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Lamentablemente, la respuesta es sí. Un nuevo informe de Oxfam Intermón publicado el pasado 23 de mayo, titulado “Beneficiarse del sufrimiento” elaborado con motivo de la reunión del Foro Económico Mundial, denuncia que cada 30 horas la pandemia genera un nuevo milmillonario, mientras que, al mismo ritmo, un millón de personas podrían caer en la pobreza extrema en 2022. La crisis no es crisis para todos. Mientras el costo de los productos básicos aumenta a una escala pocas veces vista en la historia reciente, la riqueza de los poderosos de los sectores de la alimentación y la energía aumenta en mil millones cada dos días. El crecimiento económico exponencial de un sector a costa del hambre de una gran parte de la población mundial es inaceptable. Ante esto, la ONG elabora una serie de recomendaciones para los Gobiernos.
¿Alguien se beneficia con la crisis mundial?

La desigualdad se ha vuelto paisaje cotidiano. El dolor ajeno pareciera cada vez estar más lejos y así la pandemia de la apatía avanza sin vacunas que la detengan. Un nuevo informe de Oxfam nos muestra, como de costumbre, la realidad más cruda. “Beneficiarse del sufrimiento” publicado con motivo de la reunión del Foro Económico Mundial, aporta datos inaceptables: casi un millón de personas podría caer en la pobreza extrema en 2022, al mismo ritmo al que la pandemia ha ido creando un nuevo milmillonario (uno cada 30 horas).

Los milmillonarios se reunieron en persona por primera vez en los dos últimos años en Davos (Suiza) y tienen mucho que celebrar. A lo largo de la pandemia de la COVID-19, su riqueza se ha disparado hasta alcanzar unos niveles sin precedentes, afirma el documento. La pandemia, que para la mayor parte de la humanidad ha estado marcada por el sufrimiento y ha supuesto una enorme ruptura en sus vidas, ha resultado ser uno de los mejores momentos de la historia para los milmillonarios.

En la otra cara de la moneda, personas de todo el mundo están sufriendo y padeciendo hambre y angustia. Los precios se están disparando en todo el mundo: se ven obligadas a elegir entre recibir tratamiento médico o comer. Las familias tienen que elegir cuál de sus hijas e hijos podrá ir a la escuela (si es que pueden enviar a alguno). La investigación elaborada por Oxfam  denuncia que la crisis global por el aumento del coste de la vida se suma a la originada por la pandemia , en la que hemos visto cómo los Gobiernos y la comunidad internacional no hacían lo suficiente para evitar el mayor aumento de la pobreza extrema en más de 20 años. Este fracaso puede calificarse como catastrófico: más de 20 millones de personas han perdido la vida a causa de la pandemia, y todas las dimensiones de la desigualdad han aumentado de manera desorbitada a nivel mundial.

La nota informativa muestra que 573 personas se convirtieron en milmillonarias durante la pandemia, a razón de un nuevo milmillonario cada 30 horas. En el lado opuesto, este año se espera que 263 millones de personas más se vean sumidas en la pobreza extrema, a un ritmo de un millón de personas cada 33 horas. Evidentemente la crisis no es negativa para todos. Concretamente, según los datos proporcionados por la investigación, la riqueza de los milmillonarios aumentó más durante los 24 primeros meses de la pandemia que durante los 23 años que transcurrieron entre 1987 y 2010. La riqueza total que actualmente acumulan los milmillonarios de todo el mundo equivale al 13,9 % del PIB mundial, habiéndose triplicado desde el año 2000, cuando suponía el 4,4 %.

Pero no son meras cifras, las desigualdades matan, contribuyendo a la muerte de al menos una persona cada cuatro segundos. Solo son inmunes los más ricos. No solo no les afectan las crisis, sino que, objetivamente, los milmillonarios se han beneficiado de ellas. Su riqueza se ha disparado, en gran parte por las exorbitantes sumas que los Gobiernos han inyectado en la economía global. Esto ha encarecido los precios de los activos y, a su vez, ha terminado engrosando las fortunas de los milmillonarios. En su informe, Oxfam pone de manifiesto cómo los milmillonarios y grandes empresas de los sectores alimentario, energético, farmacéutico y tecnológico están obteniendo enormes ganancias, mientras el aumento del coste de la vida está perjudicando a la mayor parte de la población mundial.

La investigación también revela que las empresas de los sectores energético, alimentario y farmacéutico (donde los monopolios son especialmente comunes) están logrando beneficios sin precedentes, a pesar de que los salarios de las personas trabajadoras apenas han aumentado y tienen que hacer frente al mayor repunte de precios en décadas, en plena pandemia de la COVID-19. Las fortunas de los milmillonarios de los sectores de la alimentación y la energía se han incrementado en 453.000 millones de dólares en los últimos dos años, lo que equivale a mil millones cada dos días.

Detrás de las cifras se esconden nombres concretos. El informe de la ONG denuncia que cinco de las principales empresas energéticas (BP, Shell, TotalEnergies, Exxon y Chevron) se embolsan en conjunto 2 600 dólares en beneficios cada segundo. Por su parte, hay 62 nuevos milmillonarios en el sector de la alimentación.  Junto a tan solo otras tres empresas, la familia Cargill controla el 70 % del mercado agrícola mundial. El año pasado, Cargill logró los mayores beneficios de su historia (5000 millones de dólares en ingresos netos) y se prevé que la empresa supere de nuevo en 2022 este récord. Solo en la familia Cargill hay 12 milmillonarios, cuatro más que antes de la pandemia. 

El problema no son los pobres, son los ricos.  Los datos que muestra la investigación sobre la desigualdad de riqueza son llamativos.  Según el análisis de Oxfam de los datos más recientes de Forbes:

  • Actualmente hay en el mundo 2668 milmillonarios, 573 más que en 2020, cuando irrumpió la pandemia.
  • Estos milmillonarios acumulan una riqueza conjunta de 12,7 billones de dólares, lo que representa un incremento en términos reales de 3,78 billones de dólares durante la pandemia.
  • La riqueza total de los milmillonarios equivale ahora al 13,9 % del producto interior bruto (PIB) mundial, un importante aumento respecto al año 2000 cuando suponía el 4,4 % .
  • Los 10 hombres más ricos poseen más riqueza que el 40 % más pobre de la humanidad.
  • La riqueza que ostentan los 20 milmillonarios más ricos supera el PIB de toda África subsahariana.
  • Elon Musk, el hombre más rico del mundo, es tan rico que, si perdiese el 99 % de su riqueza, seguiría formando parte del 0,0001 % de las personas más ricas del mundo. Desde 2019, su riqueza ha aumentado en un 699 %.
  • Una trabajadora o trabajador que se encuentre en el 50 % más pobre del mundo tendría que trabajar 112 años para obtener los mismos ingresos que lo que una persona del 1 % más rico consigue en un solo año.
  • La elevada informalidad y el volumen de trabajo de cuidados que recae sobre las mujeres mantiene a 4 millones de mujeres en Latinoamérica y el Caribe fuera del mercado laboral. La mitad de las mujeres trabajadoras racializadas en Estados Unidos gana menos de 15 dólares a la hora.

Los grandes laboratorios han sido los otros vencedores en esta cruzada. La pandemia ha creado 40 nuevos milmillonarios en el sector farmacéutico según los datos aportados por Oxfam. Las empresas farmacéuticas como Moderna y Pfizer se embolsan mil dólares en beneficios cada segundo gracias exclusivamente a su monopolio sobre la vacuna contra la COVID-19, a pesar de que para su desarrollo recibieron miles de millones de dólares de inversión pública. Estas empresas cobran a los Gobiernos por las vacunas hasta 24 veces más del costo potencial de producción de vacunas genéricas contra la COVID-19. El 87 % de las personas en países de renta baja sigue sin haber recibido la pauta completa de la vacuna.

El camino a seguir:

El informe concluye que los Gobiernos tienen suficiente margen de maniobra para actuar y poner freno al crecimiento extremo de la riqueza de los milmillonarios y de los beneficios de las empresas, al mismo tiempo que abordan la crisis sin precedentes del aumento en el coste de la vida que está afectando al mundo. Frente a esta inaceptable y desigual situación, el documento afirma que la acción más urgente y estructural que deben acometer los Gobiernos de manera inmediata es aplicar medidas fiscales altamente progresivas y justas que permitan reinvertir los recursos obtenidos en otras medidas sólidas y de eficacia demostrada dirigidas a reducir las desigualdades, como una protección social y una atención médica universales. Los Gobiernos deben rendir cuentas y proteger los derechos de las personas para garantizar que la recaudación fiscal se emplee de esta manera. Oxfam propone una serie de medidas fiscales progresivas, entre las que destacan:

1. Impuestos excepcionales y de solidaridad sobre las grandes fortunas: Aplicar impuestos solidarios temporales sobre los ingresos extraordinarios de los milmillonarios durante la pandemia para financiar medidas de apoyo a las personas que se enfrentan al aumento de los precios de los alimentos y la energía, así como para financiar una recuperación justa y sostenible tras la pandemia. Argentina ha adoptado un aporte fiscal extraordinario a las grandes fortunas y actualmente está considerando introducir un impuesto sobre los beneficios extraordinarios del sector energético, así como gravar los activos no declarados y ocultos en el extranjero para sufragar la deuda con el FMI. Las personas más ricas han ocultado casi 8 billones de dólares en paraísos fiscales.

2. Poner fin a esta crisis alentada por la maximización de beneficios: introduciendo un impuesto temporal del 90% a los beneficios excesivos y extraordinarios de las grandes corporaciones que permitan capturar los beneficios “caídos del cielo” en todas las industrias y sectores. Oxfam estima que un impuesto de tales características aplicado a 32 corporaciones hubiera generado una recaudación adicional de 104 000 millones de dólares tan solo en 2020.

3. Introducir impuestos permanentes sobre la riqueza para acotar la riqueza extrema y el poder monopolístico: así como las desorbitadas emisiones de carbono de los ricos. Un impuesto anual sobre el patrimonio (comenzando en tan solo un 2 % para las fortunas millonarias y llegando al 5 % en el caso de las milmillonarias) podría generar 2,52 billones de dólares cada año, suficiente para ayudar a salir de la pobreza a 2300 millones de personas, producir vacunas para todo el mundo y proporcionar servicios de salud y protección social universales a la población de los países de renta media-baja y baja.

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