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El pasado 12 de noviembre se llevó a cabo La Cumbre de Finanzas en Común en la cual, por primera vez en la historia, se reunieron más de 400 bancos públicos para debatir acerca de los desafíos mundiales en este particular momento atravesado por la pandemia de coronavirus. Desafortunadamente, tras el encuentro, no hubo declaraciones de compromisos concretos y mensurables sobre la forma de detener las crisis climáticas y ecológicas. La Cumbre tuvo una oportunidad única de esbozar promesas de transformación basadas en principios comunes para poner al mundo rumbo a una reconstrucción sostenible, pero los anuncios hechos muestran que hay una flagrante falta de voluntad política, lo que hace que sea otra oportunidad desperdiciada.

Los bancos cumplen un rol central en la reconstrucción social y económica que el mundo entero está afrontando. La pandemia de coronavirus lo ha cambiado todo y es momento de comenzar el camino hacia la recuperación. Para debatir sobre esto, por primera vez en la historia, más de 400 instituciones financieras públicas se reunieron el pasado 11 de noviembre en París con motivo de la Cumbre de Finanzas en Común. Dos temas cruciales fueron los abordados: cómo gastar trillones de dinero público en la recuperación económica de la COVID-19, y cómo hacerlo para lograr el desarrollo sostenible y los ODS.

Fue la primera vez que se produce una reunión de estas características y supuso una oportunidad para analizar el impacto de las finanzas públicas en el desarrollo y hacer propuestas para que los bancos públicos de desarrollo reorienten sus estructuras, principios y gestión hacia unas finanzas que pongan a las personas y al planeta en primer lugar. Sin embargo, diversos grupos de la sociedad civil consideran que la cumbre de Finanzas en Común fue una oportunidad perdida al no cumplir con los compromisos necesarios. Los bancos públicos de desarrollo tienen hoy la gran responsabilidad colectiva de generar hojas de ruta y acciones concretas para asegurarse de que los anuncios no se queden en una cáscara vacía.

A medida que el mundo sigue lidiando con múltiples crisis, con los casos de Covid19 que baten récords en muchos países y los mortales impactos climáticos que continúan sin disminuir, es momento de actuar con rapidez y eficacia. Desde 350.org , un movimiento internacional que trabaja para poner fin a la era de los combustibles fósiles y construir un mundo de energía renovable, se planteó la necesidad de que se constituyan planes claros sobre la forma en que el dinero público se destinará a soluciones que eviten la crisis climática, pongan fin a la pobreza y la desigualdad, integren los derechos humanos y los derechos de los pueblos indígenas en los proyectos de desarrollo y eleven a los más vulnerables a las vulnerabilidades agravantes, incluidas las mujeres y las niñas. Todos temas de gran trascendencia que lamentablemente no fueron abordados con el compromiso que ameritaban en la cumbre Finanzas en Común.

Sophie Richmond, Coordinadora de Big Shift Global ,afirmó que "Las finanzas en común han abierto una vía para que los bancos públicos de desarrollo colaboren, pero se necesitan medidas urgentes, ambiciosas y concretas. No hay excusa para la financiación continuada de miles de millones de dólares en proyectos de carbón, gas o petróleo. Esto debe terminar ahora. Una justa recuperación del Covid-19, debe incluir más dinero público invertido en energía sostenible y renovable que asegure que todos en el mundo tengan acceso a la energía. Los bancos multilaterales de desarrollo prometieron alinear sus préstamos con el Acuerdo de París hace 5 años y, sin embargo, varios de ellos ni siquiera firmaron la declaración en Finance in Common. Ahora deben, sin más demora, convertir el compromiso en acción y abrir el camino para que otros bancos de desarrollo públicos y la financiación privada lo sigan".

Nos encontramos en el período previo a la COP26, y sería este el momento oportuno para que los bancos públicos intensifiquen sus acciones y su ambición de alinearse plenamente con el Acuerdo de París, incluso poniendo fin a toda la financiación de los combustibles fósiles y ampliando las medidas de adaptación, y cumplir los objetivos de desarrollo sostenible.

Sobre esto, Iara Pietricovsky, Presidente de Forus, afirmó que "Los bancos públicos de desarrollo deben dedicar sus considerables recursos financieros e influencia a la construcción de un futuro justo, equitativo, inclusivo y sostenible para todos. Si no lo hacen ustedes, ¿quién lo hará? Alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, limitar el calentamiento global a 1,5ºC mediante la plena aplicación del Acuerdo de París y proteger la naturaleza deberían ser los principales impulsores de la acción de los Bancos Públicos de Desarrollo en la próxima década. Estamos dispuestos a trabajar con ustedes para que estas luces guía y estos enfoques éticos se conviertan en una realidad. Depende de ustedes estar en el lado correcto de la Historia, y rara vez antes han sonado estas palabras tan verdaderas".

Según la Coordinadora de ONGD es probable que la pandemia arrastre a otros 150 millones de personas a la pobreza extrema para el 2021. Además, si la crisis climática se agrava y la disminución acelerada de la diversidad biológica no disminuye, la pobreza y otras vulnerabilidades se intensificarán aún más para el 2030, lejos de lo que se propone cumplir la Agenda2030. Al margen de la duración de la pandemia, los retos a los que se enfrenta el mundo exigen respuestas globales que se adapten a situaciones locales.

Es por esto que, hoy más que nunca, los bancos públicos de desarrollo tienen una gran responsabilidad en asegurar que el progreso llegue a las comunidades. Motivo por el cual es una pésima noticia para el conjunto de la sociedad que el encuentro celebrado en Paris haya sido en vano. Hay sobradas pruebas de que los modelos de desarrollo necesitan una profunda transformación, y los bancos tienen mucho que aportar en este proceso de cambio. Lucile Dufour, Asesora de Política Internacional de Climate Action Network Francia expresó sobre la cumbre, "Muchas buenas palabras, pero muy pocos compromisos concretos. La Cumbre sobre la financiación común no logró demostrar cómo los bancos públicos de desarrollo adoptarían las medidas urgentes y concretas necesarias para hacer frente a las crisis interrelacionadas de la salud, el clima y la diversidad biológica. Se necesitan compromisos mucho más ambiciosos, empezando por poner fin a toda la financiación de los combustibles fósiles, en la 26ª Conferencia de las Partes si los bancos públicos de desarrollo se toman en serio la armonización de sus actividades con los objetivos del Acuerdo de París. Esto también se aplica a Francia, anfitriona de la cumbre: sería una vergüenza internacional si Francia adoptara la propuesta del actual gobierno de permitir la financiación de las exportaciones de proyectos de gas durante 15 años más, hasta 2035".

Por su parte Soren Ambrose, asesor de políticas de justicia fiscal de ActionAid ,lamentó la falta de compromiso de la cumbre y sentenció que "Los países en desarrollo están luchando contra la emergencia sanitaria y económica del Covid-19, al tiempo que se enfrentan a una crisis de la deuda que ha dejado a los sistemas de salud con una financiación muy insuficiente y a Zambia al borde del incumplimiento. Sin embargo, esta semana los bancos públicos de desarrollo no han dado un paso adelante y no han ayudado a abordar esta debilitante carga de la deuda. Para que haya alguna esperanza de sostenibilidad de la deuda en el futuro, los bancos públicos de desarrollo deben desempeñar un papel responsable ahora cancelando su parte de la deuda de los países, que está paralizando la capacidad de los gobiernos para responder a la pandemia. La cancelación de la deuda es esencial para una recuperación justa, ecológica y feminista de la crisis de Covid-19. Sin ella, no hay un camino sostenible hacia la estabilidad y el desarrollo en docenas de los países más pobres del mundo".

El dinero público debe gastarse con el único objetivo de promover el bienestar de las poblaciones y del planeta. Es inaceptable que, por el contrario, se invierta dinero en proyectos que atenten contra de los derechos humanos, económicos, sociales y culturales, o de los derechos de los pueblos indígenas. Asimismo, es inadmisible que se invierta en iniciativas que destruyan la naturaleza, aumenten la crisis climática o agraven la injusticia climática. Se perdió una gran oportunidad, pero el camino es largo y más temprano que tarde los movimientos sociales y la clase política comprometida logrará generar los cambios que tanto necesitamos.

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