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El post Covid-19 iniciará un escenario marcado por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad laboral, es decir nos adentramos en un entorno VUCA- volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad de condiciones y situaciones-, lo que obligará a los gobiernos y a las empresas, a poner en marcha una robusta alianza público&privada, eso sí, respetando la independencia de ambos, sin intervencionismos.

Daniel Kahneman, psicólogo, que ganó el premio Nobel de economía, fundamentó sus trabajos en la toma de decisiones en escenarios de incertidumbre, y en el desarrollo de la teoría de las perspectivas, la cual describe que, el punto de referencia, no es el resultado del análisis de la realidad previa a la decisión, sino que es el resultado del propio escenario en el que se formula la decisión. En base a este planteamiento, y con la previsión de un escenario negativo, una caída del PIB entre el 8,5% y el13%, y una deuda pública del 115%, solo cabe la aplicación de profundos cambios económicos, industriales y labores en nuestro país.

Para ello, desde mi punto de vista, es imprescindible trazar tres directrices generales que fundamenten una estrategia global; Desarrollar e implantar un profundo cambio estratégico de las necesidades industriales, y económicas. Una reconversión industrial de los sectores primario y secundario y, un cambio en la cultura empresarial, hacia nuevos modelos de trabajo, y de gestión de la jornada laboral.

En 2014, el sector industrial representaba un 15,6% del PIB de la Unión Europea y el 15% del de España. Ante estas cifras, Europa diseñó un plan, Reindustrialización 2020, que marcó como objetivo que, en 2020 el sector industrial tendría un peso del 20% del PIB de la Unión Europea. Este Plan no se ha cumplido, y España ha quedado muy lejos del objetivo, con un 16% del PIB. El Covid-19 ha ahondado, aun más, la necesidad imperativa de que tejido productivo/industrial de la Unión Europea, y por extensión de España (desaparecieron sectores en los que éramos referencia, agrario/ganadero, naval, calzado, textil…) se reconstruya y reactive.

Esta crisis, nos ha hecho ser conscientes, que deslocalizar implica vulnerabilidad, subordinación y desabastecimiento. De este modo, desde finales de los setenta, las reconversiones, junto con la bandera de la globalización y de la intercomunicación planetaria, desencadenó que delegásemos casi el 15% del PIB nacional en países de Oriente. En definitiva, lo que en 2014 era importante, ahora ya es vital para Europa y España.  Debemos acelerar la repatriación, reshoring, a Europa, de los sectores que durante los últimos veinte o veinticinco años se han deslocalizado. No obstante, es importante advertir que, las decisiones deben estar asentadas en la fiabilidad, porque en lo que llevamos de crisis, se han tomado decisiones políticas y se han anunciado algunas económicas, sin tener perspectiva empírica sobre si tendrían los resultados esperados o no, las cuales han parecido ser fruto de la improvisación, lo que es una temeridad.  Planteamientos éstos que aseveraba el premio Nobel Richard H. Thaler, igual que afirmaba que, el problema surge cuando la aplicación de nuestros modelos no son todo lo realistas que debieran, esta situación de prueba/error se ha reiterado. Este destacado economista, Thaler, que estudió cómo ciertos factores psicológicos influyen en la toma de decisiones. Determinaba que en ocasiones nuestras decisiones desembocan en que “nos parezcamos más a Homer Simpson que a Mr. Spock”. Esta referencia podría reflejar lo que ha ido repitiéndose a lo largo de esta crisis.

Ante esta situación, urge llegar a un Acuerdo de Estado, que debe tener como objetivo la reconstrucción del país, la reactivación de la economía y medidas para solucionar el desempleo. La reconversión industrial, término muy utilizado en los ochenta, debe activarse y las empresas apoyadas por la Administración deberán repatriar a España las producciones y, con ello, conseguiremos algo vital en estos momentos, la creación de puestos de trabajo, permitiendo volver a estar en condiciones de incrementarían las exportaciones y de reducir nuestro déficit comercial, actualmente es de 34.200 Millones de €. Sin embargo, el plan de reindustrialización, repatriación de las industrias deslocalizadas y, apoyo a sectores como, el de las nuevas tecnologías, deben contemplar un entorno que facilite su competitividad, precio de energía razonable, infraestructuras adecuadas, políticas fiscales al servicio de la inversión y la innovación, y un sistema educativo de calidad, que provea al país de profesionales cualificados.

Al mismo tiempo, guste o no, se debe garantizar a los empresarios, los cuales van a arriesgar su dinero, que dispondrán de un escenario en el que la incertidumbre, la inseguridad jurídica y la ambigüedad económica se reduzca al máximo, lo que permitirá asentar las inversiones. Y ante decisiones tan trascendentes y cruciales para viabilidad del país, conviene hacer una advertencia, y para ello, vuelvo a Kahneman y su modelo de la utilidad esperada, en el que la importancia del punto de referencia en la toma decisiones es crucial, y estas decisiones dependen, a la vez, de la fijación de un punto de referencia ligado a cada decisión. Es decir, las decisiones que se adopten en la actualidad, deben estar ligadas a objetivos, claros, estables, fundamentados, y sólidos, para que los resultados de estas decisiones den frutos, y que aunque no serán inmediatos. Además, se deben neutralizar los escenarios de incertidumbre y de desasosiego, los cuales se filtran en las organizaciones, en las empresas y en los mercados…induciendo a un empeoramiento de la atmósfera de reactivación económica, que dificulta estabilizar el país.

Por otro lado, las empresas se han visto obligadas a plantearse nuevos modelos de trabajo, de gestión de la jornada laboral, las rutinas profesionales han cambiado debido el teletrabajo, lo que ha implicado, una digitalización a marchas forzadas para adaptarse a la nueva realidad. Estos cambios deberían ser aprovechados y mantenidos en el futuro, para beneficio de la vida familiar, y personal de los empleados, e inducir a una conciliación más real.

Y finalizo con una cita de Séneca; No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho tiempo. Y ya no hay tiempo que perder.

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