Como canta Joaquín Sabina, seguro que entre todos encontraríamos “Más de cien palabras, más de cien motivos” para no dudar de seguir comunicando el cuidado del medio ambiente y los avances en sostenibilidad, a pesar de que a la sostenibilidad le cuesta hacerse valer desde que Trump ha llegado a la Casa Blanca y parece estar pasando por un periodo de reflexión, también en Europa y en el resto del mundo.
Para reducir las emisiones de CO2, para preservar los bosques, para cuidar los océanos y mares, para reciclar más, para no contribuir a generar más plásticos y sumarnos al lema de este Día Mundial del Medio Ambiente: #SinContaminaciónPorPlásticos, para consumir con conciencia, para no caer en el fast fashion, para cuidar la agricultura y ganadería, para cerrar la capa de ozono, para salvaguardar la biodiversidad y los ecosistemas, para moverse en transporte público o disfrutar de la bicicleta serían algunos de esos cien motivos.
Pero también porque cuando las empresas y organizaciones comunican los avances en medio ambiente y en sostenibilidad se genera inspiración en otras compañías. Porque la comunicación ambiental ayuda a informar a la sociedad sobre los desafíos que tenemos y promueve la concienciación en materia de cambio climático, economía circular o justicia climática. Porque la sostenibilidad tiene que volver a ser la brújula de la gestión empresarial, porque ayuda a atraer y retener el talento, porque fideliza a los clientes y consumidores y porque atrae a la inversión.
Para dar a conocer proyectos innovadores, que tienen muy presente el impacto social y medioambiental. Para que surjan más emprendedores de impacto. Para acabar con el greenwashing o lavado de imagen y que no nos confundan más. Para no fomentar el greenhusing o “silencio verde” porque ahora no toca hablar de lo que se hace en sostenibilidad. Porque a pesar de que la CSRD parece que no va a ser tan exigente con el paquete Omnibus, las grandes empresas europeas que han presentado sus primeros informes según los nuevos criterios, los temas en los que más han puesto el foco han sido los vinculados con el medio ambiente, la biodiversidad, el cambio climático (mitigación y adaptación) o el consumo de energía, según una encuesta de PwC.
Para creer en los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que se creó en 1998 y que se han cansado de repetirnos que ya vamos tarde para no aumentar la temperatura de la Tierra en 1,5º en 2100 con respecto a los niveles preindustriales. Para que las Cumbres del Clima sean tan inspiradoras como la de Río en 1992 o la COP 21 de 2015, que culminó con el Acuerdo de París, el primer tratado internacional sobre cambio climático. Por los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los ODS, cuyos avances nos hacen a todos mejores.
Y también porque no queremos que cada año se adelante el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra (Earth Overshoot Day), que en 2024 se alcanzó el 1 de agosto y para 2025 se ha vuelto a adelantar, en esta ocasión para el 24 de julio a nivel global. Aunque en España ya lo hemos superado el pasado 22 de mayo, lo que refleja que si toda la humanidad consumiera al ritmo de los españoles, se necesitarían aproximadamente 2,6 planetas para sostener ese nivel de consumo. Aunque si toda la humanidad viviera como los estadounidenses, consumiríamos más de 5 planetas al año. Más gráfico no se puede ser.
Porque a diferencia del estribillo de Sabina serían “Más de cien motivos -y no mentiras- que valen la pena” para seguir cuidando de la Tierra. Todos ganamos, hasta los negacionistas. Y porque todos los días sean los Días Mundiales del Medio Ambiente. Vale la pena.