En un mundo que avanza hacia la igualdad de género, es fundamental subrayar las contribuciones significativas de las mujeres en todos los sectores de la sociedad; contribuciones que, durante mucho tiempo, han sido marginadas o pasadas por alto. Al empoderar a las mujeres y niñas mediante historias destacadas de figuras femeninas, se inspira a generaciones enteras a romper los moldes y a perseguir sus propias ambiciones. Y hay millones de ejemplos que demuestran el impacto positivo que genera la representación de personas que no tienen por qué ser referentes de forma activa, sino simplemente estar presentes.
Por ejemplo, a nivel cultural la serie Gambito de dama supuso que muchas mujeres empezaran a interesarse por el ajedrez, que históricamente se ha considerado una actividad masculina. Y eso fue posible porque muchas personas se vieron reflejadas en el personaje protagonista, que representa ni más ni menos que a una famosa ajedrecista. En este caso, es un referente de éxito que invita al mundo a preguntarse: “Si ella puede, ¿por qué yo no?”.
El deporte es otra prueba de la importancia de tener referentes. Entre 2009 y 2019 crecieron en España un 32% las licencias federativas de mujeres, mientras las de hombres solo un 9%. Esto coincide con el prestigio mediático de deportistas femeninas de élite como Carolina Marín o Mireia Belmonte, que abren la posibilidad a multitud de niñas a practicar un deporte que, quizás, no se asocia con su género por los estereotipos. En el caso del fútbol, el ejemplo es claro: tras el éxito de la selección española en el Mundial, ahora conocemos el nombre y apellido de las jugadoras, más allá de la dos veces ganadora del Balón de Oro Alexia Putellas. Y esto es un paso gigante para que las niñas que deseen jugar al fútbol con sus compañeros en el patio del colegio se sientan seguras de hacerlo.
En el sector empresarial ocurre lo mismo. Cuando las estudiantes y las profesionales descubren por cualquier canal que hay mujeres liderando y hablando de temas que consideraban restringidos para ellas, se extrapolan a sí mismas a ese lugar como una opción real. Porque ahora es posible, aunque estemos en pleno proceso hacia la igualdad efectiva de oportunidades. Todo esto tiene un impacto mayor en el sector industrial, tecnológico o científico, ya que nuestros sesgos todavía asocian estas disciplinas a perfiles masculinos. La falta de visibilidad de las mujeres en estos ámbitos puede conducir a una especie de ceguera inconsciente hacia las posibilidades a las que una puede aspirar.
Es cierto que, de momento, las direcciones están en su mayoría copadas por hombres —en 2022, las mujeres representaban el 32% de los puestos de liderazgo, según Global Gender Gap Report—, pero cada vez hay más figuras femeninas dirigiendo empresas de todos los sectores económicos. Su puesta en valor a nivel comunicativo es lo que ofrece referentes al resto de mujeres, sean de la generación que sean. La presencia de mujeres en posiciones de gran visibilidad ofrece una diversidad de perspectivas que enriquece el tejido de la sociedad y de las propias empresas. De esta forma, la equidad trae consigo innovación, creatividad y soluciones más efectivas a los problemas que enfrentamos como comunidad global.
Es importante señalar que las líderes no tienen la obligación de erigirse activamente como referentes. Pero sus experiencias o sus historias de superación son valiosas para mucha gente. Y esa gente puede ser un familiar, una amiga o una hija. En mi caso personal, como ingeniera de telecomunicaciones no tuve modelos femeninos en los que reflejarme, y eso dirigió mi trayectoria irremediablemente. En cambio, mi madre y mi abuela fueron figuras fundamentales para que, a día de hoy, esté defendiendo valores de emprendimiento, responsabilidad y ética laboral. Por eso considero fundamental la influencia de modelos a seguir fuertes y consistentes en el desarrollo profesional, pero también personal.
Por tanto, tener referentes en todos los ámbitos es imprescindible, y es una señal de que vivimos en un mundo justo e igualitario. Ser referente, además, también es inevitable si formamos parte de una comunidad, sea la que sea. Así, paso a paso, será posible construir una sociedad más diversa e inclusiva que ofrezca las mismas oportunidades a todas las personas.