Publicado el
Un lunes de 1867, en París, se estrenó en la Ópera una obra de Giuseppe Verdi titulada Don Carlos. Un sábado, en Budapest, Francisco y Sissi fueron coronados reyes de Hungría

Un jueves, en Washington, el presidente Johnson compró a los rusos Alaska. Mientras todo esto sucedía, un grupo de caballeros se reunía en Glasgow, en el número 3 de Eglinton Terrace con el propósito de fundar un club de fútbol. Lo hicieron, y le llamaron Queens Park FC. Era martes.

El Queens Park FC es el club más antiguo del mundo fuera de Inglaterra; juega en Hampden Park, dónde solo juega la selección escocesa; pero lo que le hace realmente especial es su lema, el mismo que se escribió a las ocho y media de aquella tarde de julio: “ludere causa ludendi”, es decir, “jugar por el placer de jugar”.

Aquellos escoceses acordaron que nunca se pagaría a nadie por jugar para el Queens Park; que todo el que jugase lo haría por el mero hecho de divertirse, de sentirse parte de algo valioso y diferente. Y para sorpresa y admiración de todos, eso se ha mantenido hasta el día de hoy, a lo largo de 148 años. Nunca un jugador del Queens ha recibido nada por jugar.

Tuvieron sus años de gloria, de hecho en sus vitrinas albergan 10 copas de Escocia, solo superados por Celtic y Rangers, pero su luz se fue apagando al comenzar el siglo XX, cuando todos los equipos comenzaron a pagar a sus jugadores. El Club sobrevive en el cuarto nivel de las ligas escocesas, pero sigue siendo el único amateur y sigue jugando como local en Hampden Park, todo un lujo para un equipo con sólo 500 seguidores en las gradas y a los que llaman “spiders” (arañas) por su camiseta blanquinegra.

Yo me voy a hacer socio del QPFC, porque me emociona su forma de ver el deporte, apoyando a los equipos infantiles, expandiendo el amor por el fútbol más puro y por una forma más limpia de ver el deporte. Aunque esto es remar a contracorriente en un mundo en el que, cada vez más, es el dinero el que mete los goles.

Alguno de los niños que comenzó en el Queens Park llegó a gran futbolista. Pero sin duda el más famoso de ellos es alguien a quien todos conocerán: Sir Alex Ferguson. Debutó con 16 años en el equipo y nunca olvidó su vínculo con el pequeño club de su ciudad natal.

Sería estupendo que Ferguson, una vez que ha dado por finalizada su carrera de entrenador planetario, decidiera volver de su jubilación para hacer algo que cerrara su currículum de un modo perfecto: entrenar al club en el que comenzó. Ser de nuevo “una araña”.

Por supuesto usted lo haría sin cobrar nada, lo haría por el simple placer de hacerlo, lo haría por algo que, al fin y al cabo, es el más potente motivo por el que hacemos las cosas los seres humanos: por amor al juego.

Piénselo Mr. Ferguson. El fútbol necesita gestos como ese; necesita romanticismo y amor. Necesita más arañas y menos tiburones.

La web de las arañas de Glasgow

http://www.queensparkfc.co.uk/

En este artículo se habla de:
OpiniónEmpresas

¡Comparte este contenido en redes!

Este sitio utiliza cookies de terceros para medir y mejorar su experiencia.
Tu decides si las aceptas o rechazas:
Más información sobre Cookies