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En tiempos de inestabilidad económica y crisis climática, es esencial ser consciente de los problemas que afectan a la sociedad actual y tratar de desempeñar un papel activo en su solución. Con este objetivo, muchas personas deciden cambiar sus hábitos de consumo, priorizando la compra de artículos de segunda mano o apostando por los productos locales o de cercanía, por poner algunos ejemplos, pero ¿qué nos impide trasladar este cambio de hábitos a entornos como el financiero?
Invertir con impacto, invertir en un futuro mejor

El Diccionario de la lengua española define “invertir” en su segunda acepción como: emplear, gastar, colocar un caudal; una metáfora que muestra cómo a través de la inversión inteligente se pueden alcanzar metas muy beneficiosas.

En un mundo en constante cambio, la innovación y el emprendimiento surgen como actores esenciales para abordar desafíos globales. Sin embargo, en demasiadas ocasiones los autores de nuevas invenciones encuentran dificultades para acceder a la financiación por la vía tradicional y, ahogados por requisitos burocráticos o altas cuotas, se quedan en una simple intención en lugar de un proyecto real que pueda contribuir al desarrollo global.

A diferencia de lo que muchas personas creen, “colocar el caudal”, como dice la definición de inversión, es igual de importante que ser el creador de una idea innovadora, pues sin este respaldo no sería posible materializarlo.

En este sentido, apostar por alternativas como la financiación colaborativa sostenible, impulsada por plataformas como Goparity, capaces de generar rendimientos de forma constante y periódica a largo plazo, resulta una opción altamente beneficiosa. Modelos como la financiación colaborativa permiten, no solo hacer realidad ideas de negocios o proyectos que puedan generar un impacto positivo en el desarrollo económico y ambiental, sino que además son la clara muestra de cómo, a través del poder de muchos, es posible hacer realidad un futuro mejor.

En un momento en el que reina la volatilidad es importante variar las inversiones con el objetivo de reducir los posibles riesgos. Para ello, apostar por proyectos en los que tanto el impacto como el retorno de la inversión se muestre de una forma transparente, no solo es importante para ganarse la confianza del inversor, sino también para identificar y mitigar posibles riesgos antes de que sean problemas significativos.

Quizá una inversión inteligente capaz de ofrecer retornos estables y duraderos a largo plazo, al mismo tiempo que ayuda a combatir el cambio climático, puede sonar a utopía. Sin embargo, hoy día se trata de algo muy real, donde apostar por destinar su dinero a la financiación de proyectos sostenibles no solo contribuye al desarrollo económico global, sino que también ayuda a evitar la emisión de CO₂ a la atmosfera y apoyar la economía social.

En balance, al igual que al cambiar los hábitos de consumo para mitigar el impacto en la economía personal, al mismo tiempo que se contribuye al medioambiente, la inversión con impacto sobresale como una alternativa financiera altamente beneficiosa al permitir  diversificar ahorros, reducir el impacto ambiental y estimular la innovación sin abandonar los valores y principios personales.

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