El Día Mundial del Hábitat nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre la importancia de las ciudades en nuestro mundo actual y en la urgencia de asegurarnos de que crezcan de manera sostenible para que nuestras futuras generaciones tengan un lugar donde vivir. Con 8.000 millones de personas en el mundo, las ciudades son clave en la forma en la que vivimos a nivel global.
Según datos de la ONU-Hábitat, se proyecta que para el año 2050 casi el 70% de la población mundial vivirá en zonas urbanas, lo que representa un aumento significativo en comparación con la situación actual. Esta rápida urbanización plantea desafíos sin precedentes en términos de sostenibilidad ambiental, equidad social y calidad de vida para los habitantes de las ciudades.
Las ciudades, a pesar de ocupar solo el 3% de la superficie terrestre, son responsables de una parte sustancial de las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo en gran medida al fenómeno del cambio climático. De hecho, las ciudades son responsables del 70% de las emisiones mundiales de CO2, lo que resalta la urgencia de adoptar medidas concretas para reducir la huella ambiental de los entornos urbanos.
En este escenario, la participación activa de los jóvenes se presenta como un factor clave en la construcción de ciudades sostenibles y la educación juega un papel fundamental en la formación de ciudadanos conscientes y comprometidos con un futuro respetuoso con el medio ambiente.
Es crucial recibir educación ambiental en las escuelas, algo que yo nunca recibí. Por eso, en abril, aprovechando el Mes de la Tierra, decidí crear Eco Next Gen, un programa de concienciación climática y ambiental. Gracias a la colaboración con instituciones locales como la Diputación de Palencia, logramos llevar este proyecto a más de 12 escuelas y alcanzar a más de 600 estudiantes de secundaria en toda la provincia a través de charlas sobre sostenibilidad, consumo responsable y greenwashing. Y lo cierto es que tuvo un gran impacto, porque cuando alguien cercano a tu edad te habla en tu propio lenguaje, de forma dinámica y con ejemplos que te resultan familiares, el mensaje llega
Este es un perfecto ejemplo de cómo este tipo de iniciativas, impulsadas por jóvenes, representan una vía efectiva para sensibilizar a las nuevas generaciones sobre la importancia de la sostenibilidad y la responsabilidad individual en la protección del planeta.
Es esencial que los jóvenes nos sintamos incluidos y capacitados para participar en la toma de decisiones que afectan el entorno urbano en el que vivimos y que seamos conscientes que todos tenemos un rol y una responsabilidad, sin importar nuestra profesión.
La comprensión de que las ciudades forman parte integral del entorno natural y que las acciones individuales tienen un impacto colectivo en la sostenibilidad del planeta es fundamental para impulsar un cambio positivo a escala global. El aire que respiramos, los alimentos que consumimos, todo proviene del medio ambiente. No debemos caer en la idea errónea de que el medio ambiente se limita a selvas o bosques que parecen estar lejos de nuestra realidad cotidiana. Las ciudades también son medio ambiente, y al comprender esta conexión, podemos empezar a tomar decisiones más conscientes sobre cómo cuidar y mejorar nuestro entorno urbano y natural al mismo tiempo.
Además de una correcta educación ambiental, las redes sociales se convierten en un medio de gran importancia para comunicarnos entre jóvenes. A través de las redes sociales y en mi rol como embajadora del Pacto Climático Europeo, busco concienciar a mi audiencia sobre diversos temas desde una perspectiva interseccional, sin embargo, soy consciente de los desafíos que suponen estos medios; a través de las redes sociales tenemos acceso a una gran cantidad de información, lo que puede ser una ventaja o un riesgo, puesto que nos encontramos con más recursos educativos y podemos generar impactos positivos, pero también estamos más expuestos a estímulos que fomentan consumidos desmedidos.
Como podemos ver, la educación y las redes sociales forman parte de las oportunidades que tenemos como jóvenes para llegar a conectar con otros y crear el futuro que queremos, sin embargo, actualmente, nos enfrentamos a diversos desafíos urbanos que tenemos que combatir, como las olas de calor y la crisis de vivienda, que requieren soluciones inclusivas y sostenibles que garanticen un futuro equitativo y respetuoso con el medio ambiente. La creación de espacios verdes en entornos urbanos, como corredores ecológicos y techos verdes, no solo contribuye a mitigar el efecto isla de calor y promover la biodiversidad, sino que también mejora la calidad de vida y la salud de los habitantes urbanos.
Proyectos comunitarios de urbanismo sostenible, como los huertos urbanos y la reforestación de áreas urbanas o voluntariados ambientales, ofrecen grandes oportunidades para que los jóvenes podamos participar activamente en la construcción de ciudades más verdes y resilientes. Estas iniciativas no solo fomentan la autosuficiencia alimentaria y la biodiversidad, sino que también fortalecen el vínculo entre las comunidades y su entorno natural.
En cuanto a la crisis de vivienda, nosotros, los jóvenes, somos unos de los principales afectados. Es importante que el gobierno trabaje en crear ciudades accesibles desde el punto de vista económico y climático. Es decir, que no solo se ofrezcan viviendas a precios razonables, sino que también sean resilientes y respetuosas con el medio ambiente, con soluciones que consideren la eficiencia energética, el acceso a transporte sostenible y la infraestructura verde, entre otros factores.
Como dice Joaquín Araujo, “La rebeldía de los jóvenes ecologistas es la última esperanza». El compromiso y la acción de nosotros, los jóvenes, son fundamentales para la construcción de ciudades sostenibles. La colaboración, la educación y el empoderamiento son pilares clave para forjar un futuro urbano más habitable, inclusivo y respetuoso con el medio ambiente. Es a través de la participación activa de las nuevas generaciones que podemos avanzar hacia un modelo urbano sostenible que garantice la armonía entre el desarrollo humano y la preservación del planeta para las generaciones futuras.