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El mundo enfrenta un momento de crisis sin precedentes. Frente a epidemias anteriores, que afectaban fundamentalmente a países del sur, ahora nos encontramos que el Covid-19 no sabe de fronteras y que está teniendo grandes impactos en el tejido social, económico y ambiental en todos los lugares del planeta, desde la cosmopolita California a las selvas amazónicas, desde el motor económico que es Alemania a la masificada Nigeria.

Bien es verdad que el ‘sálvese quien pueda’ , cerrando los ojos a lo que ocurre en el resto del mundo, es un riesgo que está ahí,  y que se hace visible según llegan noticias de recortes en lo que es la ayuda al desarrollo. Por ello, es más necesario que nunca apostar por mensajes y acciones dirigidos a una respuesta conjunta y solidaria.

Y es lo que se busca con iniciativa internacional #StrongerTogether, a la que se han sumado cerca de 300 organizaciones de la sociedad civil de decena de países del norte y del sur. Fortaleza y unidad para demandar a los gobiernos su compromiso con quienes más difícil van a tener superar la crisis y que hace visible desde el 22 de mayo con acciones que incluyen la firma de un manifiesto, el envío de carta a dirigentes políticos y una gran campaña en redes con esa etiqueta para reclamar lo que resulta evidente: es imprescindible reforzar los fondos destinados a servicios sanitarios públicos, tan deficitarios para la inmensa mayoría de la humanidad, pero también a servicios sociales y programas de ayuda que van a requerir muchos países hoy sumidos en una debacle económica sin precedentes.

Entre otras, se ha sumado a esta campaña Alianza por la Solidaridad-Action Aid ( https://www.alianzaporlasolidaridad.org/ ), con presencia en 50 países, que desde que comenzó la pandemia trabaja en varios continentes tratando de paliar el brutal impacto social del confinamiento, así como carencias tan básicas como el agua en lugares donde evitar contagios parece un reto imposible. Lugares como India, Nigeria, Bolivia o Haití, entre muchos otros, a los que destina recursos gracias a las personas e instituciones que apoyan su trabajo.

El llamamiento no sabe de banderas ni fronteras. Se dirige a los gobiernos de Naciones Unidas y especialmente a las economías desarrolladas que se agrupan en el G20. En un momento en el que Estados Unidos amenaza con dejar sin recursos ‘sine die’ a la OMS,  las organizaciones consideran fundamental que se garantice que haya fondos suficientes tanto la OMS como en los estados para garantizar una  asistencia sanitaria universal gratuita, así como asistencia social. En noviembre pasado, la OMS y la Unión Africana firmaron un acuerdo por el que la primera se ofrecía a colaborar con la segunda “prestando una atención especial a la preparación ante emergencias, para reforzar las defensas de los Estados Miembros de la UA contra las epidemias y otras emergencias sanitarias”. ¿Qué pasará si se queda sin recursos? Y, por otro lado, si se logra una vacuna o tratamientos avanzados ¿cuánto tardarán en llegar a países donde hay 0,08 médicos por 1.000 habitantes cuando en España tenemos cuatro? ¿Cómo conseguir mejorar esos ratios, que no son solo cifras sino que son muertes?

En el manifiesto, se reclama la cancelación inmediata de la deuda externa de los países en desarrollo, mecanismos de alivio de la carga financiera e inversiones de ayuda a gran escala que ayuden a financiar la prestación de estos servicios. El pasado 7 de Mayo, la ONU ya lanzó un llamamiento a los estados para que aporten los 7.000 millones de dólares que considera imprescindibles destinar a países pobres para detener la propagación del SARS-Cov-2.

Este es el primer paso: frenarlo. Pero también es el momento de identificar con urgencia las medidas de apoyo a aquellos que están en una posición económica más frágil y van a requerir un fondo de recuperación global, en el que es evidente se tendrá que contar con las organizaciones de la sociedad civil para garantizar que nadie quede atrás. Conviene recordar que ya hoy miles de trabajadores y voluntarios están suministrando alimentos vitales, materiales médicos y provisiones básicas en lugares adonde no llegarían sin su presencia y a colectivos (comunidades empobrecidas, refugiados y desplazados, ancianos en situación de riesgo, discapacitados…) que dependen de ellos para salir adelante un día más.

Con #STRONGERTOGETHER no sólo se recuerda el papel de las organizaciones de la sociedad civil en las iniciativas de respuesta y recuperación ante la pandemia, sino que todos los fondos que se dediquen a ellas deben ser regidos por unos principios fundamentales que son los recogidos en los Objetivos del Desarrollo Sostenible y en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Asimismo, apuestan porque estos fondos se distribuyan a acciones que tengan en cuenta una perspectiva de género, dado que como en otras tantas crisis las mujeres están siendo más afectadas por las consecuencias que los hombres.  Pese a que la enfermedad COVID-19 parece afectar más a la salud de los hombres, ellas son las que más empleos están perdiendo, las que han visto aumentar la violencia contra sus personas en el confinamientos, las más expuestas a un aumento de matrimonios infantiles en familia acuciadas por la miseria… Existe también el riesgo de un retroceso en avances hacia la igualdad contra el que hay que hacer un sobre esfuerzo.

Y, por supuesto, sin olvidar que cualquier estímulo económico, como los que se están aprobando estas semanas en países desarrollados, debe garantizar que la economía de esa ‘nueva normalidad’ sea sostenible y justa, sin subsidios a combustibles fósiles y generando millones de empleos sostenibles. Ahí tenemos el ejemplo de Canadá, donde el presidente Justin Trudeau ha dicho que las empresas que quieran ayudas públicas deben hacer compromisos específicos con respecto al medio ambiente. Pero también tenemos el caso de Donald Trump, en Estados Unidos, que está desmantelando las leyes de protección ambiental.

Dice un proverbio etíope que “cuando las arañas se unen pueden atar a un león”. Como como las arañas, #StrongerTogether, podremos ‘atar’ en corto una crisis que aumentará en decenas, quizás cientos de millones los casos de pobreza extrema. Reclamarlo está en nuestras manos.

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