La emergencia climática es un hecho ya ineludible. Si bien muchos informes muestran que hay efectos que ya son irreversibles, no hay que perder la esperanza. La buena noticia es que, cada vez más, surgen ideas innovadoras para una acción conjunta y el compromiso ciudadano ha aumentado considerablemente en el último tiempo.
La Tierra se enfrenta a una "triple crisis planetaria": la alteración del clima, la pérdida de naturaleza y biodiversidad, y la contaminación y los residuos. "Esta triple crisis amenaza el bienestar y la supervivencia de millones de personas en todo el mundo. Los componentes básicos de una vida feliz y saludable —agua limpia, aire puro, un clima estable y predecible— están sumidos en el caos, lo que pone en peligro los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, advierte el Secretario General de la ONU en su mensaje para el Día de la Tierra de 2022, el pasado viernes 22 de abril. En medio de un contexto poco alentador respecto a la situación medioambiental, Naciones Unidas propone una seria de iniciativas innovadoras para contribuir a restaurar el planeta.
1. Conversión de minas de carbón en sumideros de carbono
Esta técnica, conocida como minería de superficie, se utiliza cuando el carbón está a menos de 60 metros bajo tierra. Grandes máquinas retiran la capa superior del suelo y las capas de roca, y dejan al descubierto las capas de carbón. Además, los mineros pueden dinamitar las cimas de las montañas y eliminarlas para acceder a los filones de carbón.Tras la extracción, lo que antes era un bosque pasa a convertirse en pastizales compuestos a menudo por especies no autóctonas.
Hace veinte años, una fotografía de satélite del extremo suroccidental de Australia que mostraba la enorme extensión de vegetación natural perdida a causa de las actividades humanas desde el asentamiento europeo inspiró a un grupo de activistas a formar Gondwana Link. La imagen revelaba cómo dos tercios de la vegetación de la región habían sido talados a lo largo de miles de kilómetros y, en gran parte de la región agrícola, en muchas zonas, quedaba menos del 5 o 10% de su matorral original (zonas naturales no desarrolladas). Sin embargo, se dieron cuenta también de que muchos focos de biodiversidad permanecían intactos en zonas de conservación, aunque desconectados, a lo largo de 1000 kilómetros.
Conscientes de que, si no se reconectan estas zonas, podrían perderse muchas especies, Godwana Link se puso a trabajar para proteger y restablecer estas áreas. "Los hábitats se protegen, se gestionan, se restauran y se reconectan a lo largo del gradiente climático por el que se moverá la vida silvestre ante el cambio climático, desde los bosques semiáridos hasta los altos bosques húmedos", explica el director general Keith Bradby a Noticias ONU.
Asimismo, han comprado más de 20.000 hectáreas de tierras de cultivo para cubrir los vacíos de hábitat esencial, con grandes franjas bajo plantación de restauración y la vida silvestre ya está regresando. Se están plantando áreas extensas y la fauna ya está regresando a su hábitat.
Los arrecifes de coral se cuentan entre los ecosistemas biológicamente más diversos y valiosos de la Tierra, y albergan el 25% de toda la vida marina. Están en peligro de desaparecer a finales de siglo en todo el mundo por causa del aumento de la temperatura y la acidez de los océanos debidos al cambio climático. Su pérdida tendría consecuencias devastadoras no solo para la vida marina, sino también para más de mil millones de personas que se benefician directa o indirectamente de los arrecifes en el mundo. En el sur de Belice, Fragments of Hope está volviendo a sembrar con éxito arrecifes devastados al plantar corales genéticamente robustos, diversos y resistentes.
Lisa Carne, buceadora y fundadora de la organización, explica que además de los eventos masivos de blanqueamiento de corales y los huracanes en la región, vio que algunos corales se recuperaban. Desde principios de la década del 2000, Carne y otras buceadoras y biólogas marinas de la ONG han cultivado corales sanos en viveros y los han trasplantado a mano en aguas poco profundas.
Hoy, hay más de 49.000 fragmentos de coral cultivados en viveros que se han plantado con éxito en el Parque Nacional Laughing Bird Caye, convirtiéndolo una vez más en un destino turístico atractivo con corales prósperos y abundante vida marina. Estos corales tienen más de seis años de supervivencia.
En las montañas de los Andes en América del Sur se produce otro caso de esfuerzos de restauración y conservación a gran escala: las comunidades locales de cinco países diferentes están trabajando juntas para cultivar y plantar árboles oriundos y proteger sus fuentes de agua.
“Los bosques autóctonos se han perdido en gran medida en los Andes durante los últimos 500 años, después de la conquista española. Con el rápido derretimiento de los últimos glaciares andinos, la seguridad del agua se está convirtiendo en un problema importante para las comunidades locales e incluso para las principales ciudades sudamericanas”, dice a Noticias ONU Constatino Aucca Chutas, cofundador de la ONG Acción Andina.
Aucca explica que los bosques originales, especialmente las especies de Polylepis —arbustos y árboles que son endémicos de las regiones de altura media y alta de los Andes tropicales— y los humedales ayudan a crear y almacenar grandes cantidades de agua alrededor de sus raíces, suelos y musgo. “Son nuestros mejores aliados para adaptarnos al cambio climático y ayudarán a asegurar el agua para nuestros medios de subsistencia en las próximas décadas. Pero tenemos que recuperarlos”, destaca. Y eso es exactamente lo que está haciendo Acción Andina: para fines de 2022, habrán sembrado más de seis millones de árboles originarios a lo largo de los Andes. Su objetivo es proteger y restaurar un millón de hectáreas de bosques.
Las praderas marinas proporcionan alimento y refugio a muchos organismos marinos. Son ecosistemas multifuncionales y, a menudo, se denominan hábitats de cría porque suelen albergar peces jóvenes, especies de peces más pequeñas e invertebrados.
Los pastos marinos realizan la fotosíntesis de la misma manera que lo hacen las plantas terrestres, utilizando la luz solar para sintetizar nutrientes a partir de dióxido de carbono y agua y liberando oxígeno. En los últimos 40 años, el mundo ha perdido un tercio de las praderas marinas debido a la presión sostenida del desarrollo costero, la disminución de la calidad del agua y, por supuesto, el cambio climático. En el Reino Unido, Project Seagrass ha estado trabajando durante una década para revertir esa tendencia. Con la ayuda de más de 3000 voluntarios, ha logrado plantar más de un millón de semillas de pastos marinos y crear conciencia sobre la importancia de estas plantas.
Evidentemente, no todo está perdido. Naciones Unidas Estos concluye que estas son solo cinco ejemplos, pero hay miles de personas y organizaciones que ya están trabajando en el terreno, marcando la diferencia para proteger nuestro planeta.