Publicado el

La guerra en Ucrania obliga a Europa avanzar con mayor ímpetu hacia un nuevo orden energético regional.

Antes del actual conflicto geopolítico, Rusia exportaba cerca del 40% del gas natural que demandaba la Unión Europea. Con la invasión a Ucrania y el advenimiento de la guerra, los flujos de gas natural provenientes de Rusia cayeron casi en un 80% y se han producido interrupciones totales o parciales del suministro en 14 estados europeos. Los sabotajes a los gasoductos del Báltico, obviamente, complicaron el panorama del abastecimiento. La situación se ve agravada debido a la deficiente capacidad regasificadora de Gas Natural Licuado (GNL) que posee la UE, ya que tan sólo el 30% de los países miembros tienen acceso al mercado global de GNL, cuyos precios, a pesar de ello, se han incrementado sustancialmente. España concentra el 34% de dicha capacidad regional de regasificación y su abastecimiento está suficientemente diversificado. Una buena noticia ante un panorama que para algunos países se presenta como crítico.

Durante gran parte del año, los países europeos, advertidos de la situación y preparándose para la llegada del invierno, comenzaron a tomar medidas para incrementar, tanto como sea posible,  sus reservas de gas natural; que al día de hoy se encuentran en cerca del 93% de su capacidad.

La crisis y la necesaria sustitución de oferentes de gas natural ha impactado también en el sector eléctrico, ya que gran parte de la generación se debe realizar a través de plantas de ciclo combinado que funcionan con gas natural como carburante. Los altos precios que ha venido registrando el gas natural y que alcanzaron máximos históricos, dio lugar a una suerte de efecto contagio sobre los mercados eléctricos de la región, así como sobre los mercados minoristas de gas natural y electricidad. El precio de la electricidad llegó a superar los 700 €/MWh en algunos países del bloque regional. Es por ello que, a lo largo del año, se han tomado medidas que mitiguen esos impactos. El mecanismo de excepción ibérica, que fija un tope al precio del gas natural empleado en la generación eléctrica, ha resultado exitoso para contener el precio de la electricidad y reducir su volatilidad. Durante el pasado verano, cuando la demanda de electricidad creció sustancialmente, fuimos testigos de precios record del gas natural que no se trasladaron a los de la tarifa eléctrica.

Recientemente, desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de España, se ha comenzado a articular el Plan +SE (Plan Más Seguridad Energética) en línea con las estrategias que ha venido planteando la Comisión Europea. El Plan se asienta en 3 ejes: (i) aliviar la situación y proteger a los consumidores vulnerables y comunidades de vecinos, (ii) favorecer la autarquía energética y (iii) consolidar la solidaridad con otros Estados Miembros de la UE a través de la ampliación de la capacidad de exportación de gas natural a Francia e Italia.

Contrariamente a las anteriores intervenciones que se enfocaban más en medidas de más corto plazo, resulta interesante que, en esta nueva instancia de actuación de la autoridad energética, se han comenzado a plantear medidas que apuntan a un mediano plazo. Por un lado, se busca promover el autoconsumo de electricidad con 500 millones de euros adicionales y, a su vez, alentar el desarrollo de nuevos modelos de autoconsumo compartido a través de la gestación de comunidades energéticas. Por otro lado, se le dará una mayor prioridad a la eficiencia energética en los procesos de compras públicas y se formulará un nuevo plan de reducción del consumo de electricidad en el alumbrado público mediante la sustitución por dispositivos más eficientes. Con la finalidad de promover el cambio de hábitos y la imitación virtuosa de los consumidores residenciales, se incluirá información adicional y consejos para ahorrar en las facturas de luz y gas. Por otro lado, se realizarán rebajas fiscales en las soluciones que favorezcan la sustitución de combustibles fósiles por energías renovables y se acelerará la ejecución del PERTE de Energías Renovables, Hidrógeno Renovable y Almacenamiento (PERTE ERHA) inyectando 1.000 millones de euros adicionales.

La guerra en Ucrania está teniendo consecuencias pavorosas para ese país. Son miles las personas que sufren y sufrirán por culpa de este conflicto casi absurdo. Toda Europa se ha puesto en jaque. La región ha tenido que responder rápidamente para dar respuesta al nuevo escenario planteado y ya se vislumbra la gestación de un nuevo orden energético que configura un verdadero desafío para la región. El invierno será una gran prueba ácida. Se deberá exhibir una notable capacidad de cohesión y coordinación entre todos los actores europeos. Lo positivo dentro de este triste panorama, es que ese orden energético venidero está alineado con el objetivo de alcanzar mayores niveles de autarquía energética y se orienta a descarbonizar nuestras matrices energéticas con mayor ímpetu. Muchas eran las voces que clamaban por ello. Las evidencias del cambio climático están ahí. Sin embargo, duele decirlo: ha sido la dolorosa bofetada de la guerra, lo que ha hecho que avancemos con más ahínco en esa dirección.

¡Comparte este contenido en redes!

300x300 diario responsable
 
CURSO: Experto en Responsabilidad Social Corporativa y Gestión Sostenible
 
Advertisement
Este sitio utiliza cookies de terceros para medir y mejorar su experiencia.
Tu decides si las aceptas o rechazas:
Más información sobre Cookies