El problema organizativo, es solo el principio. Pero hay otros muchos aspectos que tienen un impacto directo sobre el comportamiento ético de la empresa y que complican de forma importante su gestión. Aquí avanzo solo algunos: (1) los mecanismos internos que tenga una empresa para hacer vivir su visión y sus valores corporativos; (2) los controles y procesos internos que tienen las empresas para asegurar el cumplimiento de la ley y de las políticas internas para asegurar su cadena de suministro (pensemos, por ejemplo, en la catástrofe de Bangladesh); (3) la trasparencia y los mecanismos de rendición de cuentas de la empresa ante los mercados y sus stakeholders. Y (4) los sistemas de gobierno corporativo de una empresa, y muy especialmente, el sistema de atribuciones y delegación de responsabilidades en el proceso de toma de decisiones.
Y para completar la dificultad, no se puede hablar de ética en las empresas sin hablar de las personas. En un mundo globalizado, la diversidad de culturas, de cultos y de valores es la norma general. Si esta es la realidad, que lo es… ¿no estaremos corriendo el riesgo de invadir desde la empresa el ámbito de las creencias individuales? ¿Es posible instaurar unos valores y principios que respeten todas las creencias? ¿Cómo se incluye la ética, por ejemplo, en los procesos de selección, de promoción o de retribución de las personas… sin correr el riesgo de falta de objetividad? No es sencillo establecer unos parámetros éticos corporativos respetando al máximo la esfera personal de los empleados de una organización.
Esa es la complejidad, y la dificultad, a la que me refiero; eso es lo que quiero decir cuando afirmo que el concepto ética es demasiado grande para que pueda gestionarse de forma ordenada en las organizaciones. En este sentido, la dificultad del concepto ética es solo comparable a la de otros conceptos empresariales como la cultura corporativa, los valores, la identidad o, incluso, la responsabilidad corporativa. Y, además, no podemos olvidar que cuando se habla de ética es fácil confundir todos los planos que implican a la persona: el privado, el público, el institucional y, también, el laboral. En última instancia, la dificultad de gestionar la ética está en la necesidad de llegar a toda la estructura organizativa (todas las direcciones) y a todas las personas.
Pero, también, lo que quiero destacar es que, aunque sea difícil, no significa que no se pueda, ni se deba, gestionar. Pero eso, lo veremos en un próximo post.