Todo el mundo que me conoce me llama “optimista” y “positivo”, y voy a intentar serlo también a la hora de redactar estas líneas, por lo que ruego al lector que, a pesar de lo serio de algunos de los contenidos aquí descritos, me acompañe hasta los últimos párrafos. Llevo algún tiempo preguntándome sobre el grado de cumplimiento, utilidad, necesidad, realidad, contundencia, oquedades, fortalezas, debilidades, diferencias, relieves y otros puntos de vista sobre los archimencionados ODS: Objetivos de Desarrollo Sostenible. El término “sostenibilidad” lo dejaremos para otra ocasión, porque también ya ha recibido mucha atención y foco, y es cuestión que está en el candelero, día sí, y día también. Mi reflexión va más por los otros dos integrantes del nombre: “desarrollo” y “objetivos”.