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En las auditorías la parte contable da sentido a la parte económica de la empresa pero deja fuera la parte social y medioambiental y son los balances sociales los que permiten hacer públicas las acciones sociales y medioambientales, pero estos no son más que informes de las mismas, aunque puedan ser comparables y cuantificables. La auditoría ética va un paso más allá del balance social porque supone el cumplimiento de objetivos y no sólo su presentación, además que nos serviría como sistema de detección y corrección de errores y para contextualizar los intereses de los grupos de interés.

Pero el valor social creado o destruido no podemos calcularlo de ninguna de estas formas. Uno de los métodos que actualmente está tratando de resolver este problema de medición del valor social es el SROI[1] o “social return on investment”, es el método de retorno social de la inversión, que también serviría para calcular el valor medioambiental generado.

El SROI[2] es uno de los métodos existentes para calcular el valor social pero no el único aunque sí el más extendido. Los beneficios que el SROI genera para la empresa son:

  • Ayuda a maximizar el valor social de la empresa
  • Ayuda a distribuir los recursos de la empresa.
  • Flexibiliza la empresa adaptándose a los cambios
  • Ayuda a establecer un diálogo con los grupos de interés.
  • Mejora la visibilidad y la profesionalidad de la empresa.
  • Ayuda la entrada de inversores con sensibilidad social.
  • Acceder a licitaciones y concursos públicos.
  • Demuestra que las empresas “no económicas” cambian la sociedad.

Es por todo ello, una herramienta que expresa la voluntad dialógica respecto a los grupos de interés, el interés social y medioambiental de la empresa socialmente responsable y que con este método, puede cuantificar su esfuerzo social.

Como toda contabilidad, en este caso social, tiene unos principios que tratan cómo se debería calcular y cómo debería ser aplicada:

  • Involucrar a los Grupos de Interés.
  • Entender qué cambia analizando los cambios
  • Valorar las cosas importantes.
  • Incluir sólo lo esencial.
  • Medir el impacto generado sin excesos.
  • Ser transparente.
  • Comprobar el resultado.

Estos principios fundamentan este método de tal forma en que la captación y tratamiento de información sea la adecuada para su análisis, cálculo y evaluación posterior.

En el cálculo del valor social o valor neto de una empresa aún estamos al principio y con poco camino avanzado. Si profundizáis en el SROI os daréis cuenta de que no es otra cosa que el cálculo del coste de oportunidad, algo más complejo y avanzado pero básicamente eso. Este cálculo llega a complicarse mucho cuantas más variables hay en juego con lo que me resulta muy difícil imaginar a una gran empresa, con infinidad de esas variables, utilizarlo para averiguar su impacto.

Aunque veo muy positivamente su cálculo cada vez que sea posible, yendo un paso más allá me pregunto; ¿de verdad que esto no se hará solamente para engrosar los ya enormes informes de auditoría? ¿Tanto nos dejamos influir por los números económicos que tenemos que calcularlos y observarlos para saber lo que hacemos bien y auto complacernos?

Debería bastarnos con hacer las cosas bien porque creemos en ellas, porque es mejor llevarse bien con los grupos de interés de la empresa y trabajar juntos sin necesidad de que un número nos diga qué valor tiene nuestra colaboración, porque lo que para nosotros es poco para el otro puede ser una ayuda incalculable.

[1] The SROI network. http://www.thesroinetwork.org/.

[2] Narrillos Roux, Hugo. (2012): Economía social. Valoración y medición de la inversión social (método SROI). Ecobook. Madrid.

Domingo Márquez

Investigador predoctoral en la línea de investigación de ética de la economía y la empresa.

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