Director de RSC de IKEA desde hace cinco años y empleado desde hace más de dos décadas, una vez finalizados sus estudios universitarios y un postgrado vio un día un anuncio de una oferta de empleo coincidiendo con la apertura de la tienda en Alcorcón, en 1996. “Yo estaba buscando una oportunidad de trabajo en una multinacional, porque quería viajar”, dice. Y consiguió el empleo.

Su recorrido profesional en la compañía durante estos 20 años ha sido bastante variado. Desde vendedor en el departamento comercial, su primer puesto, “vendiendo sofás y librerías”, donde estuvo más de cinco años, pasando por director de recursos humanos de la tienda de Barcelona, luego vuelta a Madrid, a trabajar en el departamento de Expansión, donde permaneció unos cuatro años “y aunque puedo parecer un rara avis, lo cierto es que la empresa me enganchó desde el punto de vista de cultura de compañía. El hecho de apostar por mí sin necesidad de tener un conocimiento técnico específico para cambiar absolutamente de funciones sino hacerlo por la cultura, el valor, el perfil de la persona, eso fue lo que me enganchó. Y cuando he tenido la curiosidad, la inquietud de ver más allá, han surgido oportunidades totalmente diferentes, lo cual hace que hoy, tantos años después, siga en la misma compañía”.

Afirma que la apuesta por el talento de las personas es un “absoluta realidad” en Ikea. “Las oportunidades están ahí. Por eso se dice que uno es dueño de su propio desarrollo. Lo importante es tu encaje dentro de la cultura de la empresa. Por lo demás, Ikea pone a tu disposición formación técnica, poder hacerlo tanto dentro como fuera de la compañía, incluso en otros países”.

Y hablando de oportunidades, en esta multinacional no tienen sexo. Y se pone a sí mismo como ejemplo, cuando, en 2000 tuvo su primer hijo: “ quise quedarme a disfrutar un tiempo con él. Pedí un permiso de paternidad y lo conseguí sin ninguna barrera. Ya en aquel entonces, el hombre podía disfrutar de él. Ahora, acabamos de firmar el segundo plan de igualdad con el compromiso de que tanto para hombres como para mujeres no existan desigualdades en cuanto a accesos a puestos de trabajo, desarrollo, formación, disfrute de tiempo en familia…” Por citar algunos datos, el 60% de la plantilla son mujeres, el 52% son mujeres con puestos de liderazgo, de 17 directores y subdirectores de tienda, 13 son mujeres.

Otro de los valores de esta multinacional de origen sueco es la sostenibilidad, presente en toda la cadena de valor. Explica que “para diseñar un producto, hacemos un diseño democrático, un pentágono con cinco caras, y todas son elementos críticos de medición para cuando el diseñador en Suecia tiene que pensar en desarrollarlo. Estas cinco caras son: precio, función, diseño, funcionalidad y sostenibilidad”. Se evalúan cuestiones como la materia prima utilizada, ¿es reciclada? ¿reciclable? O el impacto en el transporte, la energía que se utiliza, el beneficio que aporta al consumidor y todo esto con un precio asequible para la mayoría de las personas.

Define a sus proveedores como “compañeros de viaje en una tarea” y cree que las marcas ya no son dueñas de sí mismas, sino que son propiedad del consumidor y de los empleados. Por eso, en Ikea se implica el punto de vista de ambos. Su propósito es crear un mejor día a día para las personas, de ahí su estrategia llamada “personas y planeta, impacto positivo”. De ahí que hayan entrado en contacto con la fundación Ashoka, con quien trabajan en temas vinculados con emprendimiento social. Ahí nació la oportunidad de trabajar con unas mujeres a las que querían dar un futuro mejor. Se montó un taller con ellas con Ikea como cliente y un año después estamos muy satisfechos. Hablamos de “Ellas lo bordan”.

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