por la incertidumbre es necesario que renovemos nuestro sentido de la solidaridad si queremos abordar estos desafíos interconectados y comunes.”
Finalmente, el Informe examina por qué que no se están produciendo los cambios necesarios y ofrece muchas razones, como la mutua interconexión entre inseguridad y polarización y su impacto en la erosión de la solidaridad y la acción colectiva necesarias para combatir las crisis a todos los niveles. Nuevos cálculos muestran, por ejemplo, que las personas con una mayor sensación de inseguridad son más propensas a caer en el extremismo político. Para trazar un nuevo rumbo mundial, el Informe recomienda:
Cambiar el rumbo de la humanidad es posible. Para transformar el mundo y hacer que este sea un lugar –al menos un poco- mejor, será preciso “Navegar esta incertidumbre, redoblar nuestra apuesta por el desarrollo humano y mirar más allá de mejorar la riqueza o la salud de las personas”, explica Pedro Conceição, autor principal del Informe. “Estos objetivos siguen siendo importantes. Pero es preciso también proteger el planeta y proporcionar a las personas herramientas que les permitan sentirse más seguras, recuperar la sensación de control sobre sus vidas, y tener esperanza en el futuro” concluye le experto.
***Para acceder al Informe completo sobre Desarrollo Humano 2022 y el análisis del PNUD pincha aquí: https://hdr.undp.org/human-development- report-2021-22