Nekane Navarro y José Antonio Lavado son socios de Beethik, una consultora que apuesta por la “responsabilidad radical”.

“Lo que queremos es trabajar con organizaciones que apuesten por su verdad, y lo llamamos radical porque hablamos de recuperar las raíces, la esencia y desde ahí construir la gestión integral de su responsabilidad integrando en ella la ética”, explica Nekane. “Y eso lo hacemos con todo tipo de organizaciones, tanto administración pública, cooperativas, empresas… Al final, realmente estamos hablando de los comportamientos esenciales que tenemos que desarrollar como personas en el mundo de cualquier organización”, añade José Antonio.

Y ahora toca. “Los que llevamos mucho tiempo en estas lides a veces hemos ofrecido iniciativas y herramientas cuando quizá no había llegado el momento. Ahora estamos convencidos de que sí y así nos lo están demostrando todas las personas con las que estamos contactando. Por ejemplo, en algunas administraciones públicas se están poniendo en marcha códigos de conducta que afectan a altos cargos”, cuenta Lavado. La pregunta es, ¿a partir de la aprobación de estos códigos, qué hacemos? Porque no se trata de que se queden olvidados en un cajón “sino que se apliquen en el día a día, y ahí es donde creo que nosotros estamos aportando valor”.

En cuanto a desarrollar una cultura ética, “toda organización la tiene, lo que hay que hacer es gestionarla”, dice Nekane, que define la infraestructura ética “como un conjunto de herramientas, políticas, espacios, procesos, cualquier cosa que ayude a la empresa a integrar la ética en su cultura “. Y Lavado aclara que “la base de nuestra propuesta es que ofrecemos un trabajo que identifica las cinco grandes tradiciones éticas que encajen en ese modelo de cultura”.

Para conseguirlo, para que de verdad esté presente en la toma de decisiones, en Beethik han diseñado un modelo de deliberación que lo primero que busca es aclarar si puede generarse un conflicto ético. Ahora bien, el problema es que no siempre las organizaciones son conscientes en cada momento si hay posibilidad de conflicto. Prueba de ello es que “en la mayoría de las ocasiones, los comités de Ética se quejan de que no les llegan dilemas, propuestas, comentarios…” cuenta José Antonio. Supongamos que hay conciencia de que existe ese conflicto, ¿cómo reaccionar? A lo que Lavado responde: “lo que todos hacemos es elaborar argumentos para defender la solución que hemos encontrado, sin hacer caso a los demás, y ahí es donde entra nuestro método de deliberación, que hace que la gente se sorprenda de cómo ha sido capaz de cambiar su forma de pensar y permitir que otras personas participen en el proceso”.

Con quién te relacionas y cómo lo haces es parte fundamental de esta cultura ética: “construir relaciones de confianza es básico en el concepto de gestión ética y hacerlo de forma dialogada, o si no, nunca podremos hablar de responsabilidad radical”, opina Nekane. Para ello, primero hay que identificar los valores y luego elegir entre las diferentes decisiones posibles la que mejor responda a ellos. Hay que llegar siempre a una decisión consensuada, “y eso te da un poder increíble, tiene un gran potencial en tu relación con todos tus grupos de interés”, subraya José Antonio. El potencial viene dado porque se actúa desde una las bases de la cultura ética.

En definitiva, responsabilidad, o ética, significa que tienes que pararte a pensar.

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