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La contratación de personas con discapacidad es un desafío para las empresas debido, en parte, a ciertos mitos construidos en torno a la discapacidad que persisten a pesar de los avances en la legislación y la concienciación social. El problema es que estos prejuicios perpetúan barreras y reducen las oportunidades de muchas personas, lo que afecta la integración del colectivo de la discapacidad en el mercado laboral.
Mitos que dificultan la contratación de personas con discapacidad

Estas ideas erróneas de lo que es la experiencia del empleo de personas con discapacidad, abarcan diferentes ámbitos como el de la productividad, el psicosocial, el económico, entre otros. En este sentido, estos mitos tienen un gran espacio por lo que es urgente que tengan cada vez menos protagonismo para poder progresar hacia una realidad más justa e inclusiva en la que todas las personas puedan ejercer su derecho a trabajar y a tener una vida autónoma.

¿Y cómo podemos cumplir este objetivo? Para mitigar las conductas derivadas de ciertas creencias, lo primero que debemos hacer es detectarlas y a eso dedicaremos estas líneas. Uno de los mitos más extendidos, por ejemplo, es que las personas con discapacidad no están preparadas para trabajar, es decir, que no tienen las competencias necesarias para desempeñar un trabajo de calidad. Sin embargo, si profundizamos más en el tema, nos encontramos con que muchas personas con discapacidad pueden desarrollar tareas profesionales en diversas áreas ya que han recibido formación profesional en un área concreta, han estudiado un grado e incluso un posgrado. Las universidades y centros de formación están adaptando cada vez más sus programas para facilitar la inclusión de estudiantes con discapacidad. También hay centros que se dedican a la formación de estas personas, como es el caso de Fundación Randstad, donde ofrecemos cursos de profesionalización para dotar a las personas con discapacidad de herramientas para el empleo. Este conjunto de posibilidades hace que una mayoría del colectivo de la discapacidad esté preparado para integrarse en el mundo laboral.

Otro mito recurrente es que la contratación de personas con discapacidad supone un coste adicional importante para las empresas. En este sentido, existe la creencia de que necesitan adaptaciones costosas en su puesto de trabajo, lo que incrementaría los gastos. Sin embargo, la realidad es que muchas de las adaptaciones son simples y de bajo coste. En muchos casos, bastan ajustes como una silla ergonómica, software de accesibilidad o adaptaciones en el horario laboral para que una persona pueda ser tan productiva como el resto de sus compañeros.

También hay que destacar que las empresas que contratan a personas con discapacidad pueden beneficiarse de incentivos fiscales y subvenciones. En España existen deducciones por la contratación de personas con discapacidad, y las empresas pueden acceder a ayudas para la realización de adaptaciones al puesto de trabajo. Es decir, la inversión para integrar a un trabajador con discapacidad es menor de lo que creemos, en la mayoría de los casos.

Pero todavía nos encontramos con más prejuicios. El mito de que las personas con discapacidad son menos productivas que sus compañeros sin discapacidad es otro gran obstáculo para su inclusión en el mercado laboral. Sin embargo, las personas con discapacidad suelen tener un nivel de compromiso, motivación y lealtad elevados, lo que, en muchos casos, se traduce en una productividad equivalente y hasta superior al del resto del equipo. En Fundación Randstad consideramos fundamental entender que el concepto de productividad no puede reducirse a una medida rígida de cantidad de trabajo realizado. La diversidad de habilidades y perspectivas que aporta una persona con discapacidad puede enriquecer los equipos, lo que genera un ambiente de innovación y adaptación que beneficia a toda la empresa.

Si vamos todavía más allá, nos encontramos con que algunas empresas aún consideran que la inclusión de personas con discapacidad es un tema secundario, o que no tiene impacto directo en su rendimiento y competitividad. En este sentido, es vital comprender que la inclusión forma parte de los criterios ESG, pieza clave en la estrategia de todas las empresas. La realidad es que las compañías que promueven un entorno diverso y accesible no solo contribuyen a la equidad social, sino que también se posicionan como responsables y comprometidas con su comunidad.

Esto va en línea con la normativa internacional, como la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, que establece la obligación de los Estados y las empresas de garantizar la igualdad de oportunidades en el ámbito laboral. Además, cada vez está más claro que las empresas inclusivas tienen un mejor clima laboral, una mayor capacidad de retención de talento y una mejor reputación ante los consumidores.

Por último, es importante poner sobre la mesa el mito de que la discapacidad es una barrera insuperable, porque este abarca todos los ámbitos y nos impide avanzar en cualquier sentido que nos lleve a la integración en el ámbito del empleo.

Este prejuicio surge cuando asumimos que la discapacidad implica una barrera imposible de superar. Que es como un muro que separa a la persona de desarrollar una carrera profesional exitosa, por ejemplo, cuando lo que realmente constituye una barrera es la falta de accesibilidad, tanto física como digital, y la ausencia de actitudes inclusivas para que las personas puedan estudiar, trabajar y vivir de forma autónoma. Si se proporcionan las adaptaciones necesarias y se fomenta una cultura organizacional inclusiva, las personas con discapacidad pueden tener el mismo rendimiento y éxito que cualquier otra persona en el ámbito laboral.

No obstante, todos estos mitos son producto de la desinformación y al desconocimiento, por eso en Fundación Randstad creemos en la importancia de sensibilizar al mundo empresarial, pero también en apostar por su contratación. Es la única manera de experimentar el hecho de que posicionarnos como empresas inclusivas, que contratan a personas con discapacidad nos trae más beneficios de los que imaginamos.

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