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En las reuniones en las que nos juntamos amigos y amigas está prohibido hablar de quién la tiene más grande: a ellos no les gusta que se saque el tema, les genera dolor e incomodidad. En cambio, cuándo estamos las mujeres a solas podemos expresar con naturalidad lo grande que la tenemos; abiertamente exponemos cómo nos ha ido creciendo, reconocemos el gran esfuerzo que nos ha supuesto y los dilemas morales que nos han acorralado contra un muro sociocultural pegajoso. Iker me dice: “me da mucha vergüenza que mi mujer la tenga mucho más grande”. Así sucede cada vez más frecuentemente: muchas mujeres tienen la nómina más grande que ellos.
El tamaño no necesariamente importa

Iker me dice: “me da mucha vergüenza que mi mujer la tenga mucho más grande”.

Me cuenta Carmen que al compartirle a su marido lo contenta que estaba porque le había crecido, éste contestó con tono molesto: “¿y encima en equipo?”.

Elena: yo he tratado de evitar que se supiera que yo la tenía mayor, para que los hijos respetaran a su padre; todavía hoy, siendo veinteañeros, desconocen esa diferencia.

Todos estos son casos reales. También el de Pilar, que me dice que su pareja no quiere que se sepa que ella cobra más del doble que él.

Así sucede cada vez más frecuentemente: muchas mujeres tienen la nómina más grande que ellos.

Ahora sabemos que si algunas la tenemos más grande es gracias a las mujeres que se excitaron con la idea de abrazar rincones prohibidos: educación, empresa, deporte, oposiciones, donde antes solo estaba la de ellos; hemos tenido que rozar nuestra piel ávida de velocidad para conquistar la igualdad en una realidad que lleva incorporados frenos ABS (Autoestima Basada en el Salario).

Ahora que se escucha que ya todo está conseguido y que la desigualdad en los roles de género era cosa de nuestros padres y abuelos, estas reacciones sobre el tamaño de la nómina indica que todavía hay prejuicios plenamente vigentes.

Una vez detectado el prejuicio: ¿Qué se puede hacer? Podemos continuar manteniendo el silencio, de forma que contribuyamos a que todo siga igual. Muy diferente sería la opción de sacar lo de los tamaños a la luz, sin impedir que ellos experimenten su correspondiente vergüenza provisional, hasta que todo el mundo se acabe habituando y deje de ser un tabú.

Es de comprender que si ellos basaron su autoestima en el tamaño de la nómina, aquella se vió comprometida por haber puesto todos los huevos en la misma cesta. El mismo error se derivaría de que nosotras basáramos ahora nuestro sentido de valía de tenerla más grande.

El tamaño no necesariamente importa. Lo importante es disfrutar conjuntamente.

En este artículo se habla de:
OpiniónMUJERESdesigualdad de género

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