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Ante la crisis generada por la COVID-19 a menudo se habló sobre la importancia de que el sector empresarial estuviera a la altura del desafío. Ahora que los líderes y las empresas se esfuerzan por hacerle frente a las crisis sanitaria y económica en curso, otra crisis se encuentra en el horizonte: la inminente crisis ambiental. Opacada por la urgencia de la pandemia, la emergencia climática exige que las empresas tomen medidas rápidas y transformadoras.

El Fondo Monetario Internacional ha desarrollado un análisis en el cual analiza episodios pasados de tensión financiera y económica para medir el impacto que podría tener la crisis actual en el desempeño ambiental de las empresas. La investigación afirma que, por un lado, la pandemia de la COVID-19 podría aumentar la concienciación respecto a los riesgos ambientales y lograr un cambio en las preferencias de los consumidores, las actividades empresariales y el comportamiento de los inversionistas, que podría acelerar la transición a una economía con bajas emisiones de carbono. Por otro lado, existe el riesgo de que las empresas debilitadas financieramente, en medio de una mayor incertidumbre económica, reduzcan sus inversiones en proyectos verdes a largo plazo y de gran intensidad de capital, frenando la transición.

El Estudio se basó en el examen de una amplia muestra internacional de empresas que cotizan en bolsa a lo largo del período 2002–19, la investigación muestra que el desempeño ambiental de las empresas con limitaciones financieras es significativamente más débil que el de las empresas que no están sujetas a dichas limitaciones. El análisis incorpora varios factores que suelen ser representativos de las limitaciones financieras: las empresas más pequeñas y sin calificación tienen más probabilidades de estar sujetas a limitaciones financieras que las empresas más grandes con calificación. Análogamente, las empresas que tienen una capacidad financiera limitada pueden estar menos dispuestas a pagar dividendos. La principal medida del desempeño ambiental utilizada por los expertos del FMI para la realización del estudio es una calificación basada en varios indicadores clave del desempeño, como el uso de recursos; la reducción de las emisiones, y la innovación de productos. 

La investigación demuestra que en el caso de las empresas que no pagan dividendos, sin calificación o más pequeñas, la calificación de su desempeño ambiental es, en promedio, entre un 10% y un 30% más baja que la de las empresas grandes, que pagan dividendos o con calificación. Un shock con importantes consecuencias macroeconómicas y financieras, como la crisis de la pandemia de COVID-19, incrementa la incertidumbre y trastorna la actividad económica, lo que tiende a amplificar las limitaciones financieras de las empresas. Esto, a su vez, probablemente afectará a las inversiones verdes de las empresas.

Por otro lado, el estudio afirma que un aumento repentino de la tensión financiera mundial y la incertidumbre reduciría el desempeño ambiental de las empresas, revirtiendo los avances logrados a lo largo de la última década. Y lo que es más crítico, el nivel de desempeño ambiental previo al shock no se recupera incluso tres años después del shock. Además, según el estudio, cuando el producto económico disminuye, también se reduce el desempeño ambiental de las empresas.

Estos resultados tienen importantes implicaciones en el contexto de la crisis causada por la COVID-19 y la urgente necesidad de reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero: En primer lugar, si no se toman medidas de política climática, que incluyan un impulso a las inversiones verdes, el aumento de las limitaciones financieras y las condiciones económicas desfavorables pueden ser perjudiciales para el desempeño ambiental de las empresas, reducir las inversiones verdes y posiblemente frenar la transición a una economía de bajo nivel de emisiones de carbono. Por lo tanto, para compensar cualquier posible deterioro del desempeño ambiental de las empresas, será crucial poner en marcha políticas climáticas que alivien las limitaciones financieras de las empresas y ayuden a promover la inversión verde.

En segundo lugar, además de los programas de recuperación verde, será fundamental adoptar políticas orientadas a fomentar el financiamiento sostenible:

  • La presentación de informes empresariales sobre sostenibilidad comparables y coherentes facilitaría una evaluación más eficaz del desempeño ambiental de las empresas. Los inversionistas solo podrán determinar la verdadera exposición de las empresas a los riesgos financieros relacionados con el clima si se presentan y divulgan informes exactos y adecuadamente estandarizados.
  • Es importante convencer a los inversionistas de que la sostenibilidad no es solo una etiqueta atractiva, sino que refleja decisiones de inversión subyacentes sostenibles. Para lograrlo, es necesario normalizar y definir en mayor medida lo que constituye un fondo de inversión sostenible.
  • La cooperación internacional y un enfoque de colaboración en las iniciativas emprendidas a nivel mundial son esenciales para potenciar los esfuerzos y evitar la fragmentación de los mercados de activos sostenibles. El FMI contribuirá a estas iniciativas.

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