Conozco a muchísimas personas mayores con altas dosis de curiosidad, ilusión, ganas y energías para aprender, hacer y enseñar. Sus niveles de actividad e implicación social son parejos a los de personas bastante más jóvenes. El Confidencial explica que una reciente encuesta realizada en Reino Unido señalaba cómo un tercio de los consultados de entre 65 y 74 años manifestaban sentirse entre 10 y 19 años más jóvenes que su edad real. Estoy segura de que esto es perfectamente aplicable a España.
Hablamos de un colectivo cada vez más grande, por cierto. Si leemos el documento Antonio Abellán García, Rogelio Pujol Rodríguez. ¿Umbral fijo o móvil? El estado de la población mayor en España, 2016. Blog Envejecimiento [en-red], 28 de enero, 2016. ISSN 2387-1512. (Disponible en: http://bit.ly/1Sd0d04), encontramos muchos datos relevantes, entre los que podríamos citar: España sigue su proceso de envejecimiento: según los datos del Padrón Continuo (INE) a 1 de enero de 2015 hay 8.573.985 personas mayores (65 y más años), el 18,4% sobre el total de la población (46.624.382).
Casi 9 millones de personas son muchas personas. Demasiadas personas apartadas del ámbito laboral y mal mantenidas por unas arcas públicas exhaustas y / o unos planes de pensiones mal planteados. Eso en el mejor de los casos, porque también tenemos muchas personas mayores que han de malvivir del auxilio de sus parientes o de la caridad.
Sin embargo, una parte importante de este colectivo se siente con ganas y energías suficientes para seguir aportando a la sociedad, como comentábamos antes. ¿No te parece un sinsentido lo que estamos haciendo? Estamos diciendo a las personas mayores: "puedes y quieres trabajar, pero no te dejamos. Eso sí, tampoco podemos mantenerte". Parece un sainete si no fuese un drama.
Últimamente los poderes públicos están dando algunos tímidos pasos para mejorar la situación, como aprobar la modalidad de jubilación activa o comenzar a pensar en establecer un umbral móvil para la jubilación en función de la esperanza de vida, de acuerdo con una propuesta del CSIC.
Todos estos planteamientos tienen como último objetivo sanear las cuentas públicas. Loable e imprescindible pero miope, como casi siempre. Un modelo de gestión pública centrado únicamente en el dinero difícilmente puede ofrecer a la ciudadanía algo tan intangible como el bienestar psíquico, por ejemplo.
Sé que no estamos en Bután (primer país en el FIB, felicidad interna bruta), pero el bienestar psíquico es el punto de partida para que una persona aporte a la comunidad. La teoría de la Actividad, trabajada por autores como Vygotsky, Leontiev, Tartler o Lemon, sostienen que los roles de una persona son la principal fuente de satisfacción en la vida y conforme se van perdiendo, menor actividad y satisfacción personal conservarán, satisfacción que está relacionada con el número de actividades en las que participen.
Por otro lado, John W. Rowe y sus colaboradores han publicado recientemente que existen tres factores primordiales para evitar las dolencias crónicas: realizar actividades que contribuyan a mantener la salud, ejercitar la capacidad cognitiva y física y mostrar un compromiso activo con la vida.
Así pues, parece aconsejable que la sociedad se ocupe de ofrecer oportunidades a este numeroso colectivo. Aparentemente todo son ventajas: no se resienten las arcas públicas, la sociedad no pierde los conocimientos que atesoran las personas mayores, éstas se sienten integradas socialmente y corresponsables del bien común, la Sanidad atenderá menos enfermos…
Por lo tanto, mientras la Administración intenta resolver el peliagudo problema económico, ha de ser la ciudadanía - una vez más - quien tome las riendas para poner en marcha medidas tendentes a conseguir ese ganar-ganar para los séniores y la sociedad.
Sin ánimo de exhaustividad, destaco aquí algunas propuestas generadas en diferentes ámbitos de la sociedad:
Si conoces alguna otra iniciativa útil y seria, haznos un comentario, por favor. Gracias por anticipado.
Mientras tanto, sigo suscribiendo la frase de Arturo Graf y te dejo un dibujo de Goya que tengo en mi escritorio: Museo del Prado, "Aún aprendo"