
Según datos del Centro Meteorológico Mundial en Beijing, la última semana dejó máximas por encima de los 42 °C en regiones de Asia Occidental, el sur de Asia Central, el norte de África, el sur de Pakistán y el suroeste de Estados Unidos, con picos de más de 45 °C en algunos puntos.
En Irán y el este de Iraq, el termómetro superó los 50 °C, provocando cortes de electricidad y agua, y obligando a suspender clases y actividades laborales. En Marruecos, el Servicio Meteorológico Nacional emitió alertas por temperaturas de entre 40 °C y 47 °C durante la primera semana de agosto.
El jefe de Monitoreo Climático de la OMM, Omar Baddour, recordó que la combinación de calor extremo en superficie y aire frío en altura puede desencadenar precipitaciones torrenciales e inundaciones repentinas, con impactos devastadores en zonas montañosas.
Japón alcanzó un nuevo récord nacional con 41,8 °C el pasado 5 de agosto, superando la marca previa de 41,2 °C registrada apenas una semana antes. La prolongada ola de calor ha roto decenas de récords tanto de máximas diurnas como de mínimas nocturnas.
En Turquía, el sureste europeo y otras zonas del Mediterráneo oriental, las olas de calor han estado acompañadas de incendios forestales. Turquía registró una temperatura récord de 50,5 °C.
Según el Servicio de Cambio Climático Copernicus de la Unión Europea, julio de 2025 fue el tercer julio más caluroso a nivel mundial, solo superado por 2023 y 2024. Las mayores anomalías de temperatura se registraron en el Himalaya, China y Japón.
El vicesecretario general de la OMM, Ko Barrett, subrayó que “todas las muertes por calor extremo se pueden evitar” gracias a las herramientas científicas y tecnológicas actuales. Entre 2000 y 2019 se produjeron unas 489.000 muertes anuales relacionadas con el calor, de las cuales el 45% ocurrieron en Asia y el 36% en Europa. No obstante, las cifras reales serían mayores por la falta de registro exhaustivo en muchos países.
Las altas temperaturas han alimentado incendios de gran magnitud en varias regiones. En el Mediterráneo, los bomberos de Chipre, Grecia y Turquía han tenido que evacuar poblaciones enteras.
En España, un incendio forestal en un bosque cercano a Tarifa, Cádiz, logró estabilizarse, mientras que en Francia el mayor fuego del verano arrasó 16.000 hectáreas en el departamento de Aude, más que la superficie de la ciudad de París, según autoridades galas. En Norteamérica, Canadá vive una de sus peores temporadas de incendios en cuanto a superficie quemada. Hasta el 3 de agosto se habían calcinado más de 6,6 millones de hectáreas, muy por encima del promedio de 25 años (2,2 millones), aunque por debajo del récord de 2023 (12,3 millones).