La crisis sanitaria que se desencadenó tras la llegada del coronavirus ha sido, sin lugar a dudas, uno de los efectos más graves. Sin embargo, las secuelas que la pandemia dejó también son medioambientales y de gran complejidad. Para analizar esta situación, la Agencia Europea del Medioambiente (AEMA) ha realizado una investigación que concluyó la publicación de un informe titulado: "Impactos de COVID-19 sobre el plástico de un solo uso en el medio ambiente de Europa".
Según dicho estudio, las respuestas a la COVID-19 han dado lugar a un mayor uso de determinados productos fabricados con plásticos de un solo uso de larga duración. El aumento de la producción y el consumo de mascarillas y guantes, que han sido esenciales para proteger la salud de las personas, y de ciertos tipos de envases alimentarios, ha provocado emisiones adicionales de gases de efecto invernadero y de otro tipo, así como de residuos que pueden dañar los ecosistemas y los animales.
Se trata de un problema por demás complejo, ya que, el uso de estos elementos era indispensable para detener los contagios. El documento explica que las importaciones de mascarillas y guantes en la Unión Europea (UE) se duplicaron con creces durante el primer semestre de la pandemia, y la producción nacional de la UE también aumentó. El informe de la AEMA estima que durante ese periodo se importaron a la UE unas 170.000 toneladas adicionales de mascarillas, es decir, unas 0,75 mascarillas por persona y día, lo que supuso un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero y otros tipos de contaminación.
La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2020), el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC, 2020) y los gobiernos de toda Europa han exigido o recomendado a los ciudadanos el uso de mascarillas en algún momento de la pandemia. Antes de la pandemia de COVID-19, Francia y Alemania eran los únicos países de la UE con una parte considerable de la producción y las exportaciones mundiales de mascarillas (7 % y 2 % de las exportaciones mundiales en 2017, respectivamente).
El vertido de mascarillas y guantes de un solo uso es un efecto secundario visible de su creciente uso. Aunque pueden perderse involuntariamente en el medio ambiente, una encuesta realizada en julio de 2020 reveló que el 5% de las personas en Francia (es decir, más de 2 millones) admitieron haber tirado sus mascarillas en la vía pública . Las máscaras y guantes tirados se encuentran en las calles, en los ríos, en las playas, en las costas y en el mar. Los expertos advierten que los peces y las aves pueden ingerir plásticos blandos y flexibles. Los animales también pueden enredarse físicamente, las mascarillas y los guantes se incluyen ahora como elementos a notificar en el seguimiento de los desechos marinos.
La evaluación de los impactos cuantitativos de las mascarillas de un solo uso en el medio ambiente y el clima no es sencilla, ya que la variedad de diseños y combinaciones de materiales dificulta la obtención de una composición media. Las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la fabricación, el transporte y el tratamiento de residuos de las mascarillas faciales de un solo uso oscilan entre 14 y 33,5 toneladas de dióxido de carbono equivalente (CO2e) por tonelada de mascarillas en función de su composición. La producción y el transporte representan la mayor parte.
Además, el estudio advierte que la pandemia ha afectado al uso de ciertos tipos de envases de plástico de un solo uso en Europa. Aunque el cierre de tiendas físicas y la incertidumbre financiera pueden haber reducido el consumo (y los envases asociados) en general, se observa un crecimiento de las ventas de productos en línea. Esto está relacionado con un aumento del uso de envases de plástico y otros envases de un solo uso para las entregas de paquetes de comercio electrónico. El uso de envases de plástico de un solo uso para alimentos también se ha visto afectado durante el cierre. Mientras que muchos restaurantes han cambiado a servicios de comida para llevar, aumentando su uso de envases, la reducción de los desplazamientos, los viajes y las actividades de ocio pueden haber reducido la demanda de alimentos y bebidas para llevar.
La mayoría de las tiendas físicas, aparte de las que venden bienes y servicios esenciales, cerraron durante los periodos de cierre más estrictos en muchos países de Europa durante la primera ola de la pandemia. El comercio electrónico experimentó un aumento de los ingresos del 16% por encima de los niveles habituales entre marzo y septiembre de 2020. Los servicios de entrega de paquetes también se utilizaron al máximo en 2020. En este sentido, la investigación alerta que es probable que el aumento del comercio electrónico haya provocado un incremento del volumen de plásticos utilizados en los envases, lo que se traduce en una estimación de entre 11 400 y 17 600 toneladas de envases de plástico adicionales utilizados por el sector debido a la COVID-19 de marzo a septiembre de 2020. Los impactos medioambientales y climáticos de los envases de plástico de un solo uso adicionales para el comercio electrónico incluyen los derivados de su producción y transporte (emisiones de gases de efecto invernadero y de otro tipo) y de la gestión de los residuos adicionales, principalmente a través de la incineración.
El documento de la AEMA señala la necesidad de seguir conociendo y actuando para reducir estos impactos ahora y en cualquier evento futuro. La investigación en estos temas es central par apdoer tener datos confiables del estado del medioambiente y en función de eso tomar las medidas necesarias. Asimismo, las y los expertos miembros del estudio afirman que la ciudadanía tiene un papel importante en la eliminación adecuada de los productos de un solo uso. Del mismo modo, las autoridades y las empresas tienen la responsabilidad de ofrecer opciones de eliminación adecuadas.