El Índice de Capital Humano es una de las herramientas de conocimiento del Foro Económico Mundial integrada en su enfoque sobre Educación, Género y Trabajo. Entre otras cosas, ofrece análisis y puntos de vista centrados en la predicción del futuro del trabajo y habilidades de las personas en los distintos países y sectores de la industria.
Parte de la base de que la inversión en capital humano a largo plazo es una pieza fundamental no solo para cada uno de los países estudiados (130), sino que cada vez es más palpable la necesidad de una planificación internacional conjunta para preparar a los trabajadores del mundo para los desafíos del siglo XXI, teniendo en cuenta que la cuarta revolución industrial exige colaboración más allá de las fronteras y sectores de la industria.
En el ranking del citado Capital Humano 2016, Finlandia, Noruega y Suiza ocupan las tres primeras plazas, mientras que España está en la posición 45 de un total de 130 países y es el último de los países europeos.
Respecto a la puntuación ideal de 100, España comparte el perfil de capital humano general de sus vecinos mediterráneos y presenta la segunda tasa más alta de desempleo para el grupo de edad de 15-24 años medidos en el Índice (53,2), a pesar de su nivel excepcionalmente alto en la diversidad de habilidades de los graduados.
Por otro lado, el Informe Adecco sobre el futuro del trabajo en España nos ofrece cuatro apuntes relevantes para esta reflexión:
según la Unión Europea, hasta 2020 se crearán 900.000 nuevos puestos de trabajo tecnológicos (programadores y desarrolladores, empleos en marketing y comunicación como community manager y marketing para el mundo del móvil, puestos relacionados con el diseño visual y la creatividad digital, y en menor medida estrategia y gestión de negocio).
El impacto de la tecnología modificará los estándares de trabajo: la colaboración a distancia será la tendencia con mayor impacto esperado en relación a la tecnología (4,75 puntos sobre 5), favorecerá la deslocalización del trabajo y permitirá crear comunidades de aprendizaje colaborativo;
Los avances tecnológicos permitirán basar la relación laboral tanto en la confianza hacia el trabajador por parte de las empresas como en el rendimiento del mismo.
Los sectores que ofrecerán más trabajo son el tecnológico, Turismo y Ocio, Salud y Bienestar y, a más distancia, Energías Alternativas.
Del mismo modo, si echamos un vistazo al último informe del Think Tank de Bruegel, se desprende que están preocupados por la muy insuficiente inversión en infraestructuras de conocimiento e innovación en el sur de Europa.
De modo que, si unimos estos datos nos encontramos con que España está a la cola de Europa en la gestión del capital humano; es el segundo país con mayor número de desempleados jóvenes a pesar de que los jóvenes universitarios españoles han adquirido muchas habilidades; los empleos que se dibujan en un futuro próximo están directamente relacionados con la Tecnología; España invierte en I+D mucho menos que el resto de Europa y la brecha se va agrandando; y el perfil de los trabajadores del próximo futuro será muy distinto del habitual hasta ahora.
Es evidente también que las habilidades que consiguen los jóvenes universitarios españoles no están especialmente relacionadas con la tecnología, porque el modelo universitario que tenemos no tiene muy en cuenta las necesidades del mercado laboral. Y qué decir de los conocimientos y habilidades conseguidas por tantas personas jóvenes que no han pasado por la universidad…
Si no invertimos en capital humano ni en tecnología, podemos pensar que España será a no mucho tardar el país especializado en Turismo, Ocio, Salud y Bienestar. ¿Una especie de balneario - geriátrico para los demás países europeos? Ya tenemos unos cuantos datos sobre la pujanza de estos sectores, pero está bastante claro que su importancia relativa irá a más.
Por supuesto que esas actividades son dignas y recomendables. Lo que no parece tan digno y recomendable es que el país no invierta lo suficiente en capital humano ni en I+D+I, y tenga, por tanto, como opciones preferentes aquéllas tan alejadas de las que tienen los países más avanzados de su entorno.
Hemos llegado a esta triste situación a causa de la ceguera de los políticos, y no parece que el panorama vaya a cambiar en los próximos años. Pero no significa que tengamos que resignarnos.
Las empresas son un subsistema social de importancia capital, porque generan puestos de trabajo y riqueza para el conjunto del país.
Eso significa que en muchas ocasiones pueden adelantarse a las directrices marcadas por los políticos, diseñar planes estratégicos con visión sistémica que contemplen no solo su propio desarrollo sino su aportación a la sociedad, y generar también nuevos modelos de relaciones laborales que primen el compromiso de las personas con los resultados.
En este sentido, ya tenemos algunas empresas que han abandonado definitivamente los antiguos modelos de ordenación del trabajo (como la definición y evaluación de puestos) y se están centrando en incorporar a sus ecosistemas personas con talento.
Se busca así incorporar personas que ofrezcan suficiente grado de formación y compromiso con los valores corporativos como para definir sus responsabilidades y objetivos en nuevos marcos de relación personal y profesional, en perfecta sintonía con las oportunidades de desarrollo de la empresa.
En este nuevo planteamiento, el compromiso de las personas se aúna con los medios que la empresa pone a su disposición, (como la formación en tecnologías, por poner un ejemplo) de forma tal que se consigue simultáneamente el enriquecimiento de la persona, la empresa y la sociedad.
¿Habrá suficientes empresas capaces de tomar la iniciativa para suplir primero, y presionar después, respecto a inversión en capital humano y en I+D+I para sacar al país de la triste situación en que se encuentra?
Edita Olaizola (@EditaOla)