Este comentario no sale a destiempo. El Green Friday no es un día concreto del calendario: es una actitud. La de quien no echa balones fuera y responsabiliza a los unos y a los otros, sino que asume la parte que le toca. La de quien no se instala en el pesimismo o en la crítica destructiva del esto no hay quién lo salve o es el sistema, amiga, y qué le vamos a hacer.
El Green Friday es la actitud del “por mí que no quede”. La actitud de quien se sabe con capacidad, en su metro cuadrado, de hacer algún cambio. Porque los sistemas cambian, más lento de lo que nos gustaría, pero cambian. Y cambian porque la suma de muchos actuando en su metro cuadrado puede iniciar trayectorias de cambio.