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Si bien la pandemia aún no ha terminado, las economías mundiales ya están comenzando a salir de la peor parte de la crisis. Se avecinan tiempos de nuevas definiciones y un informe publicado por la Consultora McKinsey afirma que estos serán los tres objetivos prioritarios en este nuevo escenario global: crecimiento, sostenibilidad e inclusión. El punto es que, aunque muchos estén de acuerdo en general con la aspiración, hay una pregunta muy difícil que acecha en el fondo: ¿Cómo podemos construir un futuro que ofrezca crecimiento, sostenibilidad e inclusión? Un grupo de expertos de la consultora propone algunas claves para esbozar respuestas a este interrogante.
El círculo virtuoso del crecimiento sostenible

Las economías del mundo entero se han visto afectadas por la pandemia de coronavirus. Excepto contadas excepciones, en términos generales, el crecimiento se ha detenido a escala mundial. A casi dos años de la llega de la COVID19, poco a poco, el mundo comienza a levantarse. En este contexto, la reconstrucción trae consigo la posibilidad de la reinvención. ¿Cómo queremos constituir nuestras economías? ¿Qué poner en el centro? ¿Es posible lograr un crecimiento sostenible? 

Un informe publicado a finales del pasado 2021 por un grupo de expertos de la Consultora Mckinsey afirma que los tres elementos centrales a tener en cuenta de cara a este momento histórico son la sostenibilidad, el crecimiento y la inclusión. En primer lugar, el documento sostiene que estos tres elementos están profundamente conectados y no pueden verse como una contrapartida. Pensemos en esto: sin crecimiento, ¿cómo podríamos alcanzar la prosperidad y el bienestar o pagar las transiciones necesarias para hacer la economía más sostenible e inclusiva? Sin sostenibilidad, ¿cómo podríamos modelar el crecimiento para la generación actual y las siguientes? Y, por último, sin inclusión -una oportunidad de trabajo productivo y una vida satisfactoria para todos los ciudadanos-, ¿cómo podríamos garantizar la demanda necesaria para impulsar el crecimiento? El informe afirma de manera categórica que llegar a un mundo en el que el crecimiento, la sostenibilidad y la inclusión formen una dinámica poderosa es el imperativo de la próxima era de los negocios.

Antes que nada, es preciso aclarar que el informe comprende al crecimiento como la ambición de aumentar la prosperidad y el bienestar, incluyendo el crecimiento de los beneficios económicos para las empresas, el crecimiento del PIB para las naciones, así como medidas como la satisfacción de la vida de los ciudadanos, derivadas en parte de la dignidad del trabajo (al tiempo que reconocemos que las definiciones mensurables del bienestar aún están evolucionando). En cuanto a la inclusión, consideran la igualdad de oportunidades y el progreso generalizado de los resultados para todos -especialmente la suficiencia de los niveles de vida- y la reducción de las desigualdades entre géneros, edades, etnias, orígenes familiares y lugares de residencia.Por último, en cuanto a la sostenibilidad, se incluye la resiliencia medioambiental, que comienza con la reducción del riesgo climático, pero también incluye la preservación mucho más amplia del capital natural, así como la equidad intergeneracional, todo ello considerado en términos de costes y beneficios económicos y sociales.

Si bien desde el punto de vista teórico la propuesta es perfecta, lo cierto es que acelerar el crecimiento, la sostenibilidad y la inclusión son retos increíblemente difíciles por sí mismos. Afortunadamente, pensadores, estrategas, activistas y muchos otros en todo el mundo -soñadores y hacedores- están trabajando en ello. Los expertos de la consultora explican que para lograr estos desafíos el mundo tendrá que enfrentarse a algunos problemas simultáneamente: en primer lugar, el crecimiento es esquivo. En las economías maduras del G-7, el crecimiento del PIB se ha reducido a la mitad, hasta el 1% anual de media, desde la crisis financiera mundial de 2008. Lo mismo ocurre en las economías emergentes: a pesar de algunas excepciones, como China e India, el crecimiento en las economías emergentes en general ha sido menor recientemente que a principios de la década de 2000.

En segundo lugar, la pobreza sigue siendo endémica, a pesar de los progresos realizados. Más de 600 millones de personas seguían viviendo en la pobreza extrema en 2017. Y en 2020, otros 100 millones de personas aproximadamente se unirán a ellos como resultado de la pandemia de COVID-19. Esta situación persistirá a menos que los líderes actuales creen suficientes puestos de trabajo con salarios decentes, así como un contrato social sólido que garantice el acceso a una vivienda asequible, a la asistencia sanitaria y a la energía para los quintiles inferiores de la población, dependiendo del país.

Ante este panorama, el informe afirma que garantizar un futuro sostenible requerirá una inversión masiva.  Aunque no será fácil, tampoco es imposible. El crecimiento sostenible e integrador puede potenciarse creando un circulo virtuoso que genere prosperidad y éxito. En este sentido, los expertos analizan que crear puestos de trabajo significativos y aumentar los ingresos son dos claves indispensables. Las economías emergentes de alto crecimiento han aportado una poderosa prueba de que el crecimiento favorece la inclusión, al reducir en dos tercios la proporción mundial de personas que viven en la pobreza extrema -a menos del 10% de la población mundial- y al dar la bienvenida a cientos de millones a la clase media.

Asimismo, el crecimiento favorece la inclusión. El informe sostiene que corregir las insuficiencias del mercado laboral es el segundo paso a dar. En las economías en crecimiento, las transferencias gubernamentales y las políticas fiscales pueden ayudar a sostener los ingresos de amplias franjas de la población. Un estudio del McKinsey Global Institute reveló que los ingresos reales del mercado se mantuvieron estables o disminuyeron sólo para el 20% o el 25% de los hogares, después de los impuestos y las transferencias; antes de estas transferencias, entre el 60% y el 70% de los hogares vieron disminuir sus ingresos. Durante la pandemia, mientras que los ingresos medios de los hogares estadounidenses se redujeron un 2,9% en 2020, la proporción de personas que vivían en la pobreza disminuyó, después de tener en cuenta la ayuda gubernamental.

Por otra parte, el equipo de la consultora dirá que el crecimiento permite la sostenibilidad al fomentar la inversión. El crecimiento económico refuerza la confianza de los consumidores, el gasto y la demanda, elementos vitales para un clima de inversión saludable, que la transición energética va a necesitar.  Así, la mayor inclusión y la sostenibilidad promueven el crecimiento a través de una nueva demanda y oportunidades de inversión. La sostenibilidad impulsa nuevas oportunidades de negocio en ámbitos como las tecnologías limpias. De este modo, si cada elemento del círculo del crecimiento sostenible e inclusivo logra avanzar, creará refuerzos puramente positivos para los demás.  Aunque en el camino pueden surgir obstáculos, lo cierto es que un futuro sostenible y más equitativo es factible. Háganoslo posible.

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