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A poco más de seis meses de que comenzara la vacunación en la mayoría de los países, lo que más ha crecido ha sido la desigualdad. Una vez más, las grandes potencias mundiales muestran su cara más cruel y egoísta. Mientras en algunas regiones hay más vacunas que cantidad de población, en otras ni siquiera el personal esencial ha podido recibir una dosis de la vacuna para protegerse del coronavirus.

Mientras en algunos países la pandemia ya pareciera quedar en el pasado, en otros los hospitales no dan abasto y el personal médico se encuentra en estado crítico. Si bien la llegada de la vacuna significó una gran esperanza en el mundo entero, el desigual reparto de la misma está siendo preocupante.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) durante la Asamblea Mundial de la Salud denunció una vez más la desigualdad en el acceso a la vacunación. Asimismo, el organismo internacional instó a las siete economías más industrializadas a comprometerse a compartir, preferentemente en junio y julio, las dosis que sirvan para vacunar al menos al 10% de la población de todos los países para septiembre y como mínimo al 30% para finales de año.

Mientras continúa por sexta semana el descenso de nuevos casos de COVID-19 notificados a la (OMS) y por quinta el de fallecidos, la comunidad internacional se enfrenta a una situación dispar con un aumento de las muertes en tres de las seis regiones observadas por la agencia sanitaria de la ONU: África, América y el Pacífico Occidental.

En Latinoamérica, por ejemplo, la situación es crítica. La segunda ola ha llegado de la mano de las nuevas cepas del virus que son más contagiosas y con mayor mortalidad. El personal médico está extenuado tras más de un año de trabajo sin descanso y los insumos son cada vez más escasos. En este contexto la falta de vacunas por la mezquindad de algunos es realmente un crimen.  

El doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus destacó un descenso de la mortalidad entre los grupos de mayor edad en los países con más acceso a las vacunas y advirtió que se está produciendo una mayor relajación de las medidas sociales y de salud pública, recalcando que éstas deben suavizarse con precaución, y ajustándolas a la circulación del virus y a la capacidad de respuesta.

El director de la OMS durante su comparecencia bisemanal ante los medios de comunicación declaró que: “Cada vez más, vemos una pandemia de dos vías: muchos países todavía se enfrentan a una situación extremadamente peligrosa, mientras que algunos de los que tienen las tasas de vacunación más altas están empezando a hablar de poner fin a las restricciones”.  

 “Con el aumento de la transmisión mundial de las variantes de preocupación, incluida la variante Delta, el levantamiento demasiado rápido de las restricciones podría ser desastroso para los que no están vacunados”, alertó el experto en salud. Agregó que esta opción todavía no se contempla en los países que no tienen acceso a las vacunas y que cuentan con una distribución poco equitativa de las inmunizaciones, situación que ha permitido que el virus siga propagándose y que aumenta las posibilidades de que surja una variante que reste efectividad a las vacunas.

Lo hemos dicho y lo volvemos a repetir: Vacunarse es un derecho, no un privilegio. La ciencia ha logrado encontrar una vacuna en tiempo récord, lo que se está tardando es la solidaridad y la empatía.  Ante esto, la OMS insta a los países miembros del G-7 a que repartan de manera adicional 250 millones de dosis a los países que más lo necesitan. Pese a los recientes anuncios de varios países de que compartirán sus dosis de la vacuna, Tedros reiteró el llamado que realizó durante la Asamblea Mundial de la Salud que finalizó el pasado martes, donde pidió un importante esfuerzo global a gran escala para vacunar al menos al 10% de la población de todos los países para septiembre, y un mínimo del 30% para finales de año.

Las cifras son realmente alarmantes. Tedros lo denunció con claridad: “Seis meses después de la administración de las primeras vacunas, los países de ingresos altos han aplicado casi el 44% de las dosis del mundo. Los países de bajos ingresos sólo han administrado el 0,4%. Lo más frustrante de esta estadística es que no ha cambiado en meses”. Y continuó:  “Para alcanzar estos objetivos, necesitamos 250 millones de dosis adicionales para septiembre, y necesitamos 100 millones de dosis tan solo en junio y julio”, informó y pidió solidaridad en este sentido a los países del G-7 que se reúnen este fin de semana en el Reino Unido.Asimismo, solicitó a los fabricantes a que comprometan el 50% de sus volúmenes a COVAX este año.

Por último, sobre la aparición de vacunas COVID-19 falsas en algunos países, la doctora Angela Simao, aconsejó a las naciones usar solo las ocho inmunizaciones que han recibido la aprobación para su uso de emergencia por parte de la OMS y explicó que hay dos aspectos para tener en cuenta en estos casos. La subdirectora general de la OMS resaltó en primer lugar que la gran mayoría de los fabricantes venden sus productos a entidades públicas y, en segundo, la necesidad de que los países contacten con los fabricantes para garantizar la legitimidad de los intermediarios.

Resulta importante recordar que a la pandemia la detendremos entre todos. De nada servirá la inmunización total de un país mientras en otras latitudes siga circulando el virus. Es una cuestión de lógica, pero también de derechos humanos. La vacuna no puede ser un privilegio de unos pocos.

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