El 17 de mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud sacó de la lista de enfermedades mentales a la homosexualidad y la aceptó como una variación de la sexualidad humana. Es por eso que a nivel internacional se conmemora el Día contra la Homofobia, Bifobia y Transfobia. Por su parte, la psiquiatría norteamericana, luego de años de concebir la homosexualidad como una “desviación sexual”, en 1986 la eliminó del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales.
Si bien es cierto que en los últimos años se ha hecho mucho en materia de igualdad y se progresó en términos de aceptación, no debemos olvidar que aún falta un largo camino por recorrer. Hoy, en pleno 2021, todavía 12 países castigan a la homosexualidad con pena de muerte y en 69 estados continúan criminalizando los actos sexuales entre personas del mismo. Vivir en un mundo sin violencia es un derecho humano. Que todas y todos puedan ser y amar a quienes quieran es una obligación.
Son demasiados los países en los que ser lesbiana, gay, bisexual, transgénero o intersexual (LGTBIQ+) tiene un costo muy alto. Vivir en libertad para muchas personas supone soportar a diario la discriminación y el odio generalizado. Esta discriminación puede basarse en la orientación sexual de la persona (por quién siente atracción), en su identidad de género (cómo se define como persona, al margen de su sexo biológico), su expresión de género (cómo expresa su género al vestirse, peinarse o maquillarse) o sus características sexuales (por ejemplo, sus genitales, cromosomas, órganos reproductivos o niveles hormonales).
El principal objetivo de esta fecha es el de visibilizar, en pos de impulsar el avance de derechos en todo el mundo. Este día es el motor para impulsar campañas para sensibilizar a la sociedad sobre las graves discriminaciones hacia las personas con una orientación sexual no heterosexual e instaurar una concepción amplia de la sexualidad humana no solo circunscrita al binomio hombre-mujer.
El día de ayer, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, dio la bienvenida a la activista LGBTIQ+ Bianka Rodríguez como la primera mujer trans Colaboradora de Alto Perfil de ACNUR, alguien que trabaja en estrecha colaboración con la organización para apoyar a las personas desplazadas por la fuerza y apátridas alrededor del mundo y recordó cuatro puntos sobre la problemática de la diversidad que probablemente no son muy conocidas en el mundo:
Se trata de una cuestión de derechos humanos fundamentales. Toda persona debe poder sentirse orgullosa de ser quien es y de amar a quien ama. Todas las personas tenemos derecho a expresarnos con libertad. El artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (que consagró por primera vez los derechos de todas las personas) protege el derecho de toda persona a expresarse con libertad. Es por esto, que erradicar la homofobia y la transfobia salva vidas.
El acoso contra la población LGBTIQ+ pone a aquellas personas en una situación de grave peligro de sufrir daños físicos y psicológicos. Toda persona tiene derecho a la vida, la libertad y la seguridad. Además, ya se ha comprobado los beneficios que tiene incorporar la diversidad en todos los ámbitos. Si acogemos a la población diversa y entendemos sus identidades, podremos aprender a eliminar muchas de las limitaciones que imponen los estereotipos de género. La igualdad y la libertad son dos pilares fundamentales en la búsqueda de una sociedad mejor.