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Así lo plantea el IV Informe de los Conversatorios del Agua, publicado por el Foro de la Economía del Agua. El documento advierte sobre la necesidad de actuar de manera coordinada ya que la situación es crítica. Algunos de los datos más contundentes muestran que, a nivel mundial, para 2025 más de 263 millones de personas deberán dedicar alrededor de 30 minutos al día a buscar agua y cerca de 2000 millones de personas vivirán en países o en regiones donde la escasez de agua será absoluta.
Ciencia, política y derecho: una tríada fundamental para enfrentar el cambio climático

El cambio climático ha multiplicado los fenómenos meteorológicos extremos, como la sequía y las inundaciones, hasta el punto de que algunos de estos sucesos están dejando de ser extraordinarios para convertirse en cíclicos o incluso en crónicos. De este modo, su abordaje debe transformarse desde la reacción a la prevención. En este contexto, el IV Informe de los Conversatorios del Agua, publicado por el Foro de la Economía del Agua afirma que, para hacerle frente a la emergencia climática, es necesaria una alianza entre la ciencia, el derecho y la política, que permita una gestión hídrica desde la prevención, basada en la evidencia científica.

Los datos son realmente alarmantes: Se espera que para 2025, a nivel mundial, más de 263 millones de personas deban dedicarse más de 30 minutos al día a buscar agua y en 2025, cerca de 2000 millones de personas vivirán en países o en regiones donde la escasez de agua será absoluta. Algunos países, como Chile y España, están especialmente expuestos a los fenómenos climatológicos extremos, debido a la orografía de su territorio.

El documento señala que los fenómenos extremos y los efectos del cambio climático en su sentido más amplio deben comenzar a incluirse en los ordenamientos jurídicos y que, para que su inclusión se realice del mejor modo posible, el derecho siempre debe ir por detrás de la ciencia y la técnica, nutriéndose de sus conocimientos. De la misma manera, y tal como apunta Estanislao Arana, director académico del Foro de la Economía del Agua, “las decisiones políticas deben basarse en la información técnica y científica disponible y alejarse lo más posible de ideologías”.

La investigación hace hincapié en que este escenario de riesgo creciente en el que nos encontramos tiene como causante principal al ser humano, tanto por su acción impulsora del cambio climático, que incrementa los fenómenos extremos, como por actuaciones como la urbanización de espacios inundables, que amplifican sus consecuencias. Para atajar ambos problemas, es necesario un enfoque multidisciplinar, que incluya entre otros aspectos la Biología, el Derecho y la Ordenación del territorio.

El ser humano se ha convertido en un fabricador de espacios de riesgo, sobre todo desde la segunda mitad del siglo XX, afirman los expertos. Además de su innegable acción en el calentamiento global del planeta, la humanidad es la responsable directa de acciones que amplifican este efecto: se han invadido espacios de inundación y territorios fluviales y se han practicado explotaciones agrícolas y modelos de urbanización por encima de las capacidades de agua, generado mucha más vulnerabilidad ante la peligrosidad natural.

Las y los expertos del Foro de la Economía del Agua señalan que, además del incremento de los fenómenos climatológicos extremos, el cambio climático los está cronificando, y por lo tanto modificando el modo más adecuado de actuar frente a ellos. Por ello, advierten sobre la importancia de diferenciar las situaciones extraordinarias, que requieren medidas reactivas, de las crónicas o cíclicas, que pueden prevenirse. Un punto importante que se desprende del IV Informe de los Conservatorios del Agua es la importancia de plantear las situaciones climatológicas extremas desde la prevención y no desde la reacción, e incluir estos fenómenos en la planificación hídrica y del territorio siempre que sea posible.  

Desde el punto de vista político-administrativo, explica el informe, planificación hidrológica y del territorio es esencial para gestionar esta nueva situación, así como un cambio de paradigma que modifique la base de la gestión desde la oferta hacia la demanda. En este sentido, la investigación sostiene que para conseguir una planificación hídrica que parta realmente del agua disponible, la labor de educación es imprescindible. Además de la toma de decisiones a nivel político y legislativo, la inversión en tecnología y la concienciación ciudadana son otros dos pilares básicos para atajar los fenómenos extremos.

 

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