El cambio climático ya está alterando nuestro entorno. Sus efectos serán más claros en las próximas décadas con el aumento de fenómenos extremos como sequías prolongadas o lluvias intensas. Las posibilidades de detener el proceso son ya limitadas, por lo que muchas empresas deberían actuar para adaptarse a la nueva realidad si quieren seguir siendo competitivas. No se trata de desmantelar el sistema productivo o de decrecer, como algunos proponen, sino de emplear inteligencia y estrategia para justo lo contrario: crecer bien, adaptarse, mitigar los impactos más probables del cambio climático y asegurar la continuidad operativa.