España enfrenta un verano sin precedentes. Entre mediados de mayo y julio, las altas temperaturas han dejado un balance alarmante: más de 1.100 fallecimientos atribuidos al calor extremo, según datos del Observatorio de Salud y Cambio Climático. El repunte de la mortalidad, especialmente entre mayores de 65 años, pone de relieve la urgencia de adaptar el país a los efectos del cambio climático.