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Ir a trabajar es una amenaza cotidiana para el personal de la salud debido a la crisis del Covid-19; el día 6 de abril el Ministerio de Sanidad informó que de dicho personal, 19.400 personas están infectadas, el 10% hospitalizadas y el 20% han sido dadas de alta. Los recursos sanitarios de principal necesidad en los centros de salud son mascarillas, guantes, batas, respiradores, test rápidos y kits PCRs. La población en general requiere igualmente mascarillas, gel antiséptico, guantes y bolsas de plástico para hacer la compra. Si antes luchábamos por reducir el plástico ahora el plástico es un material necesario para protegernos de cualquier superficie donde pueda estar el virus.

La velocidad del contagio ha saturado el sistema de salud, los insumos médicos han sido insuficientes para todas las personas que se encuentran enfermas  exponiendo constantemente al personal médico a contagiarse, se han visto obligados a reutilizar las mascarillas durante una semana cuando su vida útil es de un turno de 8 horas o a tener que utilizar batas ya usadas confiando en que los procesos de esterilización hayan sido bien implementados y se encuentren libres de COVID-19.

Los recursos sanitarios de principal necesidad en los centros de salud son mascarillas, guantes, batas, respiradores, test rápidos y kits PCRs. La población en general requiere igualmente mascarillas, gel antiséptico, guantes y bolsas de plástico para hacer la compra. Si antes luchábamos por reducir el plástico ahora el plástico es un material necesario para protegernos de cualquier superficie donde pueda estar el virus.

Una gran demanda

"Estamos en una guerra auténtica por hacernos con los respiradores, mascarillas y test rápidos" fueron las declaraciones de María Jesús Montero portavoz del Gobierno a un canal televisivo. Al comparar una guerra con un proceso de importación claramente denota la dificultad que tienen los gobiernos para abastecerse de material sanitario y proteger a su población. Los países productores cerraron sus exportaciones para autoabastecerse dejando a China como el único exportador en el mercado capaz de aliviar la demanda mundial. Desarrollar la industria local es una solución a medio plazo, así que por el momento es necesario competir hábilmente para sortear todas las dificultades.

Ante este panorama es común una subida exorbitante de precios,  de hecho, los fabricantes de mascarillas han aumentado sus precios entre un 300% y un  500% especulando con la necesidad de la parte compradora, aparecen compañías fraudulentas con estafas como la denunciada por la Generalitat de 35 millones de euros en la compra de material sanitario. En otros casos, los pedidos no llegan a tiempo o no cumplen con las características técnicas solicitadas. China está endureciendo las condiciones para exportar material sanitario con el objetivo de prevenir la repetición de estos casos y que no se politicen estas dificultades. No obstante, las malas prácticas comerciales no se evidencian solo por el lado de la oferta, las autoridades francesas denunciaron a partes compradoras de Estados Unidos de recomprar varios pedidos suyos pagando hasta cuatro veces más y en efectivo.

España  formalizó un contrato de compra por 432 millones de euros con China para el suministro de 550 millones de mascarillas de protección respiratoria FFP2 (conocidas también como N95), 30 millones de mascarillas quirúrgicas,  5.5 millones de test rápidos, 11 millones de guantes y 950 respiradores además de incentivar el autoabastecimiento de respiradores para las personas que utilizan la unidad de cuidados intensivos y equipos de protección individual EPI para la protección del personal sanitario. Esta inversión alivia la situación actual y llena de recursos preventivos a la población para seguir luchando contra el virus.

De material sanitario a residuos sanitarios

No sabemos si el material sanitario será suficiente para proteger a toda la población del planeta. Qué pasará con todos los residuos sanitarios de esta pandemia, de qué manera se eliminarán, si se podrán reciclar, si existirán alternativas de producción que alarguen la vida útil de estos productos o si sería viable reutilizarlos. Son varios de los cuestionamientos que surgen ante la emergencia, desconocemos el impacto social y los efectos que pueda generar en la sostenibilidad ambiental este escenario tan particular.

La Organización Mundial de la Salud, OMS, tiene previstos módulos de gestión para el tratamiento de residuos sanitarios según sus características, en función de los cuales, los residuos de material altamente infeccioso deben ser incinerados. En España este tipo de residuos sanitarios se consideran Residuos sanitarios específicos de riesgo o de tipo III, y se acogen a esta medida debido a la peligrosidad de transmisión de enfermedades altamente contagiosas como el COVID-19.

El Ministerio de Sanidad notificó mediante el Boletín Oficial de Estado del día 22 de marzo de 2020, las instrucciones sobre la gestión de residuos para la crisis del COVID-19, ratificando que los residuos de los centros médicos, hospitales y ambulancias debían ser incinerados y sus restos arrojados a vertederos. Los residuos generados por personas infectadas que se encuentran en casa, deben ser depositados en varias bolsas dependiendo del tipo de material y almacenados en una sola bolsa para depositarla en el contenedor orgánico sin realizar la separación por reciclaje y deben ser igualmente incinerados.

El aumento de la quema de residuos será drástico  debido a la dificultad de distinguir cuáles están infectados y cuáles no, así como el riesgo y la prohibición que representa separarlos manualmente incrementando la probabilidad de que se estén incinerando todos.

Un ciclo sin fin

La necesidad de establecer una transición a la sostenibilidad global cobra más significado en un momento histórico como el que estamos viviendo. La lógica de la maximización de la producción, el consumo y los beneficios a costa del consumo de grandes cantidades de energía, emisiones de carbono, extracción de recursos naturales finitos y generación de desechos al medio ambiente pierde sentido en un momento donde la especie humana está siendo amenazada por un virus originado en su propio entorno.

Según los datos publicados en el informe Panorama de los recursos globales 2019 de la ONU en los últimos 50 años la población mundial se ha duplicado, la extracción de materiales se ha triplicado, hubo una pérdida del 90% de nuestra biodiversidad por la aceleración del procesamiento de los recursos naturales debido a la demanda sostenida y creciente de materiales. Existe una responsabilidad nuestra frente al entorno, el modelo económico actual está mostrando sus consecuencias y es necesario que la economía circular empiece a liderar la transición a la sostenibilidad mundial.

¨La materia no se crea ni se destruye solo se transforma¨ este principio físico es transmitido por Greenpeace en una investigación sobre Incineración y Salud informando sobre cómo se transforman todos los residuos incinerados en contaminantes dispersos (gases chimenea al ambiente, dioxinas, otros compuestos orgánicos, metales pesados, partículas respirables) que se transportan mediante el aire afectando los ecosistemas terrestres y marítimos, el agua que bebemos y los alimentos que cosechamos, expone no solo a las poblaciones más aledañas de las incineradoras que lo inhalan directamente sino que puede afectar a grandes distancias de la fuente de emisión por las diferentes transformaciones físicas y químicas.

Nos estamos enfrentando a un virus cuyo grado de mortandad aumenta cuando llega al sistema respiratorio, todo el material necesario que tenemos para combatirlo será incinerado contaminando el ambiente donde respiramos generando un efecto circular que a simple vista refleja una lógica incoherente, similar al sistema económico lineal (producción, consumo y desecho) que reduce los recursos naturales transformándolos en desechos contaminantes para nuestro entorno.

Reducir, reciclar y reutilizar.

El Dossier Nª 37 de Economistas sin Fronteras “La economía circular: una opción inteligente profundiza sobre los cambios que se están generando actualmente en la implementación del modelo de economía circular, los retos y desafíos que siguen vigentes, casos prácticos y la exposición de personas expertas en el ámbito académico quienes explican la diferenciación del modelo en tres conceptos básicos: reducir, reciclar y reutilizar.

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) nos informa que si la población mundial alcanzara los 9.699 millones en 2050 se requerirían casi tres planetas para proporcionar el estilo de vida que tenemos actualmente, por eso es tan importante reducir la voraz explotación de los recursos naturales finitos promovida por una sociedad y un modelo económico altamente consumista para preservar la vida humana.

El concepto de reciclar no solo consiste en la separación de residuos si no que hace repensar los procesos de producción con ecodiseño promoviendo la implementación de materiales cuyos residuos se conviertan en materias primas secundarias para incorporar nuevamente en el aparato productivo promoviendo la disminución de desechos. 

En medio de la necesidad de cubrir la escasez de mascarillas del personal sanitario, reutilizar es una iniciativa admirable de n95decon.org un colectivo de personas en el ámbito de la ciencia, ingeniería, y estudiantes de las mejores universidades de los Estados Unidos que junto con sector privado difunden información científica para descontaminar la mascarilla N95 y reutilizarla basados en métodos y literatura científica, proporcionando tres métodos de descontaminación: tratamientos con calor, ultravioleta C (UV-C) y vapor de peróxido de hidrógeno (HPV) informando sobre sus fortalezas y debilidades para la toma de decisiones en casos críticos como el actual.

Esta iniciativa generada a partir de la crisis sanitaria demuestra que la humanidad puede responder y tiene la capacidad de desarrollar soluciones frente a los grandes desafíos, la tecnología y el desarrollo científico serán los pilares que promuevan el desarrollo de la economía circular.

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