Uno de esos consensos latentes entre buena parte de los agentes socioeconómicos es la necesidad de movilizar capital público y privado hacia proyectos verdaderamente transformadores. Es decir, facilitar que las inversiones lleguen a emprendedores y empresas que, además de generar rentabilidad económica, generen impacto positivo en las personas y el planeta.
En los últimos años, España ha avanzado en esta materia. Hoy podemos decir con orgullo que el ecosistema de la economía de impacto está creciendo e impactando en positivo, demostrando que tiene la capacidad de aportar soluciones innovadoras y eficaces a retos sistémicos como el acceso a la vivienda, la inclusión sociolaboral o el cambio climático.
Para que la inversión de impacto pueda desplegar todo su potencial, es imprescindible activar políticas públicas a todos los niveles: local, autonómico y estatal. A continuación, se proponen algunas medidas concretas en las que sería razonable esperar un consenso político amplio.
1. Incentivos fiscales para la inversión de impacto
Definir con claridad qué se considera inversión de impacto y establecer incentivos fiscales específicos para atraer más capital hacia proyectos con valor social y ambiental.
Francia introdujo una normativa que obliga a fondos de pensiones y seguros de vida a ofrecer, al menos, una opción de inversión solidaria con entre un 5 % y un 10 % de activos con impacto social o ambiental. España podría desarrollar una legislación similar para canalizar parte del ahorro hacia inversiones responsables.
Los gobiernos pueden usar fondos públicos como garantía, préstamo blando o asistencia técnica para reducir el riesgo y atraer inversión privada hacia proyectos de impacto. Esta estrategia puede aplicarse a nivel local, autonómico y nacional en sectores como la vivienda social, la inclusión sociolaboral o las energías renovables.
El FIS, gestionado por COFIDES, cuenta actualmente con 400 millones de euros que deberán invertirse antes de junio de 2026. Tras su puesta en marcha, reforzar su dotación y ampliar su alcance lo convertirían en una herramienta estratégica para escalar la inversión de impacto en España.
Los CIS son una modalidad de colaboración público-privada donde el pago público está condicionado a la obtención de resultados sociales. A partir de las experiencias piloto ya existentes en algunas comunidades autónomas, es necesaria una estrategia estatal que permita extender su uso a más territorios y a diversos sectores como el empleo, la vivienda, la salud o la adaptación y mitigación del cambio climático.
Impulsar el rol de España como inversor de impacto de referencia en América Latina, fomentando la colaboración entre gobiernos e inversores privados tanto de España como de Latinoamérica.
1.Incentivos fiscales para emprendedores sociales.
Es fundamental reconocer legalmente a los emprendedores cuyo objetivo no es solo el beneficio económico, sino también el impacto social o ambiental. El desarrollo del reglamento de las Sociedades de Beneficio e Interés Común (SBIC) permitiría canalizar incentivos fiscales hacia este tipo de empresas, ofreciendo mayor seguridad jurídica e interés para los inversores.
Cada año, se destinan millones de euros en fondos públicos al apoyo al emprendimiento. ¿Tiene sentido destinar estos recursos a startups cuyo único objetivo es crecer rápidamente para ser vendidas? Sería más eficaz priorizar el apoyo técnico y financiero a emprendimientos que solucionan problemas sociales que, de otro modo, acabaría afrontando el propio Estado. De este modo, hablaríamos de inversión pública inteligente en lugar de hablar de gasto público.
Tenemos las propuestas. Contamos con experiencias exitosas dentro y fuera de España. Sabemos lo que funciona. Solo falta voluntad política para hacer de la inversión de impacto una prioridad compartida, y no otro campo más de confrontación.
Construir un marco estable, coherente y ambicioso para la inversión de impacto no debería ser una cuestión ideológica, sino de eficiencia económica, responsabilidad social y visión de futuro. En un contexto de crisis múltiples, necesitamos todas las herramientas posibles para resolver los grandes retos de nuestro tiempo. La inversión de impacto es una de ellas. Busquemos un amplio consenso en esta materia para hacerla crecer.