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“El tejido de la vida”, una noción vital para transformar el mundo

En medio de un océano de términos vinculados al medioambientey la crisis climática, a veces, navegamos sin rumbo: Calentamiento global, sostenibilidad, Agenda 2030, ODS, Pacto Europeo, Acuerdo de París, emisiones de carbono, cero neto, ESG, y la lista podría seguir.  El exceso de información y el bombardeo mediático sin contenido profundo no siempre es útil. Hay algo que está claro y es que el cambio climático ya está aquí, sus efectos son palpables y debemos actuar en consecuencia con compromiso y responsabilidad. Hay una sensación generalizada de que el tiempo se está acabando, y ciertamente es así.

El pasado mes de marzo, en Ginebra, las 196 partes del Convenio de las Naciones Unidas (ONU) se reunieron para debatir el Marco Mundial de la Biodiversidad para preparar la segunda parte de la Conferencia de la ONU sobre Biodiversidad (COP 15) en Kunming, China.  En este contexto, la bióloga argentina Sandra Díaz, que integra varias entidades científicas, entre las que se encuentran el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, galardonada a nivel internacional, entre otros reconocimientos con el  Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación en 2021, publicó una editorial en la Revista científica a Sciencie de la American Association for the Advancement of Science,  ( Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia) en la cual introduce un interesante concepto: “el Tejido de la vida.

La bióloga afirma que los responsables políticos y la ciudadanía a nivel global están cada vez mejor informados sobre la naturaleza, pero esto no se ha traducido en una ralentización de su rápido deterioro. La ecuación no es tan sencilla. Si bien la consciencia medioambiental es cada vez mayor, la explotación desmedida de los recursos naturales y la contaminación también crecen. En este contexto, Díaz explica que la mayoría de los objetivos de biodiversidad que han atraído la atención del público no dan cuenta de la conexión entre los seres humanos y otros organismos, o entre diferentes lugares y pueblos a través de los cuerpos vivos. Esto supone un gran problema, continúa la experta argentina que analiza que la comprensión pública es crucial porque para lograr el cambio transformador que piden casi todos los informes medioambientales recientes, todos los sectores de la sociedad - no sólo académicos y políticos-deben participar en las decisiones sobre el futuro de la vida en la Tierra.

El problema, entre otros, según Díaz, está en la necesidad de comunicar mejor. Es ante esta inquietud que propone la noción de "tejido de la vida". Esta se ha utilizado durante mucho tiempo para referirse al conjunto de los seres vivos. El tejido de la vida en la Tierra se ha descrito como "tejida por procesos naturales a lo largo de muchos millones de años y en conjunción con las personas, nuestros medios de vida, nuestras instituciones, nuestras historias. La bióloga sostiene que esta expresión está empezando a surgir en la interfaz de la ciencia y la política. Así pues, lejos de ser una figura retórica pintoresca, esta expresión podría ser una metáfora útil, oportuna y procesable para facilitar un cambio transformador.

La autora se pregunta ¿Por qué insistir en las metáforas en un momento en que cada día de inacción cuenta? A lo cual responde de manera categórica: Porque la acción es urgente y las metáforas ayudan a dar sentido al mundo. Proporcionan un andamiaje para el pensamiento, que a su vez enmarca la acción.  En esta línea, el tejido de la vida pone de manifiesto nuestro profundo parentesco evolutivo y nuestra dependencia física y cultural del resto del mundo viviente. Aunque no pretende sustituir el término "biodiversidad", a decir de la experta, en la investigación ecológica, una metáfora que resuene mejor con otras disciplinas y sectores de la sociedad puede suscitar nuevas preguntas, atraer la imaginación del público de forma inspiradora, y movilizar acciones significativas.

Díaz asume que, en el contexto de las próximas reuniones de la ONU, la noción de la trama de la vida podría ayudar a diseñar un conjunto más potente de objetivos, acciones e indicadores en las estrategias intergubernamentales sobre biodiversidad. Las pruebas de la existencia de profundas conexiones entre las personas y el resto del mundo viviente en todas partes, son abrumadoras. Sin embargo, la interfaz ciencia-política aún no se ha puesto al día concluye Sandra Díaz. Es preciso continuar y profundizar este debate para así lograr "retejer" el tejido de la vida.

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