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La Economía Circular, de Triple Balance (Económico, Social y Medioambiental), la Economía del Propósito o Empresas Sociales o las del distintivo B-Corp, disponen ahora de esta nueva herramienta tecnológica como un instrumento maravilloso para fomentar sus valores empresariales y optimizar muchos de los procedimientos actuales

Si tuviéramos que elegir una fecha para el nacimiento de la tecnología Blockchain, podría ser perfectamente el 3 de enero de 2009. Entonces, surgía el bloque génesis de la Blockchain de Bitcoin y se alumbraba, al tiempo, una nueva tecnología que está llamada a ser mucho más disruptiva de lo que supuso Internet en su momento. De hecho, Blockchain es “la revolución industrial de Internet” porque si el actual Internet que conocemos, el internet de la Información, ha sido maravilloso y nos ha permitido acceder y compartir mucha información a lo largo de todo el mundo, con Blockchain, por primera vez, podemos “transmitir valor” y este pequeño detalle, irresoluble hasta la aparición de Bitcoin, tiene unas implicaciones tan enormes que a día de hoy solo las estamos vislumbrando.

Bitcoin es el primer modelo de uso que surgía al amparo de esta tecnología y aparece como un nuevo sistema de pagos sin necesidad de que bancos centrales o comerciales intervengan en la ecuación. Un dinero descentralizado que, por su diseño, emula muchas de las características que históricamente se ha asociado al buen dinero. Su carácter público y abierto y una emisión de moneda perfectamente definida por protocolos informáticos, hubiera hecho las delicias de los economistas fundadores de la Escuela Austriaca del dinero.

Pero a medida que empezaba a estudiarse Bitcoin y su ingenioso mecanismo de funcionamiento cada vez era más recurrente la misma pregunta; ¿Y esto, por qué no se le había ocurrido antes a nadie? Y es cierto, el progenitor anónimo de Bitcoin, Satoshi Nakamoto realmente no inventó nada nuevo. El gran mérito de Satoshi fue recoger y combinar un montón de descubrimientos de personas brillantes en los últimos 40 años y condensarlos de forma mágica y elegante en una nueva estructura conocida como Blockchain o cadena de bloques. Así, a la criptografía de clave pública, los árboles de Merkle, algoritmos sofisticados de funciones unidireccionales se sumaban tecnologías existentes como redes PsP y todo eso en un sistema descentralizado, aderezado con mucho de teoría de juegos. La genialidad de Satoshi había logrado resolver con Bitcoin un problema que hasta entonces permanecía irresoluble; prevenir el doble gasto en internet.

Así que podríamos definir Blockchain como una especie de base de datos o libro mayor contable donde todos los participantes tienen la certeza absoluta –garantizada por las matemáticas y la criptografía- de que todas las transacciones y registros anotados en la misma son ciertos, duraderos, e infalsificables. Es decir, con Blockchain dos personas, en cualquier lugar del mundo, pueden coincidir en la veracidad del dato inscrito y que es el mismo para ambas. Y esto es absolutamente nuevo y disruptivo. Ahora, nuestra confianza la podemos depositar en algo tan aséptico como las matemáticas y la criptografía y por primera vez podemos prescindir de entes centrales de confianza que regulen nuestras relaciones.

Por eso no es de extrañar que en apenas una década de vida de la tecnología se hayan invertido miles de millones de euros en todo el mundo y desde prácticamente todas las industrias que conocemos para buscar nuevos modelos de usos. Pero la tecnología es tan transversal como pueda serlo internet o un teléfono móvil que lo utiliza indistintamente un abogado o un carpintero, para sus labores profesionales o sus relaciones sociales.

Y aquí es donde se abre también una magnífica oportunidad para organizaciones del tercer sector, para la responsabilidad social corporativa de las empresas o para crear nuevas empresas, nativas de la tecnología, que apuesten por otra forma de hacer las cosas y que busquen generar un impacto positivo con sus actividades empresariales. La Economía Circular, de Triple Balance (Económico, Social y Medioambiental), la Economía del Propósito o Empresas Sociales o las del distintivo B-Corp, disponen ahora de esta nueva herramienta tecnológica como un instrumento maravilloso para fomentar sus valores empresariales y optimizar muchos de los procedimientos actuales. Transparencia, trazabilidad, seguridad, globalidad, fácil de usar, prácticamente gratuita, inmutabilidad, instantaneidad, resistente a la censura son algunas de los objetivos más empleados para describir Blockchain. Y ya está sucediendo en todo el mundo. En posteriores artículos incidiremos más en la tecnología y en aquellas propuestas que están alineadas con los valores editoriales de Diario Responsable.

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Opiniónblockchain

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