Vivimos en un mundo de cambio constante, de acceso a una cantidad ingente de información y sometidos a constantes distracciones ya sean propias o externas. En un mundo así parece casi imposible sacar tiempo para realizar todas las cosas que queremos hacer. Una sensación de no llegar a todo y de estar en un estrés continuo. Y es que estamos inmersos en lo que Peter F. Ducker llamó “el trabajo del conocimiento”. Y este es muy diferente al que estábamos acostumbrados y para el que biológicamente estamos preparados: el trabajo manual. Y hay grandes diferencias entre uno y otro.
El trabajo manual era evidente, la acción y el objetivo a conseguir estaban claros y había un balance claro entre el tiempo y el trabajo a realizar. En el trabajo del conocimiento, muchas de las tareas no sabemos qué van a implicar, las recibimos de forma constante a través de llamadas, emails, urgencias… y siempre tenemos más trabajo del que podemos asumir.
Por ello, ahora más que nunca, necesitamos trabajar una competencia para la que no nos hemos preparado: la efectividad personal. Y sí, hablo de ‘efectividad personal’, no de productividad personal, aunque este último término es el más popular. La productividad va orientada a "hacer más cosas en el mismo tiempo", mientras que la efectividad va más unida a "hacer aquellas cosas que más valor aportan en el tiempo disponible de la manera más eficiente posible".
¿Cómo mejorar nuestra efectividad personal y profesional?
Veamos algunos hábitos que nos ayudarán a que nuestras tareas estén ordenadas, organizadas y así tener una mayor efectividad personal: