No podremos hablar de futuro mientras sigamos descuidando la infancia. La desigualdad no da tregua en muchas latitudes a donde los efectos del cambio climático causan estragos. La ONG World Vision ha publicado el informe "Cambio climático, hambre y el futuro de las niñas y los niños", en el cual analiza la relación entre el cambio climático y el riesgo de pasar hambre y presenta las consecuencias a largo plazo de la desnutrición.
Si bien los países económicamente más ricos producen la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero, los efectos del cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos afectan de manera desproporcionada a los países de ingresos bajos y a las comunidades más vulnerables. Para estas comunidades, la dependencia de la producción agrícola local significa un alto riesgo de devastación por los efectos de los fenómenos meteorológicos extremos. Una cosecha fallida tiene consecuencias inmediatas en el comercio local y daños a largo plazo que limitan el acceso a alimentos.El estudio afirma que los niveles de desnutrición aumentan constantemente, con 1.492 millones de niñas y niños menores de cinco años afectados por retraso en el crecimiento y 45 millones con emaciación. Las consecuencias de la inseguridad alimentaria afectan sobre todo a niñas y niños, con problemas como la desnutrición y retraso en el desarrollo, lo que les marca para el resto de sus vidas.
La inseguridad alimentaria es uno de los factores subyacentes más importantes de la desnutrición. UNICEF estimó que, en 2020, más de 200 millones de niñas y niños corrían peligro debido a los efectos de la desnutrición. En este escenario, el informe afirma que la desnutrición ocasiona riesgos importantes para la salud y tiene consecuencias que durarán toda la vida. El hambre crónica, la desnutrición y las deficiencias de micronutrientes a menudo pueden provocar retraso del crecimiento y emaciación, lo que debilita el cuerpo de niñas y niños y ocasiona un desarrollo físico deficiente del esqueleto, del sistema muscular y del cerebro.
El panorama es preocupante y lo más grave es que sólo ha ido empeorando con el tiempo. La investigación muestra que, durante los últimos cinco años, el número de personas que se enfrentan al hambre ha aumentado por primera vez en décadas. Esto se debe, en parte, a las consecuencias del cambio climático que limitan el acceso a alimentos saludables. Si esto continúa, World Vision predice que más de 300 millones de personas podrían enfrentar inseguridad alimentaria para 2030.
Eloisa Molina, coordinadora de comunicación de World Vision España, explica que: “El cambio climático sigue siendo la mayor amenaza para el futuro del planeta, pues aumenta el riesgo de inanición, ya que los fenómenos meteorológicos extremos perturban la agricultura, destruyen los medios de subsistencia, interrumpen las cadenas de suministro alimenticios y desplazan comunidades”. La conclusión es contundente: el cambio climático supone una amenaza directa para el acceso a alimentos nutritivos, lo que hace que la población de los países de bajo nivel económico se enfrente a un riesgo creciente de hambruna e inanición.
El hambre es una crisis infantil, afirman los expertos de World Vision. La mitad de todas las personas que murieron durante la hambruna de 2011 en Somalia eran niñas y niños menores de cinco años. Los niveles de desnutrición aumentan constantemente, con 149,2 millones de niñas y niños menores de cinco años afectados por retraso en el crecimiento y 45,4 millones con emaciación. La inseguridad alimentaria es uno de los factores subyacentes más importantes de la desnutrición y, en un informe reciente sobre el estado mundial de la seguridad alimentaria y la nutrición, los cinco principales órganos de seguridad alimentaria de las Naciones Unidas identificaron la malnutrición en todas sus formas como un desafío mundial.
La investigación concluye que la necesidad de actuar es urgente y que, cuanto más tiempo pase, más difícil será revertir los daños. Los países no podrán salir de la pobreza y mantener su progreso económico si no garantizan que su población esté adecuadamente alimentada. La desnutrición reduce el progreso económico de un país debido a las pérdidas directas de productividad, a las pérdidas por el deterioro de la cognición y a las pérdidas por la reducción de la escolarización.18 Esto se agrava de generación en generación. Así, el documento afirma que diseñar soluciones para el cambio climático que estén centradas en las niñas y los niños es la única forma de abordar estos desafíos de manera significativa.