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No caben dudas que las nuevas tendencias de la economía despiertan un interés basado en el reconocimiento general de que la economía así como la conocemos no promueve un desarrollo sostenible y ético y por el otro, la idea siempre seductora sobre que “todo lo nuevo es mejor a lo ya conocido”.

En cualquier caso, y tomando en cuenta la gran variedad de tendencias que asoman en el horizonte (economía circular, negocios inclusivos, empresas B, economía del bien común, etc.), puede apreciarse la confluencia de cuatro tipos de actores cuyas particularidades e intereses los distingue.

Por un lado, los escépticos. Son los que no importa cuál es el modelo, mientras el tema esté relacionado con negocios, argumentarán sobre sus oscuras intenciones no dando lugar a excepciones. Es triste pero no son pocas las veces en que oportunistas ha sido los más beneficiados y a costa de los muchos, y los escépticos se basan es esta evidencia irrefutable. Otras razones para la incredulidad son las posturas de los idealistas y los abusos de los mercenarios.

Los idealistas. Son el insumo de estas tendencias, ya que son quienes creen de todo corazón en la idea de que estas tendencias salvarán al mundo de las garras del capitalismo salvaje. En su gran mayoría jóvenes, todos coinciden en la idea de que la economía tradicional se va agotando como modelo, pero a la hora de proponer esquemas superadores, son difusos, soñadores e inconsistentes para argumentar con métricas científicas la viabilidad de sus modelos alternativos.   

Los mercenarios. Son parasitarios, en razón de que se alimentan del idealismo de los muchos implementando negocios alrededor de “iniciativas novedosas”. Promueven las tendencias y públicamente aparecen como abanderados de ellas, pero sus verdaderas motivaciones son las de generar más mercado para ofrecer sus servicios. Generan la expectativa en jóvenes profesionales y arman arquitecturas y acreditaciones alrededor de las iniciativas promoviendo capacitaciones y consultorías sin asegurar ni asegurarse de que hay mercado para estos nuevos servicios profesionales. Si el esquema al que representan se basa en ciertas exigencias, son capaces de encontrar atajos en los requisitos originales de sus iniciativas con tal de acelerar la velocidad en que crece su mercado objetivo. Al decir de Groucho, “estos son mis valores, y si no les gusta…tengo otros”.

Los analistas. Coinciden en el diagnóstico de que la economía tradicional se va agotando como modelo, pero reclaman propuestas superadoras serias y argumentadas. No creen en que necesariamente la innovación disruptiva salvará al mundo, sino en que muchos procesos de mejora son acumulativos y progresivos. Reconocen que el mundo de los negocios opera en una superestructura que tiene siglos de funcionamiento bajo ciertos criterios que no se pueden ignorar ni negar. Operan buscando mejoras reales en el mundo actual que nos acerque cada día un poco más a lo deseado.

Es muy cierto que la velocidad de las innovaciones se incrementa diariamente, y que la maximización de la renta no puede seguir generándose a costa de impactos negativos en la sociedad y el ambiente, pero debemos afrontar nuevos escenarios con seriedad y profesionalismo y no permitir que lo ideal termine tomando el lugar de lo posible.

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